El fallecimiento de la jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos Ruth Bader Ginsburg (RBG) es una lamentable noticia para quienes promueven la igualdad de género, el respeto por la diversidad, disienten sin fanatismos ni odios y creen que la ley debe defender a los más vulnerables. Las mujeres pierden un referente obligado, ya que ella era una leyenda en vida y a sus 87 años inspiró a varias generaciones. Su muerte tendrá implicaciones importantes en la actual campaña presidencial, por su eventual reemplazo, lo que ya genera una nueva división interna.
Consciente de lo que significaba su presencia, y la nominación de un conservador en su lugar, pospuso su retiro en 2017 para que Donald Trump no utilizara la vacancia en su favor. La actual administración ha nominado a dos de los nueve integrantes de la Corte, lo que deja un desbalance de cinco jueces de orientación más retrógrada contra cuatro liberales. El hecho de que el cáncer finalmente le haya ganado la batalla a RBG variaría esta relación de seis a tres. Al ser vitalicios los jueces, la visión garantista de los derechos de las mujeres, en especial, podría sufrir un cambio sustancial en la sociedad estadounidense. RBG pidió a su nieta que no se le sustituyera hasta que pasaran las elecciones del 3 de noviembre. Dado que el presidente Donald Trump ya anunció que nominará a su reemplazo de inmediato, todo indica que más que el tema de la pandemia, el eje de la campaña va a girar hacia este nuevo tema. Los dos partidos buscarán movilizar a su electorado para reivindicar, en el caso de los demócratas, o modificar, en el caso de los republicanos, el legado de la fallecida jueza.
Su legado se deriva del hecho de que en Estados Unidos los fallos de la Corte tienen una gran trascendencia. De allí que una decisión o el fundamento disidente frente a la misma continúen teniendo vigencia a través del tiempo. Ruth Bader Ginsburg rompió con todos los esquemas desde que se graduó en los años 50 como abogada. A comienzos de los 70 ingresó a la organización de derechos civiles de Estados Unidos ACLU, donde brilló por los casos que ganó ante los tribunales, incluso ante la Corte Suprema. Los temas de igualdad de la mujer, el derecho al aborto, temas de raza, religión o de la comunidad LGBTI le abrieron la puerta para ser nominada en 1993 y convertirse en la segunda mujer en llegar al alto tribunal. En 1975 demostró que por un tema sexual no se debía discriminar a un joven viudo, Stephen Wiesenfeld, pues no se le autorizaba la seguridad social para criar a su bebé, por ser hombre. El fallo a su favor fue histórico.
De momento, el candidato presidencial demócrata, Joe Biden, ha considerado “un abuso de poder” si se lleva a cabo la votación en estos 45 días. Ya Trump había mencionado hace un año los nombres de dos jueces conservadoras, Amy Coney Barrett y Barbara Lagoa, como posibles reemplazos. Dado que la mayoría republicana en el Senado es de 53 a 47, tendrían los votos para hacerlo. Sin embargo, al menos dos senadoras republicanas han dado a entender que no lo harían. Con dos más se bloquearía la elección. En especial porque hace cuatro años, a diez meses de las elecciones, los republicanos del Senado le dijeron a Barack Obama que no se debía nominar y elegir el reemplazo de un juez que había fallecido en un año electoral. Ahora el mismo líder de la bancada republicana, Mitch McConell, actúa de manera contraria.
“Descansa, ya nos encargamos nosotras a partir de ahora”, se leía en uno de los letreros que portaban mujeres jóvenes frente a la sede de la Corte Suprema, para rendirle un homenaje a RBG tras su muerte. Precisamente el mejor legado que deja un ser humano que cambió, para bien, la interpretación de la ley en Estados Unidos es el de mantener no solo sus enseñanzas jurídicas, sino la forma respetuosa, incluyente y no exenta de humor que la distinguió siempre. Ruth Bader Ginsburg es, desde ya, una leyenda.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
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El fallecimiento de la jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos Ruth Bader Ginsburg (RBG) es una lamentable noticia para quienes promueven la igualdad de género, el respeto por la diversidad, disienten sin fanatismos ni odios y creen que la ley debe defender a los más vulnerables. Las mujeres pierden un referente obligado, ya que ella era una leyenda en vida y a sus 87 años inspiró a varias generaciones. Su muerte tendrá implicaciones importantes en la actual campaña presidencial, por su eventual reemplazo, lo que ya genera una nueva división interna.
