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El excelente resultado alcanzado por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), de Pedro Sánchez, le confiere la primera opción para gobernar en España. A pesar del avance de Ciudadanos, la gran derrotada es la derecha del Partido Popular (PP), que apostó por un discurso de polarización y radicalización que no les funcionó. Se avecinan días intensos para Sánchez, quien anunció ayer su intención de intentar un gobierno en solitario.
El PSOE ha logrado un éxito muy significativo. Sin ir lejos, hace un año difícilmente se pensaba en un pronto reflote de los desgastados socialistas. De hecho, su joven líder había sido defenestrado dentro del partido por los malos resultados obtenidos en los comicios anteriores. La moción de censura que sacó al PP de Mariano Rajoy del poder, a mediados del año pasado, le permitió a Pedro Sánchez formar gobierno de manera apresurada y ahora demuestra que su liderazgo era la carta indicada a jugar. A pesar de que no les fue todo lo bien que se vaticinaba, por el número de escaños alcanzados, el fuerte golpe que sufren la derecha y la ultraderecha los deja bastante bien posicionados. Según el conteo oficial, el PSOE obtendría 123 escaños (28,70 %) y la izquierda de Unidas Podemos, 42. El PP, de Pablo Casado, obtendría 66 escaños (16,68 %), frente a los 135 de 2016; Ciudadanos aumenta a 57 (15,84 %) y Vox, la extrema derecha, llega al Congreso con 24 (10,26 %).
En esta nueva coyuntura de la democracia española comienzan a hacerse todo tipo de cábalas sobre la forma en que se moverá la política en el inmediato futuro. El 26 de mayo habrá elecciones regionales, autonómicas y municipales, y es probable que las fuerzas políticas prefieran esperar los resultados de las mismas para adoptar decisiones finales. De momento, Pedro Sánchez podría decantarse por un gobierno de izquierda o de una alianza con la centroderecha. Este último caso era visto por muchos como una opción viable. Aunque Ciudadanos, de Albert Rivera, no alcanzó a convertirse en el referente de la derecha, dado que no pudo sobrepasar al PP, sí tendría la representación parlamentaria suficiente para sumar, junto al PSOE, los 167 escaños que representan la mayoría. Sin embargo, Rivera aseguró en campaña que jamás cogobernaría con el PSOE y preferiría hacer oposición.
La otra opción, que parecería tener mayor coherencia ideológica, es la de unirse con Unidas Podemos, de Pablo Iglesias. Este logró una gran debacle al evitar una caída como la que se vaticinaba. En este caso, además, habría que incluir dentro de la coalición de gobierno al Partido Nacionalista Vasco (PNV), y algún otro partido pequeño, para logar la mayoría. Sin embargo, el principal problema radicaría en la forma en que las dos agrupaciones manejarían conjuntamente el espinoso tema territorial en Cataluña y el independentismo. Un terreno común más amplio lo tendrían frente a temas como el desempleo, en especial el juvenil, la pensiones, cambio climático y, por supuesto, la desigualdad social. Si esta fuera la decisión, se daría la novedosa circunstancia de que se cuente en el gabinete con un ministro a la izquierda del PSOE. De momento esta parece ser la opción más viable, aunque Sánchez quiera intentar tener un gobierno en solitario y dijo que se tomará su tiempo.
Lo que no deja de causar cierta preocupación es la irrupción de la extrema derecha de Vox, liderada por Santiago Abascal, que llega por primera vez al Parlamento con 24 escaños. A pesar de que les había augurado un resultado mucho más favorable, y de que no tienen la fuerza suficiente para incidir en la formación de un eventual gobierno de derecha, no se debe dejar de lado su rápido ascenso. La xenofobia, el nacionalismo, la mentira y el odio como elementos centrales de su campaña, hacen así irrupción a nivel nacional. Hay que seguirles el paso para saber hasta dónde llegarán.
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