El presidente de la República, Gustavo Petro, anunció los dos primeros cambios en su gabinete de ministros. Salen del Gobierno dos figuras que fueron importantes en este tiempo y dejaron su impronta, pero acusaban cansancio. Al cierre de esta edición, Luis Fernando Velasco abandona el Ministerio del Interior, aunque no se ha anunciado su reemplazo. Mientras tanto, Néstor Osuna, quien lideró debates difíciles y que no pudieron concretar una prometida reforma a la justicia, deja su puesto en el Ministerio de Justicia por Ángela María Buitrago, otra jurista con amplia carrera en la persecución criminal. En vísperas de reconocer cómo se reajusta la Casa de Nariño para los últimos dos años de mandato del presidente Petro, es buen momento de reconocer las buenas labores que adelantaron los que se van.
Velasco tuvo uno de los puestos más difíciles en el Gobierno. Llegó como una figura que buscaba enlazar a los políticos tradicionales con la administración Petro, que con el tiempo se fue posicionando de forma hostil con el Congreso. El excongresista liberal, en disidencia de César Gaviria en su partido, tenía amplia experiencia en el tejemaneje de la Rama Legislativa y buscó posicionarse como un conciliador. Fue difícil, pues los constantes aspavientos del presidente Petro echaron para atrás avances en, por ejemplo, la propuesta a la reforma a la salud. En varias ocasiones, Velasco tuvo que entrar en el debate público y en los diálogos uno a uno con los congresistas, a restarles impacto a los discursos del mandatario. En ese esfuerzo su balance es agridulce: mientras la reforma a la salud y la ley estatutaria de educación se estrellaron estruendosamente, Velasco puede decir con orgullo que fue esencial para la aprobación de la reforma pensional. Aunque su jugadita en el último debate puede condenarla en la Corte Constitucional.
Por su parte, Osuna, desde el principio del Gobierno, se posicionó como una voz venerable y conciliadora. No la tenía fácil: la administración Petro llegó a promover una necesaria reforma al sistema penitenciario. Hubo muchas ideas y discusiones, pero en la práctica el ministro se va del cargo sin aterrizar la mentada reforma a la justicia. Los asesinatos de funcionarios del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) demostraron, en particular este año, que la crisis de las cárceles se le salió de control al Gobierno. Hace falta una solución profunda. Adicionalmente, los rumores sobre una ley de punto final enrarecieron la labor del Ministerio de Justicia. La pregunta abierta es: ¿en qué gastará sus energías el Ministerio en lo que queda de gobierno? ¿Cuándo se destaparán esas cartas?
Da buena señal, dicho lo anterior, la llegada de Ángela María Buitrago al Ministerio de Justicia. Ternada para la Fiscalía por el presidente Petro, es reconocida por su labor como fiscal, investigadora y académica. Sigue la tradición de Osuna: un perfil respetado en los sectores de experticia que tiene ideas renovadoras. Su reto es demostrar que el Gobierno le puede hacer frente a la crisis del Inpec y, al mismo tiempo, impulsar reformas útiles para el país.
Mientras el presidente Petro piensa en qué más cambios hacer, debería tomar la mejor característica de Velasco y de Osuna: personas conciliadoras, abiertas al diálogo, concentradas en aprobar las mejores reformas posibles. Es una buena ruta para los dos años de gobierno restantes.
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El presidente de la República, Gustavo Petro, anunció los dos primeros cambios en su gabinete de ministros. Salen del Gobierno dos figuras que fueron importantes en este tiempo y dejaron su impronta, pero acusaban cansancio. Al cierre de esta edición, Luis Fernando Velasco abandona el Ministerio del Interior, aunque no se ha anunciado su reemplazo. Mientras tanto, Néstor Osuna, quien lideró debates difíciles y que no pudieron concretar una prometida reforma a la justicia, deja su puesto en el Ministerio de Justicia por Ángela María Buitrago, otra jurista con amplia carrera en la persecución criminal. En vísperas de reconocer cómo se reajusta la Casa de Nariño para los últimos dos años de mandato del presidente Petro, es buen momento de reconocer las buenas labores que adelantaron los que se van.
Velasco tuvo uno de los puestos más difíciles en el Gobierno. Llegó como una figura que buscaba enlazar a los políticos tradicionales con la administración Petro, que con el tiempo se fue posicionando de forma hostil con el Congreso. El excongresista liberal, en disidencia de César Gaviria en su partido, tenía amplia experiencia en el tejemaneje de la Rama Legislativa y buscó posicionarse como un conciliador. Fue difícil, pues los constantes aspavientos del presidente Petro echaron para atrás avances en, por ejemplo, la propuesta a la reforma a la salud. En varias ocasiones, Velasco tuvo que entrar en el debate público y en los diálogos uno a uno con los congresistas, a restarles impacto a los discursos del mandatario. En ese esfuerzo su balance es agridulce: mientras la reforma a la salud y la ley estatutaria de educación se estrellaron estruendosamente, Velasco puede decir con orgullo que fue esencial para la aprobación de la reforma pensional. Aunque su jugadita en el último debate puede condenarla en la Corte Constitucional.
Por su parte, Osuna, desde el principio del Gobierno, se posicionó como una voz venerable y conciliadora. No la tenía fácil: la administración Petro llegó a promover una necesaria reforma al sistema penitenciario. Hubo muchas ideas y discusiones, pero en la práctica el ministro se va del cargo sin aterrizar la mentada reforma a la justicia. Los asesinatos de funcionarios del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec) demostraron, en particular este año, que la crisis de las cárceles se le salió de control al Gobierno. Hace falta una solución profunda. Adicionalmente, los rumores sobre una ley de punto final enrarecieron la labor del Ministerio de Justicia. La pregunta abierta es: ¿en qué gastará sus energías el Ministerio en lo que queda de gobierno? ¿Cuándo se destaparán esas cartas?
Da buena señal, dicho lo anterior, la llegada de Ángela María Buitrago al Ministerio de Justicia. Ternada para la Fiscalía por el presidente Petro, es reconocida por su labor como fiscal, investigadora y académica. Sigue la tradición de Osuna: un perfil respetado en los sectores de experticia que tiene ideas renovadoras. Su reto es demostrar que el Gobierno le puede hacer frente a la crisis del Inpec y, al mismo tiempo, impulsar reformas útiles para el país.
Mientras el presidente Petro piensa en qué más cambios hacer, debería tomar la mejor característica de Velasco y de Osuna: personas conciliadoras, abiertas al diálogo, concentradas en aprobar las mejores reformas posibles. Es una buena ruta para los dos años de gobierno restantes.
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