No descuidemos la privacidad en la pandemia
El Espectador
Si nos descuidamos, la pandemia puede convertirse en una excusa para que la privacidad y los derechos humanos digitales de los colombianos sean vulnerados. Las iniciativas tecnológicas como la CoronaApp, impulsada desde el Gobierno nacional, y Medellín Me Cuida, desde la Alcaldía de esa ciudad, parecen tener buenas intenciones, pero han caído en prácticas que son preocupantes. Queda la sensación de que las autoridades ven la tecnología siempre como una medida de vigilancia aceptable, sin tener en cuenta los dilemas que cada herramienta trae consigo. Aunque se trate de un tema difícil de entender para la población, es un debate esencial para garantizar que la sociedad colombiana sea libre y evitar visos autoritarios apoyados en la tecnología.
Son varias las críticas que organizaciones expertas, como la Fundación Karisma, han hecho a propósito de CoronApp. La principal, nos parece, es que el Gobierno nacional no ha dado suficiente información sobre el porqué y para qué de la información que recolecta de los usuarios. No es claro cómo se articula el sacrificio de la privacidad de los colombianos con la política pública para enfrentar el coronavirus. En ausencia de objetivos precisos, se abre la puerta para la arbitrariedad. Allí, donde se limitan ciertos derechos fundamentales a cambio de beneficios en salud pública, las autoridades tienen que ser lo más transparentes posible.
Ya se ha visto, en países como Israel y Ecuador, que los gobiernos piden acceso para monitorear la ubicación en todo momento de los ciudadanos. Más allá de la coyuntura de la pandemia, es necesario hacer una pausa reflexiva sobre esa potestad: nunca antes había sido posible para un Estado ejercer ese nivel de vigilancia y vulneración a la privacidad. En manos autoritarias, ese tipo de poder puede prestarse para causar efectos negativos. Incluso en democracias bienintencionadas, ese tipo de solicitudes tiene que ponderarse.
Hasta la fecha, no es mucha ni concluyente la información que el Gobierno ha hecho disponible para entender por qué se han tomado varias de sus medidas tecnológicas, como lo denunció el Índice Coronavirus y Derechos Digitales y lo explicó Carolina Botero en su columna para El Espectador. Eso tiene que cambiar.
Hoy se publicó en este diario una columna de Pascual Gaviria en la que alerta sobre Medellín Me Cuida, una aplicación de la Alcaldía de Medellín que ahora se está aplicando de manera obligatoria para las personas que deseen trabajar. No es voluntaria la vulneración a la privacidad cuando las personas tienen que informar al Estado con la amenaza de no poder salir a obtener un sueldo. Son preocupantes las alertas que hay sobre el manejo de datos en esa aplicación. En últimas, volvemos siempre a lo mismo: ¿para qué esta medida tecnológica?
Las soluciones tecnológicas siempre se presentan al público en medio de discursos utópicos, pero la realidad es mucho más complicada. No solo es difícil garantizar que las aplicaciones sirvan para lo que se han propuesto, sino que su utilización deja muchos vacíos en el uso de la información. No se trata de satanizar el uso de las herramientas a nuestra disposición, sino de exigir que los gobiernos, nacional y locales, se tomen en serio la necesidad de proteger la privacidad. En tiempos de emergencia es cuando los líderes tienen que ser más cuidadosos.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
Nota del director. Necesitamos de lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Por favor, considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.
Si nos descuidamos, la pandemia puede convertirse en una excusa para que la privacidad y los derechos humanos digitales de los colombianos sean vulnerados. Las iniciativas tecnológicas como la CoronaApp, impulsada desde el Gobierno nacional, y Medellín Me Cuida, desde la Alcaldía de esa ciudad, parecen tener buenas intenciones, pero han caído en prácticas que son preocupantes. Queda la sensación de que las autoridades ven la tecnología siempre como una medida de vigilancia aceptable, sin tener en cuenta los dilemas que cada herramienta trae consigo. Aunque se trate de un tema difícil de entender para la población, es un debate esencial para garantizar que la sociedad colombiana sea libre y evitar visos autoritarios apoyados en la tecnología.
Son varias las críticas que organizaciones expertas, como la Fundación Karisma, han hecho a propósito de CoronApp. La principal, nos parece, es que el Gobierno nacional no ha dado suficiente información sobre el porqué y para qué de la información que recolecta de los usuarios. No es claro cómo se articula el sacrificio de la privacidad de los colombianos con la política pública para enfrentar el coronavirus. En ausencia de objetivos precisos, se abre la puerta para la arbitrariedad. Allí, donde se limitan ciertos derechos fundamentales a cambio de beneficios en salud pública, las autoridades tienen que ser lo más transparentes posible.
Ya se ha visto, en países como Israel y Ecuador, que los gobiernos piden acceso para monitorear la ubicación en todo momento de los ciudadanos. Más allá de la coyuntura de la pandemia, es necesario hacer una pausa reflexiva sobre esa potestad: nunca antes había sido posible para un Estado ejercer ese nivel de vigilancia y vulneración a la privacidad. En manos autoritarias, ese tipo de poder puede prestarse para causar efectos negativos. Incluso en democracias bienintencionadas, ese tipo de solicitudes tiene que ponderarse.
Hasta la fecha, no es mucha ni concluyente la información que el Gobierno ha hecho disponible para entender por qué se han tomado varias de sus medidas tecnológicas, como lo denunció el Índice Coronavirus y Derechos Digitales y lo explicó Carolina Botero en su columna para El Espectador. Eso tiene que cambiar.
Hoy se publicó en este diario una columna de Pascual Gaviria en la que alerta sobre Medellín Me Cuida, una aplicación de la Alcaldía de Medellín que ahora se está aplicando de manera obligatoria para las personas que deseen trabajar. No es voluntaria la vulneración a la privacidad cuando las personas tienen que informar al Estado con la amenaza de no poder salir a obtener un sueldo. Son preocupantes las alertas que hay sobre el manejo de datos en esa aplicación. En últimas, volvemos siempre a lo mismo: ¿para qué esta medida tecnológica?
Las soluciones tecnológicas siempre se presentan al público en medio de discursos utópicos, pero la realidad es mucho más complicada. No solo es difícil garantizar que las aplicaciones sirvan para lo que se han propuesto, sino que su utilización deja muchos vacíos en el uso de la información. No se trata de satanizar el uso de las herramientas a nuestra disposición, sino de exigir que los gobiernos, nacional y locales, se tomen en serio la necesidad de proteger la privacidad. En tiempos de emergencia es cuando los líderes tienen que ser más cuidadosos.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
Nota del director. Necesitamos de lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Por favor, considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.