¿Otro error de cálculo con Cuba?
El Espectador
Hoy puede continuar la insensatez del Gobierno Nacional en su manejo de las relaciones internacionales. Durante el esperado voto anual que se hace en rechazo al embargo que sufre Cuba y que ha servido para empobrecer a su población, hay rumores de que Colombia cambiará su posición histórica. Por primera vez, nuestro país se abstendría o, incluso, votaría en defensa de la medida que asfixia a los cubanos. De ser así, sería otra ofensa innecesaria, ineficiente y mal calculada contra un Estado que hasta hace poco fue esencial para la construcción de nuestra paz.
El canciller colombiano, Carlos Holmes Trujillo, ha mostrado una terquedad empedernida en el tema de Cuba. Desde el censurable atentado del Eln contra la Escuela General Santander, el Gobierno decidió levantar la mesa de negociaciones con esa guerrilla, que se estaba celebrando en Cuba. Hasta ahí se trató de una reacción razonable y más que justa. Sin embargo, el Gobierno procedió a ignorar un protocolo firmado con la isla para casos en los que, precisamente, hubiera un quiebre en los diálogos. Al insistir en que el Estado cubano entregue a los negociadores del Eln, Colombia rompió sus promesas y empezó una campaña de desprestigio argumentando que el régimen de Miguel Díaz-Canel alberga terroristas, cuando lo único que ha hecho la diplomacia de la isla es cumplir con las expectativas que vienen con su rol de garante de las conversaciones.
Ahora, al parecer, Colombia está considerando dar un nuevo golpe diplomático. Año tras año, desde 1992, se celebra un voto en la ONU condenando el embargo económico contra la isla. Históricamente, el Estado colombiano ha apoyado a Cuba, reiterando su compromiso con el pueblo de ese país. El año pasado, por ejemplo, 189 países votaron a favor de levantar la sanción y solo se opusieron Israel y Estados Unidos. Sin embargo, en el voto que se celebra hoy existe la posibilidad de que la misión colombiana se abstenga o, incluso, apoye el embargo. Esto bajo el discurso engañoso de que Cuba “alberga terroristas”.
No hay motivos para esa hostilidad contra un Estado que fue esencial en las negociaciones con las Farc. Si bien es cierto que en los 80 el régimen de Fidel Castro fue un aliado de las guerrillas colombianas, ese discurso cambió. Desde que la isla renegó del alzamiento en armas como herramienta legítima, la intermediación de los Castro permitió que el Gobierno colombiano llevara a buen puerto los diálogos con las Farc. Además, la figura de Cuba como un país confiable también sirvió para instaurar la mesa de diálogo con el Eln en ese país. No en vano Noruega, el otro garante de las conversaciones, aceptó hacer parte del proceso teniendo a Cuba como garantía.
El canciller y el Gobierno insisten en estigmatizar a la isla como parte de su avanzada contra el régimen de Nicolás Maduro. Su interés por aparecer internacionalmente como un Estado fuerte contra el terrorismo puede ganar puntos con Estados Unidos, pero afecta las relaciones con otros países, no solo Cuba, y demuestra que Colombia no ha sido capaz de cumplir su palabra. Los efectos negativos de esta actitud se verán por muchos años, mientras que es muy cuestionable qué gana Colombia con su rechazo público a Cuba. Si en el voto de hoy le damos la espalda a la isla, continuaremos sellando una nefasta estrategia de política internacional.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
Nota del director. Necesitamos de lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Por favor, considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.
Hoy puede continuar la insensatez del Gobierno Nacional en su manejo de las relaciones internacionales. Durante el esperado voto anual que se hace en rechazo al embargo que sufre Cuba y que ha servido para empobrecer a su población, hay rumores de que Colombia cambiará su posición histórica. Por primera vez, nuestro país se abstendría o, incluso, votaría en defensa de la medida que asfixia a los cubanos. De ser así, sería otra ofensa innecesaria, ineficiente y mal calculada contra un Estado que hasta hace poco fue esencial para la construcción de nuestra paz.
El canciller colombiano, Carlos Holmes Trujillo, ha mostrado una terquedad empedernida en el tema de Cuba. Desde el censurable atentado del Eln contra la Escuela General Santander, el Gobierno decidió levantar la mesa de negociaciones con esa guerrilla, que se estaba celebrando en Cuba. Hasta ahí se trató de una reacción razonable y más que justa. Sin embargo, el Gobierno procedió a ignorar un protocolo firmado con la isla para casos en los que, precisamente, hubiera un quiebre en los diálogos. Al insistir en que el Estado cubano entregue a los negociadores del Eln, Colombia rompió sus promesas y empezó una campaña de desprestigio argumentando que el régimen de Miguel Díaz-Canel alberga terroristas, cuando lo único que ha hecho la diplomacia de la isla es cumplir con las expectativas que vienen con su rol de garante de las conversaciones.
Ahora, al parecer, Colombia está considerando dar un nuevo golpe diplomático. Año tras año, desde 1992, se celebra un voto en la ONU condenando el embargo económico contra la isla. Históricamente, el Estado colombiano ha apoyado a Cuba, reiterando su compromiso con el pueblo de ese país. El año pasado, por ejemplo, 189 países votaron a favor de levantar la sanción y solo se opusieron Israel y Estados Unidos. Sin embargo, en el voto que se celebra hoy existe la posibilidad de que la misión colombiana se abstenga o, incluso, apoye el embargo. Esto bajo el discurso engañoso de que Cuba “alberga terroristas”.
No hay motivos para esa hostilidad contra un Estado que fue esencial en las negociaciones con las Farc. Si bien es cierto que en los 80 el régimen de Fidel Castro fue un aliado de las guerrillas colombianas, ese discurso cambió. Desde que la isla renegó del alzamiento en armas como herramienta legítima, la intermediación de los Castro permitió que el Gobierno colombiano llevara a buen puerto los diálogos con las Farc. Además, la figura de Cuba como un país confiable también sirvió para instaurar la mesa de diálogo con el Eln en ese país. No en vano Noruega, el otro garante de las conversaciones, aceptó hacer parte del proceso teniendo a Cuba como garantía.
El canciller y el Gobierno insisten en estigmatizar a la isla como parte de su avanzada contra el régimen de Nicolás Maduro. Su interés por aparecer internacionalmente como un Estado fuerte contra el terrorismo puede ganar puntos con Estados Unidos, pero afecta las relaciones con otros países, no solo Cuba, y demuestra que Colombia no ha sido capaz de cumplir su palabra. Los efectos negativos de esta actitud se verán por muchos años, mientras que es muy cuestionable qué gana Colombia con su rechazo público a Cuba. Si en el voto de hoy le damos la espalda a la isla, continuaremos sellando una nefasta estrategia de política internacional.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
Nota del director. Necesitamos de lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Por favor, considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.