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Sigue la violencia

02 de noviembre de 2020 - 03:00 a. m.
Fotografía familiar que muestra a la ciudadana colombo-español Juana María Perea Plata. La empresaria y activista fue asesinada en Nuquí.
Fotografía familiar que muestra a la ciudadana colombo-español Juana María Perea Plata. La empresaria y activista fue asesinada en Nuquí.
Foto: Agencia EFE
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Un asesinato y un atentado que ocurrieron la semana pasada se suman a la avalancha de masacres, persecuciones y ataques a los defensores de la democracia en el país. La muerte de Juana María Perea Plata, en Nuquí (Chocó), y el ataque contra la camioneta que transportaba al senador Feliciano Valencia, reconocido líder indígena, hacen parte de un patrón amplio de violencia contra las personas que están buscando proteger la paz y obtener mejor representación de las zonas olvidadas de Colombia. Las autoridades expresaron su rechazo y se comprometieron a dar con los responsables, pero persiste la frustración de ver cómo los casos se repiten una y otra vez mientras la consolidación de la paz a escala nacional se siente como un camino muy largo pendiente de recorrer.

El asesinato de Perea resalta la situación en Nuquí. También debería servir como una crítica a los relatos nacionales. Se trataba de una extranjera que decidió residir en Colombia hace dos años para construir un ecohotel en una de las zonas más hermosas, pero más disputadas por la violencia, que hay en el país. Es todo lo que hemos intentado fomentar en la imagen de una Colombia posacuerdo: turismo sostenible en emprendimientos que impulsen al país hacia el futuro, creación de tejido social a través de proyectos productivos viables, construir allí donde más se necesita. Y pese a esto, el país le falló a Perea. Fue encontrada muerta, con un disparo en la cabeza y con sus sueños derrumbados. Era reconocida por haberse opuesto al puerto de Tribugá y expresar su descontento con el olvido de la región.

No es un caso aislado —¿cuándo lo son?—. Ya van seis homicidios reportados en la misma zona, de la mano con varios desplazamientos forzados. Los actores son los sospechosos de siempre: bandas al margen de la ley unidas con narcotraficantes que hacen y deshacen a su antojo en el territorio. Como dijo el personero de Nuquí, “necesitamos que nos escuchen. Ojalá haya inversión social en el municipio. Los grupos al margen de la ley nos están tomando ventaja y si no se ataca este problema de raíz pueda que sucedan otros hechos violentos como el de Juana”. ¿Se escuchará el grito?

Lo propio ocurrió con Valencia. El senador del partido MAIS (Movimiento Alternativo Indígena y Social), quien se ha posicionado como una de las voces de oposición más reconocidas en Colombia, fue blanco de un atentado entre los corregimientos de El Palo y Tacueyó, en el municipio de Toribío (Cauca). Por fortuna no ocurrió nada, gracias a los implementos otorgados por la Unidad Nacional de Protección (UNP); sin embargo, este tipo de situaciones no deberían presentarse. Es particularmente mórbido que Valencia se estaba trasladando a conmemorar el primer aniversario de la masacre de La Luz, en la cual fueron asesinadas cinco personas, entre ellas dos indígenas, en el casco urbano del corregimiento de Tacueyó.

Según información del Consejo Regional Indígena del Cauca, el ataque lo llevó a cabo la Columna Móvil Dagoberto Ramos, de las disidencias de las Farc, que llevan varias semanas buscando aterrorizar a la población. Como dijo el alto consejero para las víctimas, Carlos Vladimir Rodríguez, “es muy grave que quienes (defienden la paz), con la humanidad presente siempre primero, hoy tengan riesgo en sus territorios”.

Nos vemos convocados a repetir lo esencial: mientras sigan matando personas comprometidas con la democracia, Colombia no estará en paz.

¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.

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Tayrona(31467)03 de noviembre de 2020 - 12:47 a. m.
Y matan y asesinan y masacran y el lechoncito gordito bonachón y bobalicón ni se mosquea. Muy sospechoso; será que es el plan de Matarife para pescar en rio revuelto y aprovechar el desorden?.
Adrianus(87145)02 de noviembre de 2020 - 05:19 p. m.
Y el inepto presidente muestra una indiferencia atroz. Él no gobierna para todos los colombianos. Fue elegido por la ñeñemanía para los ñeñes. Como dice el programa de Duzan,la tierra de los mafiosos: mafialand.
Leonardo(28832)02 de noviembre de 2020 - 03:21 p. m.
Si los del sí argumentaron que había que hacer en los diálogos de paz porque no habíamos podido vencer a las FARC, por qué creen que podamos vencer a los que matan a líderes ahora? Se les advirtió, mientras el estado no tenga el monopolio de las armas y esté ocupando todo el territorio nacional se recrudecería la violencia tal como está ocurriendo y siempre ocurrio después de los procesos de paz
Megas Alexandros(2475)02 de noviembre de 2020 - 03:06 p. m.
¿Alguien lee estos comentarios? Si al señor Lorenzo Madrigal le molestan los comentarios a su asquerosa columna de opinión (casi siempre una sarta de lugares comunes propios de la godarria criolla) debería abstenerse de publicar nada. El mundo cambió y ya uno no puede andar escupiendo veneno sin que venga alguien y lo increpe. Que no sea cobarde, ya suficiente vitriolo lanza con sus caricaturas
Gilberto(54899)02 de noviembre de 2020 - 02:51 p. m.
Mientras los guerreistas empotrados en el poder asesinan lideres(as) sociales, masacran campesin@s, afros e indigenas para robarles sus tierras, desplazan más de ocho millones de colombian@s, corrompen el Estado y avergüenzan a toda Colombia con su titere presidente...
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