Se va aclarando el escándalo de Hidroituango; hay que reconstruir el daño
Celebramos que las aseguradoras hayan pagado el dinero del daño patrimonial causado por el desastre en Hidroituango. Es una lástima que se siga utilizando un hecho imprevisible para fomentar rencillas políticas, desprestigiar a empresas nacionales y tratar de alterar el proceso electoral. Lo más importante para Antioquia y el país es que el proyecto de generación de energía entre en funcionamiento este año y el resto de las obras se puedan ejecutar sin contratiempos.
Hizo bien la Contraloría en aceptar el pago de las aseguradoras y dar por terminado el proceso de responsabilidad fiscal. Desde un principio se dijo que serían ellas las encargadas de pagar por los daños y, en efecto, así fue, en un reconocimiento de que el actuar de todos los involucrados fue diligente dentro de lo que podía esperarse en medio de una catástrofe. El ente de control fiscal, usando una discrecionalidad a veces abusiva, estaba creando un precedente preocupante para cualquier servidor público.
Por supuesto, con la noticia empezó el juego de la lucha política. El alcalde de Medellín, Daniel Quintero, escribió en Twitter: “Recuperamos $4,3 billones en Hidroituango”. Por su parte, Alonso Salazar, exalcalde de Medellín, y Sergio Fajardo, exgobernador de Antioquia, dijeron que la decisión de la Contraloría demostraba que no hicieron nada incorrecto. A lo que el mandatario actual de los paisas respondió con violencia: “Deberías dar las gracias”, dijo, refiriéndose a Fajardo. “No todos los colombianos tienen tantos beneficios cuando la embarran”.
No es nuestro interés entrar a mediar en discusiones políticas, pero el legado del debate de Hidroituango afecta la legitimidad de las instituciones. La Contraloría quedó tildada de perseguidora política por ciertos sectores ideológicos, el alcalde de Medellín mostró entusiasmo por aplastar a sus opositores, los exmandatarios se defendieron atacando a las instituciones, las empresas terminaron con su reputación manchada y Antioquia ha quedado en medio de una polarización preocupante. ¿Quién gana en este río revuelto?
Lo que sabemos es que Hidroituango podrá continuar operando, los recursos públicos se protegieron y la campaña política de este año seguirá sin esa decisión envenenando los debates. El reto abierto es cómo mejoramos la imagen de las instituciones y reconstruimos la confianza rota.
Hidroituango es un proyecto fundamental para la sostenibilidad energética y ambiental de Colombia, pues promete encargarse del 17 % de toda la demanda nacional de energía, a partir de un mecanismo menos agresivo con el ambiente y mil veces preferible al uso de combustibles fósiles en plantas de generación eléctrica. La propia contingencia, además, dejó enseñanzas que han servido para generar mayor conciencia en los planes sociales, económicos y ambientales de impacto sobre las comunidades locales. Por eso a todo el país le conviene que los escándalos se empiecen a solucionar de manera positiva.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
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Hizo bien la Contraloría en aceptar el pago de las aseguradoras y dar por terminado el proceso de responsabilidad fiscal. Desde un principio se dijo que serían ellas las encargadas de pagar por los daños y, en efecto, así fue, en un reconocimiento de que el actuar de todos los involucrados fue diligente dentro de lo que podía esperarse en medio de una catástrofe. El ente de control fiscal, usando una discrecionalidad a veces abusiva, estaba creando un precedente preocupante para cualquier servidor público.
Por supuesto, con la noticia empezó el juego de la lucha política. El alcalde de Medellín, Daniel Quintero, escribió en Twitter: “Recuperamos $4,3 billones en Hidroituango”. Por su parte, Alonso Salazar, exalcalde de Medellín, y Sergio Fajardo, exgobernador de Antioquia, dijeron que la decisión de la Contraloría demostraba que no hicieron nada incorrecto. A lo que el mandatario actual de los paisas respondió con violencia: “Deberías dar las gracias”, dijo, refiriéndose a Fajardo. “No todos los colombianos tienen tantos beneficios cuando la embarran”.
No es nuestro interés entrar a mediar en discusiones políticas, pero el legado del debate de Hidroituango afecta la legitimidad de las instituciones. La Contraloría quedó tildada de perseguidora política por ciertos sectores ideológicos, el alcalde de Medellín mostró entusiasmo por aplastar a sus opositores, los exmandatarios se defendieron atacando a las instituciones, las empresas terminaron con su reputación manchada y Antioquia ha quedado en medio de una polarización preocupante. ¿Quién gana en este río revuelto?
Lo que sabemos es que Hidroituango podrá continuar operando, los recursos públicos se protegieron y la campaña política de este año seguirá sin esa decisión envenenando los debates. El reto abierto es cómo mejoramos la imagen de las instituciones y reconstruimos la confianza rota.
Hidroituango es un proyecto fundamental para la sostenibilidad energética y ambiental de Colombia, pues promete encargarse del 17 % de toda la demanda nacional de energía, a partir de un mecanismo menos agresivo con el ambiente y mil veces preferible al uso de combustibles fósiles en plantas de generación eléctrica. La propia contingencia, además, dejó enseñanzas que han servido para generar mayor conciencia en los planes sociales, económicos y ambientales de impacto sobre las comunidades locales. Por eso a todo el país le conviene que los escándalos se empiecen a solucionar de manera positiva.
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