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                                                                                                                                Contenido Patrocinado
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                                                                                                                                ¿Por qué no ir a fondo contra la discriminación?

                                                                                                                                La respuesta de la Armada Nacional al escándalo de discriminación contra una empleada doméstica es una oportunidad perdida en un país que necesita entender que las decisiones judiciales, más aún las que buscan darle vida a la Constitución, no son un juego donde alguien gana y otro pierde, sino que son apuestas por la construcción de un mejor país.

                                                                                                                                El Espectador

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Lo más impresionante del caso, además de preguntarnos por cómo se permitió la permanencia en el tiempo de una reglamentación tan ridícula, es la insistencia con que varios miembros del Club Naval buscaron hacer valer la prohibición. ¿Acaso ninguno fue capaz de evidenciar la injusticia? ¿Está tan normalizado el clasismo que nadie podía alzar la voz? La anfitriona contó que ella, conociendo la norma, “no quería que (Beltrán) estuviera deambulando por ahí”. Eso es señal de que hay varias conversaciones pendientes.

                                                                                                                                Por eso fue tan importante que Beltrán interpusiera una tutela, que obviamente terminó en una decisión a su favor. En sus palabras: “Pedía que me dieran disculpas en público, para que otras personas que les pase lo mismo denuncien, no se queden calladas”. La historia ha demostrado que la única forma de sacudir las estructuras de discriminación que han sido normalizadas es hablando, denunciando, mostrando la injusticia que está en el fondo de aquello a lo que se ha acostumbrado la gente. El Tribunal Administrativo de Bolívar concuerda, y por eso en su sentencia, que exigió una disculpa pública del Club Naval, dijo que lo ocurrido “no sólo atenta con el principio de igualdad, sino que es discriminatoria, humillante, degradante y menosprecia a la mujer al equipararla con las mascotas, afectando su dignidad humana”.

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                                                                                                                                ¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a yosoyespectador@gmail.com

                                                                                                                                Muy importante que Carmen interpusiera una tutela, que obviamente terminó en una decisión a su favor. En sus palabras: “Pedía que me dieran disculpas en público, para que otras personas que les pase lo mismo denuncien, no se queden calladas”. Buen ejemplo. / Archivo El Espectador
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Lo más impresionante del caso, además de preguntarnos por cómo se permitió la permanencia en el tiempo de una reglamentación tan ridícula, es la insistencia con que varios miembros del Club Naval buscaron hacer valer la prohibición. ¿Acaso ninguno fue capaz de evidenciar la injusticia? ¿Está tan normalizado el clasismo que nadie podía alzar la voz? La anfitriona contó que ella, conociendo la norma, “no quería que (Beltrán) estuviera deambulando por ahí”. Eso es señal de que hay varias conversaciones pendientes.

                                                                                                                                Por eso fue tan importante que Beltrán interpusiera una tutela, que obviamente terminó en una decisión a su favor. En sus palabras: “Pedía que me dieran disculpas en público, para que otras personas que les pase lo mismo denuncien, no se queden calladas”. La historia ha demostrado que la única forma de sacudir las estructuras de discriminación que han sido normalizadas es hablando, denunciando, mostrando la injusticia que está en el fondo de aquello a lo que se ha acostumbrado la gente. El Tribunal Administrativo de Bolívar concuerda, y por eso en su sentencia, que exigió una disculpa pública del Club Naval, dijo que lo ocurrido “no sólo atenta con el principio de igualdad, sino que es discriminatoria, humillante, degradante y menosprecia a la mujer al equipararla con las mascotas, afectando su dignidad humana”.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Por El Espectador

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