Un acto horrible ocurrió en Sucre. Luego de que, en medio del plan pistola del Clan del Golfo, fuera acribillado un patrullero en una panadería del municipio de Sampués, el entonces comandante de la Policía de ese departamento, coronel Carlos Correa, dijo que tres jóvenes miembros del Clan habían sido dados de baja en medio de enfrentamientos ocasionados por la búsqueda del responsable de la muerte del policía. Sin embargo, gracias a la investigación de Noticias Caracol y las declaraciones de múltiples testigos, ahora sabemos algo terrible: podemos estar en presencia de tres ejecuciones extrajudiciales. Sí, otros falsos positivos.
Los jóvenes asesinados en supuesto combate y presentados como miembros del Clan del Golfo, sin evidencia alguna, fueron Carlos Ibáñez Mercado, José Carlos Arévalo y Jesús David Díaz Monterroza. Sin embargo, como descubrió la Unidad Investigativa de Noticias Caracol, había fotografías de los jóvenes arrodillados, bajo total control de los policías. También los testimonios de sus familiares decían que nada tenían que ver con el Clan del Golfo, que solo estaban en las calles y cayeron en la caza desesperada de la Policía por los responsables. Ahí empezaron las dudas.
Luego se dieron a conocer las revelaciones de dos testigos, policías que estaban con los jóvenes mientras eran trasladados supuestamente a un centro asistencial. “Cuando veníamos por una parte del camino, el señor coronel le dio el primer disparo a uno de los sujetos, que estaba herido. En el momento, nosotros quedamos atónitos. No sabíamos qué hacer ni qué decir. Él cogió y le dio otros dos tiros y también a los otros dos que estaban ahí”, dijo uno. “Cuando íbamos a alta velocidad, hecho el primer disparo, casi me caigo de la camioneta porque fue el primer disparo y mi reacción fue agarrarme porque casi me caigo”, dijo el otro. Ambos hablan del teniente coronel Benjamín Núñez, tercero al mando en Sucre. Mientras se llevan a cabo las investigaciones, tanto él como el coronel Correa fueron suspendidos desde el 2 de agosto y luego desvinculados de la institución.
Por supuesto que el dolor por el policía asesinado recae sobre todos los colombianos, especialmente sobre la Fuerza Pública, que ha estado bajo ataque inclemente de los grupos armados. Eso no se discute. Empero, la reacción de la Policía en momentos de crisis no puede ser el abuso de la fuerza, salir a buscar a cualquier persona que parezca responsable, ejecutarla y luego mentirles al país y a las familias. Este horror ya lo conocemos, abundan las víctimas y no puede seguir ocurriendo.
La investigación de la Policía y de la Fiscalía debe ser diligente y explicar qué ocurrió, así como tomar las medidas para que haya justicia. También debe haber reparación a las familias, que perdieron a sus seres queridos de la manera más cruel. Y mientras tanto, los responsables del asesinato del patrullero siguen sueltos, sembrando terror, en un ciclo de violencia de no acabar. Estamos ante una tragedia por donde se le mire.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
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Los jóvenes asesinados en supuesto combate y presentados como miembros del Clan del Golfo, sin evidencia alguna, fueron Carlos Ibáñez Mercado, José Carlos Arévalo y Jesús David Díaz Monterroza. Sin embargo, como descubrió la Unidad Investigativa de Noticias Caracol, había fotografías de los jóvenes arrodillados, bajo total control de los policías. También los testimonios de sus familiares decían que nada tenían que ver con el Clan del Golfo, que solo estaban en las calles y cayeron en la caza desesperada de la Policía por los responsables. Ahí empezaron las dudas.
Luego se dieron a conocer las revelaciones de dos testigos, policías que estaban con los jóvenes mientras eran trasladados supuestamente a un centro asistencial. “Cuando veníamos por una parte del camino, el señor coronel le dio el primer disparo a uno de los sujetos, que estaba herido. En el momento, nosotros quedamos atónitos. No sabíamos qué hacer ni qué decir. Él cogió y le dio otros dos tiros y también a los otros dos que estaban ahí”, dijo uno. “Cuando íbamos a alta velocidad, hecho el primer disparo, casi me caigo de la camioneta porque fue el primer disparo y mi reacción fue agarrarme porque casi me caigo”, dijo el otro. Ambos hablan del teniente coronel Benjamín Núñez, tercero al mando en Sucre. Mientras se llevan a cabo las investigaciones, tanto él como el coronel Correa fueron suspendidos desde el 2 de agosto y luego desvinculados de la institución.
Por supuesto que el dolor por el policía asesinado recae sobre todos los colombianos, especialmente sobre la Fuerza Pública, que ha estado bajo ataque inclemente de los grupos armados. Eso no se discute. Empero, la reacción de la Policía en momentos de crisis no puede ser el abuso de la fuerza, salir a buscar a cualquier persona que parezca responsable, ejecutarla y luego mentirles al país y a las familias. Este horror ya lo conocemos, abundan las víctimas y no puede seguir ocurriendo.
La investigación de la Policía y de la Fiscalía debe ser diligente y explicar qué ocurrió, así como tomar las medidas para que haya justicia. También debe haber reparación a las familias, que perdieron a sus seres queridos de la manera más cruel. Y mientras tanto, los responsables del asesinato del patrullero siguen sueltos, sembrando terror, en un ciclo de violencia de no acabar. Estamos ante una tragedia por donde se le mire.
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