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En una sentencia con alta carga simbólica, Luz Fabiola Rubiano fue condenada por hostigamiento y actos de discriminación contra la vicepresidenta de la República, Francia Márquez. Rubiano se hizo famosa por un video en el que lanza una serie de improperios racistas contra Márquez y contra todas las personas negras de Colombia. Era importante que la justicia actuara y con esta decisión el Estado colombiano envía el mensaje inequívoco de que la violencia racial, en todas sus manifestaciones, es un acto de odio que no es tolerado en nuestra sociedad.
En abril Rubiano aceptó cargos. Esto ocurrió después de que la vicepresidenta Márquez no quisiera llegar a un acuerdo de conciliación. En su momento, la líder política dijo que “conciliar y ponerla a que se retracte no evita que el resto de la sociedad siga incurriendo en una conducta delictiva como es el odio racial”. Se trató de un gesto para darle la importancia que merecía a lo ocurrido. Reconocer la violencia de los prejuicios es entender cómo están ligados a sistemas estructurales de desigualdad y exclusión. Lo lamentable es que aquello que dijo Rubiano expresa un odio que muchas personas en Colombia profesan y que las personas negras sufren de manera rutinaria.
En el video Rubiano dijo, refiriéndose a Márquez: “Y el simio ese, que porque puso un millón de votos, se considera la berraca del paseo, pobre simio, los simios gobernando”. Luego, expandiendo su comentario para referirse a todas las personas negras, agregó: “¿Qué educación puede tener un negro? Los negros roban, atracan y matan, ¿qué educación tienen?”. Reproducimos sus palabras con toda su crudeza porque en nuestro país todavía hay quienes niegan que el racismo existe y que debe ser combatido. Rubiano pone de presente con su violencia el estigma que se comparte usualmente en privado. Cuando los movimientos afrocolombianos piden justicia y reconocer la desigualdad estructural se refieren a personas como Rubiano, pero también a la discriminación laboral y social que experimentan. Por eso es tan importante que la vicepresidenta Márquez no haya conciliado y le haya exigido a la justicia que se tome en serio lo ocurrido.
Claro, el sistema penal no es el mecanismo más apropiado para combatir el racismo. Se trata, siempre, de una última instancia, de la muestra de un Estado que solo sabe castigar. No nos hacemos ilusiones con esta decisión ni con su capacidad de cambiar las raíces del racismo en Colombia. La sanción llega tarde y disuade a la fuerza. Por eso es importante que la pena contra Rubiano, que se conocerá el 11 de septiembre, sea excarcelable: el punto aquí era la condena simbólica, no que una persona más termine en prisión.
No obstante, el peso de la decisión de la justicia colombiana pide a la sociedad entera concentrarse en este problema. Las palabras de Rubiano han tenido eco en personajes de la farándula y de la política, que se han despachado contra Márquez sin reparos en la violencia de sus palabras. Tenemos que erradicar el odio.
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