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Por fin en el Congreso de la República se están escuchando voces sensatas. Durante la aprobación en segundo debate de la regulación del cannabis en Colombia, el representante a la Cámara Daniel Carvalho encarnó la historia de innumerables colombianos: “Hace 25 años fumo marihuana y eso no me ha impedido graduarme como ingeniero civil con las mejores notas, graduarme de dos maestrías con las mejores notas, ser un buen hijo, un buen amigo y ser un buen profesional, tres veces elegido por votación popular a diferentes cargos”. Todo lleva a una conclusión a la que debimos llegar como país hace muchos años: no hay razones para prohibir el cannabis.
La aprobación de la regulación del cannabis en segundo debate es histórica. Aunque faltan seis debates más, pues lo que se está proponiendo es una modificación de la Constitución mediante un acto legislativo, parece que en esta ocasión sí triunfará el sentido común. Lo dijo el representante a la Cámara Juan Carlos Losada, quien ha estado impulsando durante años este proyecto: “Siempre nos habíamos quedado en este debate: nunca habíamos podido pasar de la plenaria de la Cámara y espero que con esto podamos pasar los ochos debates (...) Presidente Petro, acá estamos cumpliendo con su mandato para cambiar la política de drogas”.
De aprobarse, el artículo 49 de la Constitución diría que la prohibición de las drogas “NO aplicará para el porte y consumo por parte de mayores de edad del cannabis y sus derivados. Tampoco aplicará para la destinación científica de estas sustancias, siempre y cuando se cuente con las licencias otorgadas por la autoridad competente”. Ya era hora.
El testimonio del representante Carvalho apunta a una realidad que las posturas ultraconservadoras no han querido reconocer. En Colombia llevamos décadas consumiendo marihuana de manera recreativa, la prohibición no solo fracasó junto con la guerra más amplia contra las drogas, sino que desde el punto de vista científico no tiene ningún fundamento en el caso del cannabis. Mientras otros países tienen industrias crecientes y boyantes de venta de cannabis legal, regulado y con impuestos que favorecen a toda la ciudadanía, en Colombia seguimos atrincherados en argumentos falsos como que la marihuana es una droga de entrada para otras más fuertes. De hecho, lo que demuestra la experiencia global es que la gran mayoría de los consumidores de marihuana lo hacen de manera controlada y segura.
También hay un asunto esencial de fondo que es la libertad individual. ¿Por qué alguien, en su total autonomía, no puede decidir qué consumir y qué no? Claro, hay prohibiciones que supeditan el interés individual a la seguridad nacional y a la salud pública. Pero en el caso del cannabis, que no es una droga peor que los cigarrillos y el alcohol, no estamos resguardando ningún fin ulterior. Y sí, en cambio, estamos violando el libre desarrollo de la personalidad, uno de los principios básicos de nuestra Constitución.
Es hora del cannabis legal y regulado. Ya llevamos décadas de hipocresía y estrategias fallidas que debemos abandonar.
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