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El cinismo del video publicado ayer por Mark Zuckerberg, fundador de Meta (dueña de Facebook, Instagram y Whatsapp), es abrumador, aunque no sea sorpresivo. En unos pocos minutos se quejó de los medios tradicionales y de los gobiernos, como el Parlamento Europeo, que están, según él, promoviendo una supuesta censura. Celebró a Donald Trump como un adalid de la libertad de expresión (a pesar de tener la costumbre de demandar a cualquier persona que se atreva a cuestionarlo) y anunció el recorte de toda financiación a equipos de verificación de hechos. En el proceso se posicionó como un defensor de la libertad de expresión, cuando sus decisiones erráticas, opacas y autoritarias se han encargado de alterar el debate público en el mundo entero durante los últimos ocho años. No hay un “mea culpa”, solo otro multimillonario que se arrodilla ante los caprichos del trumpismo sin consideración por cómo afectará al resto de países.
Vale la pena estudiar varios de los anuncios de Zuckerberg para entender por qué son problemáticos. El más sonado es que dejará de financiar a verificadores de hechos y los reemplazará por una herramienta llamada “notas de comunidad”. Popularizada en X, esta permite que los usuarios propongan advertencias cuando un contenido promueve falsedades. Si la propuesta tiene suficientes votos es publicada en la página. Suena bien, pero hay dos problemas con esta medida. Primero, porque esta es una forma para abandonar el apoyo al periodismo independiente y riguroso. Lo que no cuenta Zuckerberg es que se va a ahorrar un dineral mientras condena a organizaciones respetadas a la bancarrota. Segundo, esas notas de la comunidad suelen construirse con enlaces a páginas de periodismo independiente y riguroso. Es decir, si siguen asfixiando la capacidad de hacer verificación de hechos, ¿quién habrá para hacerlo de forma adecuada? Se espera que sean los usuarios, sin pagarles en absoluto, y con todos los problemas que eso conlleva.
En otro punto Zuckerberg dice que mudará los centros de moderación de contenido de California. “Nuestra revisión de contenido en Estados Unidos tendrá sede en Texas”, explicó el director de Meta, pues “esto nos permitirá construir confianza de hacer este trabajo en lugares donde hay menos preocupación sobre los sesgos de nuestros equipos”. ¿Por qué California produce sesgos? ¿Es por ser un estado demócrata? Y si ese es el caso, ¿por qué elegir Texas, que ha sido republicano durante décadas y votó abrumadoramente por Trump? Son preguntas retóricas, pues lo que Zuckerberg quiere es ganarse al presidente electo, y no hay mejor manera que instalarse en Texas. La hipocresía es evidente.
Para terminar, Zuckerberg afirmó que volverá a traer contenido político a las redes. Algo que celebramos, pues en su momento criticamos que esto se hiciera para coartar el debate público. Resulta curioso, sin embargo, que en el mismo video en el que denuncia la censura, acepta que su decisión de limitar ese contenido durante años fue porque “la gente estaba estresada”. Son palabras textuales. Ese es el nuevo adalid de la libertad de expresión. No hay principios, sino una veleta política. Es necesario resistir con regulaciones más claras.
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