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Es un buen momento para hablar de los jóvenes. En un comunicado muy bien recibido y que ayuda a ir tramitando acuerdos necesarios en torno al paro nacional, el Gobierno anunció matrícula cero para el 97 % de los estudiantes que se encuentran en el sistema público colombiano. También hay la promesa de convertir esa medida en una política de Estado. Es un excelente primer paso para bajar la tensión de las manifestaciones. Sin embargo, para comprender por qué la juventud está en las calles tenemos que incluir otro factor necesario: el desempleo sigue afectando de manera desproporcionada a los colombianos más jóvenes.
Empecemos por las cifras. En columna reciente para El Espectador, el economista Gonzalo Hernández nos resume un panorama desolador: “La tasa de desempleo de los jóvenes está alrededor del 24 %, ¡31 % para las mujeres jóvenes!; uno de cada tres jóvenes ni estudia ni trabaja; ¡la incidencia de la pobreza llega al 51 % si el jefe de hogar es menor de 25 años!, y si se trata de jefa de hogar, la pobreza es mayor”. Es decir, aunque la discusión en torno a los jóvenes suele centrarse en la educación, como lo discutido con la matrícula cero, hay un problema urgente que va de la mano: cuando se gradúan no encuentran opciones de subsistencia.
Por eso es tan frustrante para muchos manifestantes jóvenes la realidad del país. Estamos viendo una generación entera que se enfrenta a la ausencia de oportunidades. No pueden estudiar ni tampoco encuentran trabajo. La pobreza es una amenaza latente. Además, la desigualdad de género empeora. Ya vimos que son las mujeres en el país las más golpeadas por el desempleo sin control. Una pista para los tomadores de decisiones, los negociadores del Gobierno y el mismo Comité del Paro está en estos hechos: necesitamos más empleos. Hay propuestas sobre la mesa de planes de emergencia que deben considerarse.
Dicho lo anterior, decretar la matrícula cero para el segundo semestre de 2021 es una buena decisión por parte del Gobierno. Además, el presidente Iván Duque dijo: “Hemos escuchado el clamor de las familias y los estudiantes. Todos los colombianos tenemos un gran propósito, que es poder hacer de esto una política de Estado sostenible y permanente, y en ello seguiremos trabajando”. Si se logra y con la nueva reforma tributaria se garantiza que en Colombia la educación universitaria, técnica y tecnológica sea gratuita para las personas más vulnerables, será una excelente reconfiguración de las prioridades del Estado. Más accesibilidad a la educación es siempre una buena inversión.
Persisten algunas críticas que deberían tenerse en cuenta. Como escribió el profesor y economista Marc Hofstetter en su cuenta de Twitter, “tantos años de esfuerzo, recursos y neuronas construyendo el Sisbén para focalizar mejor la acción del Estado y terminamos otra vez focalizando por estrato”. Cierto. El sistema de estratos está mandado a recoger y no es la manera de garantizar que la matrícula cero beneficie a quienes la necesitan. Para proteger los recursos del Estado y evitar trampas, el Gobierno haría bien en cambiar la estrategia de focalización.
Los jóvenes del país están en una crisis que los ha afectado de manera desproporcionada. Celebramos el acuerdo de la matrícula cero. El próximo debería considerar los problemas de empleo en medio de la pandemia.
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