Es tiempo de que el gobierno de Gustavo Petro apriete a todos los criminales que no han querido aprovechar la oportunidad de dialogar con el Estado colombiano. La ambivalencia de Iván Mordisco, líder de una sección del Estado Mayor Central (EMC), así como las constantes contradicciones de la guerrilla del ELN exigen que las autoridades les recuerden que, si bien hay una voluntad de paz, esta va acompañada de la persecución implacable por traicionar a los colombianos y sembrar terror. Allí donde se ha cumplido el cese, es necesario seguir ofreciendo opciones de avanzar, pero no podemos quedarnos esperando frente a los caprichos de personas más interesadas en fortalecer sus organizaciones cercanas al narcotráfico y la violencia.
El Gobierno está viendo cómo los grupos criminales se fraccionan. El Estado Mayor Central tiene una seria división: por un lado están los 1.651 integrantes que conforman los bloques del frente Jorge Briceño, la facción Martín Villa, el bloque occidental Jacobo Arenas, que responden a Iván Mordisco y ya no están en la mesa. Por otro, están 941 integrantes de los bloques Magdalena Medio y bloque suroriental, que han respetado el cese y no han querido patear lo avanzado en la mesa. Camilo González Posso, jefe negociador del Gobierno nacional, fue claro este martes: “La mesa continúa con el Bloque Briceño, que abarca el Magdalena Medio, Catatumbo, parte de Antioquia y sur de Bolívar. Con los otros sectores en este momento están congeladas las conversaciones (...) Solamente tenemos un proceso con quienes están en el cese al fuego y respetando todos los protocolos de acuerdo firmados”. No podría ser de otra manera. Aquellos que traicionen lo pactado y sigan apostando por la sangre son traidores que deben enfrentar todo el peso de la ley.
Ya lo había anunciado, en entrevista con Colombia+20 de El Espectador, Alexánder Mendoza, conocido como Calarcá Córdoba. Refiriéndose a la falta de unidad de mando, dijo que “en este ejercicio se ve y eso no se puede negar”, e insistió en un mensaje que deberían escuchar no solo Mordisco, sino también la comandancia del ELN: “Yo estoy claro de que si yo me siento a hablar con el enemigo, en este caso con el Estado, en el camino del diálogo va a haber muchas contradicciones, va a haber muchas escaramuzas, cosas que nos toca enfrentar, pero en la mesa, porque para eso estamos sentados en la mesa; de lo contrario, eso no sería un diálogo de un grupo rebelde con el Estado colombiano. Bajo eso, yo estoy claro de que se pueden presentar muchas cosas en el diálogo, pero que se pueden remediar ahí”. La sensatez, lo repetimos, necesita encontrar eco en los alzados en armas.
El Gobierno nacional no puede seguir esperando a los intransigentes. Año y medio de buena voluntad han sido respondidos con violencia, por lo que las autoridades deben hacerse sentir. El tiempo se agota para Iván Mordisco y tampoco acepta más dilaciones por parte del ELN. El país entero quiere la paz, pero no a cualquier precio.
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Es tiempo de que el gobierno de Gustavo Petro apriete a todos los criminales que no han querido aprovechar la oportunidad de dialogar con el Estado colombiano. La ambivalencia de Iván Mordisco, líder de una sección del Estado Mayor Central (EMC), así como las constantes contradicciones de la guerrilla del ELN exigen que las autoridades les recuerden que, si bien hay una voluntad de paz, esta va acompañada de la persecución implacable por traicionar a los colombianos y sembrar terror. Allí donde se ha cumplido el cese, es necesario seguir ofreciendo opciones de avanzar, pero no podemos quedarnos esperando frente a los caprichos de personas más interesadas en fortalecer sus organizaciones cercanas al narcotráfico y la violencia.
El Gobierno está viendo cómo los grupos criminales se fraccionan. El Estado Mayor Central tiene una seria división: por un lado están los 1.651 integrantes que conforman los bloques del frente Jorge Briceño, la facción Martín Villa, el bloque occidental Jacobo Arenas, que responden a Iván Mordisco y ya no están en la mesa. Por otro, están 941 integrantes de los bloques Magdalena Medio y bloque suroriental, que han respetado el cese y no han querido patear lo avanzado en la mesa. Camilo González Posso, jefe negociador del Gobierno nacional, fue claro este martes: “La mesa continúa con el Bloque Briceño, que abarca el Magdalena Medio, Catatumbo, parte de Antioquia y sur de Bolívar. Con los otros sectores en este momento están congeladas las conversaciones (...) Solamente tenemos un proceso con quienes están en el cese al fuego y respetando todos los protocolos de acuerdo firmados”. No podría ser de otra manera. Aquellos que traicionen lo pactado y sigan apostando por la sangre son traidores que deben enfrentar todo el peso de la ley.
Ya lo había anunciado, en entrevista con Colombia+20 de El Espectador, Alexánder Mendoza, conocido como Calarcá Córdoba. Refiriéndose a la falta de unidad de mando, dijo que “en este ejercicio se ve y eso no se puede negar”, e insistió en un mensaje que deberían escuchar no solo Mordisco, sino también la comandancia del ELN: “Yo estoy claro de que si yo me siento a hablar con el enemigo, en este caso con el Estado, en el camino del diálogo va a haber muchas contradicciones, va a haber muchas escaramuzas, cosas que nos toca enfrentar, pero en la mesa, porque para eso estamos sentados en la mesa; de lo contrario, eso no sería un diálogo de un grupo rebelde con el Estado colombiano. Bajo eso, yo estoy claro de que se pueden presentar muchas cosas en el diálogo, pero que se pueden remediar ahí”. La sensatez, lo repetimos, necesita encontrar eco en los alzados en armas.
El Gobierno nacional no puede seguir esperando a los intransigentes. Año y medio de buena voluntad han sido respondidos con violencia, por lo que las autoridades deben hacerse sentir. El tiempo se agota para Iván Mordisco y tampoco acepta más dilaciones por parte del ELN. El país entero quiere la paz, pero no a cualquier precio.
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