Luly Bossa, Andrés Toro, Freddy Flórez, Felipe Arias, Ricardo Henao Calderón, Pedro José Pallares, Julieth Román, Elizabeth Loaiza, Marianne Schaller, Isabela Córdoba, Tahiana Bueno, Jesús Osorno, Daniella Moscarella. Estos son algunos de los actores y presentadores que se unieron al coro de mentiras de los políticos y activistas religiosos que convocaron, el pasado sábado 19 de octubre, marchas en “defensa de los derechos de los niños”. Lo hicieron a punta de desinformación que alimenta el odio hacia las personas trans.
El origen de la polémica es una circular emitida por la Superintendencia Nacional de Salud, cuyo objetivo es garantizar que las personas trans puedan acceder a atención médica sin que se les discrimine. Entre las instrucciones que se dan a las entidades territoriales están el respeto a su identidad de género, el acceso a servicios médicos adecuados y la eliminación de barreras que históricamente han impedido que la población trans, incluida la infantil, disfrute de un derecho fundamental. Este documento no hace más que acatar el mandato de no discriminación que, en diversas sentencias, emitió la Corte Constitucional. Sin embargo, aparecieron las mismas mentiras con las que se han bloqueado otros avances en derechos: que quiere imponer una ideología de género, que defienden pedófilos, que quieren obligar a los niños a hormonizarse y “mutilarse”, y que la circular promueve cirugías de “cambio de sexo” en niños de tres años. Insistimos: mentiras.
Concentrémonos en la última, quizás la más difundida. Ningún documento oficial ha sugerido que se practiquen cirugías de reasignación de sexo o afirmación de género en menores de edad y esto no ha ocurrido en Colombia, tal como El Espectador pudo confirmar con datos del Ministerio de Salud. Sin embargo, la circular de SuperSalud sí da la instrucción de contar con personal “que brinde apoyo integral en los tratamientos y procedimientos de afirmación de género a niños, niñas y adolescentes trans”. ¿Les da esto la razón a quienes protestan? No.
La jurisprudencia de la Corte Constitucional en la que se basa la circular precisa que los procedimientos relacionados con identidad de género no consisten exclusivamente en cirugías, sino en cuestiones psicoemocionales que el sistema de salud tiene que atender. “Si bien es cierto que las personas transgénero sufren las mismas preocupaciones médicas que el resto de la población, ellas enfrentan asuntos de salud propios como grupo minoritario que se caracteriza por identidades complejas y apariencias diversas”, reza la Sentencia T-218 de 2022.
Diversos medios de comunicación hemos explicado esto las últimas semanas, pero de poco sirve la verificación de datos para quienes privilegian desinformación que alimenta sus miedos y confirma sus prejuicios. Por eso las tergiversaciones de quienes convocaron las marchas son tan peligrosas. Juegan con los temores más profundos de la sociedad, en este caso, con la protección de los menores, para sembrar rechazo hacia una minoría ya de por sí vulnerada.
Existen niños y niñas que desde temprana edad se sienten inconformes con lo que socialmente se espera que sea la conducta o la forma de vestirse de un hombre y una mujer. Eso no parece importar a los marchantes. Las manifestaciones del pasado sábado revelan algo más profundo que una preocupación genuina por los derechos de los niños: una incomodidad ante la creciente visibilidad de las personas trans en la sociedad y un rechazo a la posibilidad de que sus derechos sean protegidos. Es transfobia, pura y simple. No una protección a los niños.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com
Nota del director. Necesitamos lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.
Luly Bossa, Andrés Toro, Freddy Flórez, Felipe Arias, Ricardo Henao Calderón, Pedro José Pallares, Julieth Román, Elizabeth Loaiza, Marianne Schaller, Isabela Córdoba, Tahiana Bueno, Jesús Osorno, Daniella Moscarella. Estos son algunos de los actores y presentadores que se unieron al coro de mentiras de los políticos y activistas religiosos que convocaron, el pasado sábado 19 de octubre, marchas en “defensa de los derechos de los niños”. Lo hicieron a punta de desinformación que alimenta el odio hacia las personas trans.
El origen de la polémica es una circular emitida por la Superintendencia Nacional de Salud, cuyo objetivo es garantizar que las personas trans puedan acceder a atención médica sin que se les discrimine. Entre las instrucciones que se dan a las entidades territoriales están el respeto a su identidad de género, el acceso a servicios médicos adecuados y la eliminación de barreras que históricamente han impedido que la población trans, incluida la infantil, disfrute de un derecho fundamental. Este documento no hace más que acatar el mandato de no discriminación que, en diversas sentencias, emitió la Corte Constitucional. Sin embargo, aparecieron las mismas mentiras con las que se han bloqueado otros avances en derechos: que quiere imponer una ideología de género, que defienden pedófilos, que quieren obligar a los niños a hormonizarse y “mutilarse”, y que la circular promueve cirugías de “cambio de sexo” en niños de tres años. Insistimos: mentiras.
Concentrémonos en la última, quizás la más difundida. Ningún documento oficial ha sugerido que se practiquen cirugías de reasignación de sexo o afirmación de género en menores de edad y esto no ha ocurrido en Colombia, tal como El Espectador pudo confirmar con datos del Ministerio de Salud. Sin embargo, la circular de SuperSalud sí da la instrucción de contar con personal “que brinde apoyo integral en los tratamientos y procedimientos de afirmación de género a niños, niñas y adolescentes trans”. ¿Les da esto la razón a quienes protestan? No.
La jurisprudencia de la Corte Constitucional en la que se basa la circular precisa que los procedimientos relacionados con identidad de género no consisten exclusivamente en cirugías, sino en cuestiones psicoemocionales que el sistema de salud tiene que atender. “Si bien es cierto que las personas transgénero sufren las mismas preocupaciones médicas que el resto de la población, ellas enfrentan asuntos de salud propios como grupo minoritario que se caracteriza por identidades complejas y apariencias diversas”, reza la Sentencia T-218 de 2022.
Diversos medios de comunicación hemos explicado esto las últimas semanas, pero de poco sirve la verificación de datos para quienes privilegian desinformación que alimenta sus miedos y confirma sus prejuicios. Por eso las tergiversaciones de quienes convocaron las marchas son tan peligrosas. Juegan con los temores más profundos de la sociedad, en este caso, con la protección de los menores, para sembrar rechazo hacia una minoría ya de por sí vulnerada.
Existen niños y niñas que desde temprana edad se sienten inconformes con lo que socialmente se espera que sea la conducta o la forma de vestirse de un hombre y una mujer. Eso no parece importar a los marchantes. Las manifestaciones del pasado sábado revelan algo más profundo que una preocupación genuina por los derechos de los niños: una incomodidad ante la creciente visibilidad de las personas trans en la sociedad y un rechazo a la posibilidad de que sus derechos sean protegidos. Es transfobia, pura y simple. No una protección a los niños.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com
Nota del director. Necesitamos lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.