Colombia eligió la emocionalidad por encima de las recomendaciones científicas en el caso de los hipopótamos invasores. Después de años de un debate plagado de radicalismos, ayer la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, dijo que empezó un plan para esterilizar quirúrgicamente a los animales. Se trata de una alternativa pedida de forma insistente por colectivos activistas en favor de los derechos de los animales, pero que en el ámbito científico ha sido desacreditada por la dificultad que representa, por los costos altamente onerosos y porque no hay manera de hacerlo con suficiente velocidad para evitar que la invasión se siga expandiendo. La cartera de Ambiente lo sabe y por eso anunció procesos para tomar medidas más definitivas, pero debemos insistir: ¿hasta cuándo seguiremos aplazando una decisión necesaria?
Hablando con El Espectador, la ministra Muhammad señaló que la próxima semana empezará el proceso de esterilizar a 10 hipopótamos. En diciembre se harán otras 10 y el año entrante se espera realizar 40 adicionales. Sin embargo, llama la atención que el Instituto de Investigación Humboldt y el Instituto de Ciencias Naturales, contratados por el Ministerio de Ambiente para evaluar la situación de los hipopótamos invasores, no habían contemplado esa opción. De hecho, el informe final presentado decía que la esterilización “es debatible dado el elevado costo económico asociado a la esterilización de un número significativo de individuos que redunde en una desaceleración de la curva de crecimiento poblacional”. ¿Se estarán empleando cuantiosos recursos del Estado en una solución ineficiente solo para satisfacer los deseos de un sector del electorado?
Ahora, en justicia, la ministra de Ambiente aceptó que hay otras medidas en curso. Entre esas, la eutanasia y enviar a los hipopótamos a otros países. El problema es la demora. Estancada en discusiones morales sin consensos, Colombia ha permitido que el problema crezca durante tres décadas y, según estimaciones, tenemos entre 181 y 215 hipopótamos. Lo que no cuentan quienes desean protegerlos a como dé lugar es que, al ser especie invasora, han alterado ecosistemas, puesto en alto riesgo a otras especies nativas y representan un peligro de salud pública. Elegir a los hipopótamos es sacrificar a las demás especies y eso es lo que la inacción estatal ha venido haciendo.
Será interesante que el Ministerio de Ambiente comparta de forma transparente cada uno de los avances en el proceso de esterilización: desde cuánto cuesta hacerlo con cada hipopótamo hasta las dificultades logísticas que representa. Según los estimados de los científicos, será una tarea muy difícil y costosa, por lo que es clave que los colombianos conozcan el resultado para poder evaluar los pasos a seguir.
Continuamos, entonces, con esta herencia que nos dejaron Pablo Escobar y la inacción de múltiples gobiernos. La única certeza es que no podemos seguir de esta forma y necesitamos acciones urgentes. ¿Habrá respuesta el próximo año?
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a elespectadoropinion@gmail.com.
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Colombia eligió la emocionalidad por encima de las recomendaciones científicas en el caso de los hipopótamos invasores. Después de años de un debate plagado de radicalismos, ayer la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, dijo que empezó un plan para esterilizar quirúrgicamente a los animales. Se trata de una alternativa pedida de forma insistente por colectivos activistas en favor de los derechos de los animales, pero que en el ámbito científico ha sido desacreditada por la dificultad que representa, por los costos altamente onerosos y porque no hay manera de hacerlo con suficiente velocidad para evitar que la invasión se siga expandiendo. La cartera de Ambiente lo sabe y por eso anunció procesos para tomar medidas más definitivas, pero debemos insistir: ¿hasta cuándo seguiremos aplazando una decisión necesaria?
Hablando con El Espectador, la ministra Muhammad señaló que la próxima semana empezará el proceso de esterilizar a 10 hipopótamos. En diciembre se harán otras 10 y el año entrante se espera realizar 40 adicionales. Sin embargo, llama la atención que el Instituto de Investigación Humboldt y el Instituto de Ciencias Naturales, contratados por el Ministerio de Ambiente para evaluar la situación de los hipopótamos invasores, no habían contemplado esa opción. De hecho, el informe final presentado decía que la esterilización “es debatible dado el elevado costo económico asociado a la esterilización de un número significativo de individuos que redunde en una desaceleración de la curva de crecimiento poblacional”. ¿Se estarán empleando cuantiosos recursos del Estado en una solución ineficiente solo para satisfacer los deseos de un sector del electorado?
Ahora, en justicia, la ministra de Ambiente aceptó que hay otras medidas en curso. Entre esas, la eutanasia y enviar a los hipopótamos a otros países. El problema es la demora. Estancada en discusiones morales sin consensos, Colombia ha permitido que el problema crezca durante tres décadas y, según estimaciones, tenemos entre 181 y 215 hipopótamos. Lo que no cuentan quienes desean protegerlos a como dé lugar es que, al ser especie invasora, han alterado ecosistemas, puesto en alto riesgo a otras especies nativas y representan un peligro de salud pública. Elegir a los hipopótamos es sacrificar a las demás especies y eso es lo que la inacción estatal ha venido haciendo.
Será interesante que el Ministerio de Ambiente comparta de forma transparente cada uno de los avances en el proceso de esterilización: desde cuánto cuesta hacerlo con cada hipopótamo hasta las dificultades logísticas que representa. Según los estimados de los científicos, será una tarea muy difícil y costosa, por lo que es clave que los colombianos conozcan el resultado para poder evaluar los pasos a seguir.
Continuamos, entonces, con esta herencia que nos dejaron Pablo Escobar y la inacción de múltiples gobiernos. La única certeza es que no podemos seguir de esta forma y necesitamos acciones urgentes. ¿Habrá respuesta el próximo año?
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