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Son niñas, no esposas, pero la lucha continúa

16 de noviembre de 2024 - 05:00 a. m.
La prohibición no es suficiente. Necesitamos un proyecto ambicioso de educación sexual, de conversaciones culturales y de acompañamiento.
La prohibición no es suficiente. Necesitamos un proyecto ambicioso de educación sexual, de conversaciones culturales y de acompañamiento.
Foto: Leonardo Vargas
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Por fin, por aclamación, el Congreso de la República prohibió el matrimonio infantil. Lo hizo en medio de un proyecto de ley titulado “Son niñas, no esposas”, y obtuvo el apoyo de todos los partidos oficialistas, independientes y de oposición. No deberían, sin embargo, sacar mucho pecho. Es la novena vez que se intentaba aprobar la prohibición. Todas las ocasiones anteriores los congresistas se inventaron obstáculos o mostraron su desidia con el tema, lo que llevó a una situación extraña, pues Colombia, a pesar de prometer proteger a las niñas y adolescentes, permitía el matrimonio a partir de los 14 años. Esta ley es un buen primer paso, pero falta mucho en términos de educación sexual, empoderamiento, administración de justicia y conversaciones culturales.

La situación es terrible. El Código Civil colombiano permite hoy que las niñas y adolescentes de 14 años en adelante se casen, a pesar de que esto es considerado matrimonio infantil, y hay un movimiento internacional para prohibirlo. Culturalmente, en Colombia está normalizado que niñas y adolescentes estén con parejas mucho mayores, lo que lleva a incontables abusos y a truncar sus proyectos de vida. Incluso hay familias que todavía ven en el matrimonio de sus niñas la posibilidad de mejorar condiciones económicas. La lucha, en ese sentido, apenas ha comenzado.

Los datos son dicientes. Según la Unicef, 198 menores de edad se casaron en Colombia. Nuestro país está en el puesto 20 a nivel mundial en uniones de niñas y adolescentes menores de 15 años, y en el puesto 11 en uniones antes de los 18 años. El 73,4 % de las niñas casadas lo hacen con hombres por lo menos 20 años mayores que ellas. Un tercio de las niñas en comunidades indígenas se casan con hombres que hasta les triplican la edad.

Sobre esto último, la discusión en el Congreso sirvió para ver lo mucho que nos falta. La senadora Martha Peralta, del Mais, dijo que su mamá tenía “15 años cuando (la) parió y (su) papá tenía 63″. Y explicó: “Este proyecto de ley me toca culturalmente. Yo vengo de una cultura, de un pueblo, donde nosotras somos consideradas mujeres una vez nos llega nuestro primer período. Esto merece que nos den la oportunidad de concertarlo, de dialogarlo, de que la estrategia de prevención pueda venir desde nuestros pueblos indígenas, en nuestro sentir, en nuestra lengua, en nuestros usos y costumbres. Que la política de prevención esté en los colegios indígenas, esté también en lengua. No ha sido fácil para mí, incluso desde mi misma comunidad, hablar con mis autoridades y hacer entender que son niñas”. Allí se observa que la raíz del problema sigue siendo cultural: sea en comunidades indígenas o en el resto del país, la idea de que las niñas pueden casarse desde temprana edad sigue estando vigente. Eso debe combatirse.

La prohibición no es suficiente. Necesitamos un proyecto ambicioso de educación sexual, de conversaciones culturales y de acompañamiento. Colombia sigue siendo un país hostil para las niñas y los niños; si la justicia está colapsada y si no hay recursos, poco cambiará en la práctica. El camino debe seguir andándose.

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