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¿Qué nos queda de Hidroituango?

05 de diciembre de 2020 - 03:00 a. m.
¿Cambiará la forma de planear y ejecutar proyectos ambiciosos o se seguirá promoviendo la idea de que lo ocurrido fue inevitable y que no se hizo nada mal?  Foto: AFP
¿Cambiará la forma de planear y ejecutar proyectos ambiciosos o se seguirá promoviendo la idea de que lo ocurrido fue inevitable y que no se hizo nada mal? Foto: AFP
Foto: AFP - JOAQUIN SARMIENTO
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Siete años de malas decisiones. Esa es la conclusión de la Contraloría General de la Nación sobre Hidroituango, uno de los proyectos más ambiciosos en la historia del país y de cuyo futuro aún depende buena parte del suministro de energía para Colombia. Más allá de todas las consideraciones políticas, que son importantes cuando se anuncia un juicio de responsabilidad fiscal que terminará en plena jornada electoral de 2022, el ruido surgido en torno a este escándalo no debe evitar que todos los involucrados reflexionen sobre lo que se hizo mal y se tomen medidas para que algo así no ocurra en el futuro. Las voces de las comunidades, de los expertos ambientalistas y de quienes pedían más cautela tienen que ser recordadas y evaluadas, además de las responsabilidades que defina la investigación en curso. El fracaso rotundo de estos años de tropiezos es un dolor que Colombia no puede ni debe ignorar.

Desde el principio, Hidroituango nació en medio de polémicas. Los reclamos de las comunidades y las advertencias de expertos en el territorio no fueron escuchados bajo la premisa de que se trataba de un proyecto ambicioso y necesario. Sí, es verdad que el país se va a beneficiar de la hidroeléctrica cuando se ponga en funcionamiento. También es cierto que, en términos de energías menos dañinas para el ambiente, es bueno que se haya realizado esta inversión. Pero eso no borra que en el proceso se tomaron decisiones apresuradas, se cometieron errores costosísimos y no se abrieron espacios suficientes de diálogo y reflexión. ¿Qué nos queda después del afán y la arrogancia? Un desastre cuyos efectos se sentirán por décadas.

Para el contralor Carlos Felipe Córdoba, “las fallas en la hidroeléctrica son el resultado de una cadena de errores desde la planeación, diseño y ejecución”. Sus conclusiones, que han sido acusadas de tener intereses políticos, ya habían sido propuestas por distintas voces desde antes. Es evidente que la hidroeléctrica no entró en operación cuando se había estimado, que la obra terminó costando mucho más de los $6 billones presupuestados en un principio y que en 2018 se causó un serio detrimento ambiental y social a los municipios cercanos a la presa.

La Contraloría estima que el daño fiscal se acerca a unos $2,9 billones, y por eso imputó a 28 personas, incluyendo a Aníbal Gaviria, exalcalde de Medellín (2012-2015); a Luis Alfredo Ramos, exgobernador de Antioquia (2008-2011); al también exgobernador Sergio Fajardo (2012-2016) y al exalcalde Alonso Salazar (2008-2011). Todavía no hay una decisión, pues el proceso permite que los imputados se defiendan y se estima que esto pueda llegar hasta 2022, justo en la mitad de la carrera por la Presidencia.

Por supuesto, si hubo negligencia u omisión, deberán responder los involucrados. Pero la pregunta de fondo permanece: ¿qué aprenderá Colombia de este desastre? ¿Cambiará la forma de planear y ejecutar proyectos ambiciosos? ¿Seguirán primando los razonamientos económicos sobre los ambientales y sociales? ¿O se seguirá promoviendo la idea de que lo ocurrido fue inevitable y que no se hizo nada mal? Después de siete años de malas decisiones, ¿qué nos queda?

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Fernando(80045)12 de diciembre de 2020 - 07:23 p. m.
Los recursos invertidos en Hidroituango, tengo entendido "son" de la gobernación de Antioquia en un 52% y de EPM, es decir de "todos". Toca pensar en los costos de oportunidad de estos recursos y en el daño que este representa para EPM, que era insignia de gestión y gobierno corporativo. Ahora se debe terminar bien este proyecto, empezar a resarcir los daños causados e investigar sin sesgos....
Celyceron(11609)05 de diciembre de 2020 - 09:29 p. m.
Qué nos queda? Lo de siempre. Una enorme deuda social, con poblaciones ribereñas que perdieron el río, fuente de su sustento y su lugar de vivienda. Los intereses económicos primarán siempre, porque los burócratas necesitan llenar sus bolsillos. Razonamientos ambientales y sociales? Cuándo han pensado en ellos? Se nota la desidia en lo ambiental. Basta ver en lo que va quedando la Amazonia.
Atenas(06773)05 de diciembre de 2020 - 07:37 p. m.
Cuán fácil es en el vida ser sentencioso y apocalíptico. Manía de la q' mucho gustan quienes son incapaces de edificar algo hasta en el plano personal. Y en su mala fe e ignorancia ni siquiera presumen q' en tan grandes proyectos la exposición al riesgo es inherente e inevitable. Tamaños desastres igual los ha habido en grandes naciones, y no hacen de ello un sucio juego político.
  • Arturo(82083)05 de diciembre de 2020 - 09:22 p. m.
    Precisamente en tan grandes proyectos, donde "la exposicion al riesgo es evidente e inevitable" es NECESARIO escoger al mas experto y mas capacitado para resolver imprevistos similares. De los 7 aspirantes, 6 eran empresas de reconocida experiencia y enorme capacidad a nivel mundial pero los "sabios" dirigentes politicos las desecharon y escogieron a dedo a EPM, la unica sin experiencia. INFAMIA
Alberto(3788)05 de diciembre de 2020 - 06:49 p. m.
¿Porqué será que el contralor no incluyó al sr. Fico, porqué será...?
  • Alberto(3788)05 de diciembre de 2020 - 11:53 p. m.
    Gracias.
  • Arturo(82083)05 de diciembre de 2020 - 09:52 p. m.
    El "Che" Fico no participó en las decisiones que ocasionaron el desastre y las perdidas económicas porque se tomaron hasta fines de 2015. Pero si tendrá que rendir cuentas a la Procuraduria, entre otras cosas, por el manejo de la emergencia, el tema de los reaseguros, y el tapen! tapen! para no perjudicar a "aliados estrategicos" de EPM. Casi linchan al actual alcalde por destapar, Y TENIA RAZON
Adrianus(87145)05 de diciembre de 2020 - 02:53 p. m.
Algunos defensores como Héctor Abad piensan que no se hizo nada mal, pero los hechos hablan por sí mismo. Lo de las chambonadas en las obras en Polombia son una tradición. Elefantes blancos, puentes y edificios fallidos, un túnel en una sola dirección y 14 años en construcción, REFICAR, Bioenergy, entre otros exabruptos, porque la lista es infinita. Con ello la dirigencia roba y roba y roba.
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