La información publicada por La W Radio sobre las contrataciones dentro del Fondo Nacional del Ahorro (FNA) muestra un comportamiento antiético, plagado de conflictos de interés y que muestra cómo la mermelada sigue siendo la herramienta de negociación política preferida en Colombia, sin importar quién ocupe la Casa de Nariño. Las explicaciones que ha dado hasta ahora Gilberto Rondón, presidente del FNA y cercano al Partido Liberal, no hacen más que empeorar el panorama. Cuando la política se reduce a una simple transacción de puestos de trabajo por votos se desdibuja la democracia colombiana.
La investigación de La W Radio tuvo acceso a un computador del FNA, y llegó a varios hallazgos preocupantes. Después de una reunión del gobierno de Gustavo Petro, el presidente del FNA y congresistas del Partido Liberal, a la entidad estatal llegaron 250 hojas de vida enviadas por los legisladores. De esas, por lo menos contrataron a 110 personas, mientras que 30 otras habrían sido despedidas de la entidad para abrirles espacio a los cupos de los congresistas. Para completar el desastre, las personas no tenían las calificaciones necesarias para los cargos. Como menciona la investigación de la emisora, “se han presentado para los cargos personas con licenciatura eclesiástica, un pastor de iglesia, un filólogo, un filósofo, un técnico en teología, un profesional en deporte, un técnico en atención a la primera infancia, un técnico en educación física y hasta un técnico en electricidad”.
En respuesta, el funcionario Rondón resumió cómo se hace la política en Colombia. “No sé si los representantes y senadores recibieron esos puestos o no porque no tengo la cuenta”, le dijo a La W, y agregó: “Pero lo que sí sé es que tendrían derecho a eso. Estamos en una democracia pluralista y participativa, y el que gana las elecciones gobierna con su gente… Esto no es mermelada, es una participación burocrática legal”. Incluso si no hay violaciones a la ley, y la Procuraduría ya abrió investigaciones para identificar qué ocurrió, tanto Rondón como todos los congresistas que enviaron las hojas de vida deben reconocer que el comportamiento es problemático. Más aún porque la avalancha de hojas de vida llegó en las últimas semanas, coincidencialmente mientras el gobierno de Gustavo Petro está buscando que los miembros del Partido Liberal desafíen a su colectividad y apoyen las reformas que están en trámite. Las sospechas le restan legitimidad al proceso y golpean la democracia.
Tal vez lo más preocupante es que en la respuesta de Rondón está la “normalidad” de la clase política colombiana. Los puestos de las entidades estatales no se tratan como espacios de responsabilidad para que los ocupen las personas más idóneas, sino que se reparten en “participación burocrática legal” para que los congresistas cercanos al Gobierno puedan afianzar su poder. Hoy el escándalo toca al Partido Liberal y a la administración de Gustavo Petro, pero abre una discusión pendiente mucho más amplia sobre cómo hacemos política en Colombia. Las formas, tenemos que insistir, son fundamentales.
Es necesario que haya investigaciones y que la Procuraduría le cuente al país qué ocurrió en esta avalancha de contrataciones. También sería útil un pronunciamiento del Gobierno y un cambio en el FNA que demuestre que las entidades públicas no son botines burocráticos. Es lo mínimo cuando se habla de cambiar la política colombiana.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
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La información publicada por La W Radio sobre las contrataciones dentro del Fondo Nacional del Ahorro (FNA) muestra un comportamiento antiético, plagado de conflictos de interés y que muestra cómo la mermelada sigue siendo la herramienta de negociación política preferida en Colombia, sin importar quién ocupe la Casa de Nariño. Las explicaciones que ha dado hasta ahora Gilberto Rondón, presidente del FNA y cercano al Partido Liberal, no hacen más que empeorar el panorama. Cuando la política se reduce a una simple transacción de puestos de trabajo por votos se desdibuja la democracia colombiana.
La investigación de La W Radio tuvo acceso a un computador del FNA, y llegó a varios hallazgos preocupantes. Después de una reunión del gobierno de Gustavo Petro, el presidente del FNA y congresistas del Partido Liberal, a la entidad estatal llegaron 250 hojas de vida enviadas por los legisladores. De esas, por lo menos contrataron a 110 personas, mientras que 30 otras habrían sido despedidas de la entidad para abrirles espacio a los cupos de los congresistas. Para completar el desastre, las personas no tenían las calificaciones necesarias para los cargos. Como menciona la investigación de la emisora, “se han presentado para los cargos personas con licenciatura eclesiástica, un pastor de iglesia, un filólogo, un filósofo, un técnico en teología, un profesional en deporte, un técnico en atención a la primera infancia, un técnico en educación física y hasta un técnico en electricidad”.
En respuesta, el funcionario Rondón resumió cómo se hace la política en Colombia. “No sé si los representantes y senadores recibieron esos puestos o no porque no tengo la cuenta”, le dijo a La W, y agregó: “Pero lo que sí sé es que tendrían derecho a eso. Estamos en una democracia pluralista y participativa, y el que gana las elecciones gobierna con su gente… Esto no es mermelada, es una participación burocrática legal”. Incluso si no hay violaciones a la ley, y la Procuraduría ya abrió investigaciones para identificar qué ocurrió, tanto Rondón como todos los congresistas que enviaron las hojas de vida deben reconocer que el comportamiento es problemático. Más aún porque la avalancha de hojas de vida llegó en las últimas semanas, coincidencialmente mientras el gobierno de Gustavo Petro está buscando que los miembros del Partido Liberal desafíen a su colectividad y apoyen las reformas que están en trámite. Las sospechas le restan legitimidad al proceso y golpean la democracia.
Tal vez lo más preocupante es que en la respuesta de Rondón está la “normalidad” de la clase política colombiana. Los puestos de las entidades estatales no se tratan como espacios de responsabilidad para que los ocupen las personas más idóneas, sino que se reparten en “participación burocrática legal” para que los congresistas cercanos al Gobierno puedan afianzar su poder. Hoy el escándalo toca al Partido Liberal y a la administración de Gustavo Petro, pero abre una discusión pendiente mucho más amplia sobre cómo hacemos política en Colombia. Las formas, tenemos que insistir, son fundamentales.
Es necesario que haya investigaciones y que la Procuraduría le cuente al país qué ocurrió en esta avalancha de contrataciones. También sería útil un pronunciamiento del Gobierno y un cambio en el FNA que demuestre que las entidades públicas no son botines burocráticos. Es lo mínimo cuando se habla de cambiar la política colombiana.
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