Consciente de lo que significaba su presencia, y la nominación de un conservador en su lugar, pospuso su retiro en 2017 para que Donald Trump no utilizara la vacancia en su favor. La actual administración ha nominado a dos de los nueve integrantes de la Corte, lo que deja un desbalance de cinco jueces de orientación más retrógrada contra cuatro liberales. El hecho de que el cáncer finalmente le haya ganado la batalla a RBG variaría esta relación de seis a tres. Al ser vitalicios los jueces, la visión garantista de los derechos de las mujeres, en especial, podría sufrir un cambio sustancial en la sociedad estadounidense. RBG pidió a su nieta que no se le sustituyera hasta que pasaran las elecciones del 3 de noviembre. Dado que el presidente Donald Trump ya anunció que nominará a su reemplazo de inmediato, todo indica que más que el tema de la pandemia, el eje de la campaña va a girar hacia este nuevo tema. Los dos partidos buscarán movilizar a su electorado para reivindicar, en el caso de los demócratas, o modificar, en el caso de los republicanos, el legado de la fallecida jueza.
Su legado se deriva del hecho de que en Estados Unidos los fallos de la Corte tienen una gran trascendencia. De allí que una decisión o el fundamento disidente frente a la misma continúen teniendo vigencia a través del tiempo. Ruth Bader Ginsburg rompió con todos los esquemas desde que se graduó en los años 50 como abogada. A comienzos de los 70 ingresó a la organización de derechos civiles de Estados Unidos ACLU, donde brilló por los casos que ganó ante los tribunales, incluso ante la Corte Suprema. Los temas de igualdad de la mujer, el derecho al aborto, temas de raza, religión o de la comunidad LGBTI le abrieron la puerta para ser nominada en 1993 y convertirse en la segunda mujer en llegar al alto tribunal. En 1975 demostró que por un tema sexual no se debía discriminar a un joven viudo, Stephen Wiesenfeld, pues no se le autorizaba la seguridad social para criar a su bebé, por ser hombre. El fallo a su favor fue histórico.
De momento, el candidato presidencial demócrata, Joe Biden, ha considerado “un abuso de poder” si se lleva a cabo la votación en estos 45 días. Ya Trump había mencionado hace un año los nombres de dos jueces conservadoras, Amy Coney Barrett y Barbara Lagoa, como posibles reemplazos. Dado que la mayoría republicana en el Senado es de 53 a 47, tendrían los votos para hacerlo. Sin embargo, al menos dos senadoras republicanas han dado a entender que no lo harían. Con dos más se bloquearía la elección. En especial porque hace cuatro años, a diez meses de las elecciones, los republicanos del Senado le dijeron a Barack Obama que no se debía nominar y elegir el reemplazo de un juez que había fallecido en un año electoral. Ahora el mismo líder de la bancada republicana, Mitch McConell, actúa de manera contraria.
“Descansa, ya nos encargamos nosotras a partir de ahora”, se leía en uno de los letreros que portaban mujeres jóvenes frente a la sede de la Corte Suprema, para rendirle un homenaje a RBG tras su muerte. Precisamente el mejor legado que deja un ser humano que cambió, para bien, la interpretación de la ley en Estados Unidos es el de mantener no solo sus enseñanzas jurídicas, sino la forma respetuosa, incluyente y no exenta de humor que la distinguió siempre. Ruth Bader Ginsburg es, desde ya, una leyenda.
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