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Juan Guillermo Monsalve debería rendir indagatoria ante la Fiscalía. El caso por presunta manipulación de testigos contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez está enmarcado por los apasionamientos políticos y las maromas cuestionables de los involucrados, es cierto. También es más que justificable la desconfianza que un sector de la opinión pública y el mismo Monsalve tienen —tenemos— con el fiscal del caso, Gabriel Jaimes. Sin embargo, no colaborar con la justicia y lanzar acusaciones de conspiraciones es entrar en el juego perverso de la obstaculización. En un proceso con tanta relevancia para el país, no hay motivos para el silencio.
Lo hemos dicho: Colombia necesita que el caso Uribe llegue a una decisión. El expresidente cuenta con la presunción de inocencia hasta que un juez diga lo contrario, eso está claro. Sin embargo, que el proceso se haya alargado durante tanto tiempo y se haya empantanado con declaraciones maliciosas en contra de la Corte Suprema de Justicia, así como con la “jugadita” de renunciar al Senado, no ha hecho sino afectar la legitimidad de las instituciones. En el proceso de defensa no todo vale y la actitud por parte de uno de los líderes políticos más importantes en la historia del país ha sido muy dañina para el Estado de derecho.
Por eso mismo, el rechazo al silencio del testigo Monsalve debe ser contundente. Su abogado, Miguel Ángel del Río, dijo que “nunca antes se habían alineado tantos poderes detrás de un individuo como en el caso del testigo Juan Guillermo Monsalve”. Y acusó a la Fiscalía de querer que se retracte, dijo que el testigo “ha tenido el coraje de la verdad”, pero que no hablará “frente al chantaje de la presión” supuestamente ejercida desde el ente investigador. La promesa es que Monsalve hablará dentro de un juicio, pero no en las investigaciones previas que adelanta la Fiscalía.
Si bien todos los colombianos tienen el derecho a guardar silencio, la actitud de Monsalve y de su abogado no son comprensibles. El caso de la Corte Suprema de Justicia se construyó en torno a su declaración clave. Sin ella no hay motivos procesales para seguir manteniendo al expresidente Uribe bajo el ojo de la justicia. Con el cambio de procedimiento, le corresponde a la Fiscalía llevar a cabo las indagaciones para decidir si el caso llega o no a juicio. En ese contexto, el interrogatorio planteado se hace necesario. Negarse y gritar que hay una conspiración lo único que despierta es dudas. ¿Acaso el testimonio de Monsalve no es capaz de resistir a las contrapreguntas de la Fiscalía y de la defensa? Si la situación es tan clara, ¿por qué negarse? Incluso si fuese cierto que el ente investigador es hostil, este debe llevar a cabo los interrogatorios según procedimientos claros. ¿Por qué temerle a esa instancia? ¿No sería, de hecho, la oportunidad para corroborar esas aludidas intenciones del fiscal?
Insistimos: Monsalve debería declarar. Presionar al ente investigador no le corresponde a ningún testigo ni a ninguna persona involucrada en el caso. Esta semana sabremos la decisión del fiscal Jaimes y, sea cual fuere, es lamentable que todo en torno a este proceso haya estado empantanado por la falta de transparencia y las declaraciones rimbombantes de puro corte político. En medio de tanto ruido, los colombianos seguiremos sin saber la verdad de lo que ocurrió. Y mientras tanto, el país seguirá también sumido en la polarización y los odios políticos crecientes.
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