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Meta, la empresa dueña de Facebook, WhatsApp e Instagram, empezó el año con malas noticias: las autoridades de la Unión Europea (UE) le impusieron una multa de 390 millones de euros y, más importante aun, le dieron un plazo de tres meses para cumplir con las normas de privacidad en datos digitales que se expidieron en el bloque de 27 naciones en el 2018. En síntesis, la UE encontró que Meta no les da la opción a los usuarios de utilizar sus plataformas sin ceder todos los derechos sobre el tipo de anuncios comerciales que ven. Es un golpe fuerte a las finanzas de Meta, que ya venía en problemas, y por fin una decisión en la tan mentada lucha de la UE contra las prácticas de las plataformas digitales.
La Unión Europea es el bloque de naciones más fuerte que se ha tomado en serio la regulación de los derechos digitales. Mientras Estados Unidos tiene normas laxas que se pueden saltar con facilidad, los europeos llevan varios años convirtiéndose en la piedra en el zapato de las empresas digitales, que están acostumbradas a comportarse sin mayores restricciones, en detrimento de los usuarios. En noviembre, ya Meta había recibido una sanción de 275 millones de euros por haber permitido la filtración de los datos de cerca de 500 millones de usuarios. Ahora, con la nueva medida, hay un golpe más certero a la esencia del negocio de Meta.
El asunto es el siguiente: cuando alguien acepta los términos y condiciones de Facebook, por ejemplo, también está permitiendo que Meta recopile toda la información necesaria para vendérsela a los anunciantes y así mostrarle anuncios personalizados. Durante años, esa ha sido la principal estrategia de obtener dinero para Meta. Solo en el 2021, según The New York Times, obtuvo US$118.000 millones por vender anuncios. El problema es que, como varias organizaciones de la sociedad civil llevan años denunciando, se trata de una práctica que viola la privacidad y no les da opciones a los usuarios para protegerse.
Entonces, la UE acaba de decidir que Meta necesita darles la opción a los usuarios, no simplemente obligarlos a llenar los términos y condiciones, so pena de que, si no los aceptan, no pueden usar ninguna de las apps de la empresa. Es un duro golpe al modelo de negocio, pues hay evidencia de que las personas, cuando tienen la opción, no desean compartir información de manera indiscriminada. El año pasado, Apple instauró una medida para que sus usuarios elijan qué aplicaciones les pueden hacer seguimiento, y muchos han bloqueado a Facebook y otras de hacerlo.
Es verdad que las autoridades europeas se demoraron en actuar, pero la decisión puede marcar un precedente que, esperamos, se aplique en todo el mundo. No solo con esta decisión, sino con todas las que vendrán sobre Twitter y TikTok que, hasta ahora, no han tenido regulación alguna. Los derechos digitales son derechos humanos y hay que tomárselos en serio. Durante muchos años las plataformas han actuado impunes y de manera irresponsable.
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