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El resultado de la consulta anticorrupción es impresionante. Aunque no se consiguió el umbral necesario para que las propuestas allí contenidas se convirtieran en un mandato ineludible, los más de once millones y medio de colombianos que decidieron salir a votar enviaron un mensaje contundente. También es esperanzador ver a una ciudadanía involucrada en la democracia y comprometida con vencer la apatía que tanto ha caracterizado los procesos electorales en el país.
No era fácil alcanzar el umbral. Se necesitaba que por lo menos un tercio del censo electoral participara en unas votaciones atípicas, sin maquinarias, sin rostros reconocidos en el tarjetón y con muchas voces influyentes denigrando la consulta y fomentando el abstencionismo. Y, aun así, la consulta se quedó a tan solos 468.922 votos de convertirse en un mandato, obtuvo más votos que los que llevaron al presidente Iván Duque a la Casa de Nariño y se convirtió en el mecanismo de participación popular con más afluencia en la historia del país. No se trata de un logro menor.
Las lecturas cínicas sobre lo ocurrido han proliferado, pero están erradas.
Son irresponsables quienes dicen que el país desperdició $300.000 millones en la consulta, pues la enorme afluencia de votantes demostró el valor que tienen los mecanismos de participación ciudadana. ¿Cuál es el afán de limitar la democracia poniéndole precio? No sobra recordar que, por cierto, muchos de quienes expresan ese argumento fueron los mismos que, cuando se propuso realizar la consulta un día antes de las elecciones presidenciales para reducir a un tercio su costo, pidieron que se aplazara. Esa es la clase de actitud que los colombianos rechazaron con sus votos.
También se equivocan quienes reclaman para sí mismos el triunfo de la consulta o quienes consideran que todo este proceso se trató de una especia de referendo en su contra (el expresidente y senador Álvaro Uribe se acercó a afirmar ese disparate en su Twitter el domingo de las votaciones).
Acertó por lo grande el presidente Iván Duque, quien no sólo cumplió su promesa de participar en la consulta, sino que en alocución a la nación recordó que esta es “una lucha que nos corresponde a todos, y todos debemos contribuir”. Haciendo un llamado a ir más allá de los partidos, dijo que “debemos empoderar a los ciudadanos para denunciar por todos los medios posibles” y pidió apoyo a las medidas anticorrupción que se encuentran en el Congreso. Los parlamentarios deberían responder con entusiasmo su llamado.
También acertaron los comités promotores de la consulta, en particular la exsenadora Claudia López y la senadora Angélica Lozano. Fueron más allá de intereses individuales y lograron crear alianzas nacionales que movilizaron a muchos colombianos en contra de la corrupción.
Finalmente, acertaron los ciudadanos que salieron a votar. En este país de abstención y desidia, vemos cómo viene creciendo una población comprometida con la democracia, involucrada en las decisiones claves de nuestra sociedad. Ojalá el impulso no se pierda y se siga trabajando para robustecer la cultura política del país. Hay mucho para celebrar con los resultados del domingo.
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