El año que estaremos en peligro

Jorge Gómez Pinilla
02 de enero de 2019 - 01:21 a. m.
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2019 comienza con el aire enrarecido y un horizonte cargado de nubes borrascosas que anuncian la tormenta perfecta. Ha llegado la hora en que la mar se enluta.

La palabra que mejor define lo que prendió motores el pasado 7 de agosto es APLANADORA. Vienen con todo y quieren apoderarse de todo. Ya el uribismo se apoderó de los poderes Ejecutivo y Legislativo (solo les falta el Judicial), de la Fiscalía (la cooptaron con el petrovideo de doña Paloma), de la seguridad nacional (pregúntenle a Ramiro Bejarano), de las relaciones internacionales (pusieron de embajador ante EE. UU. a un bufón) y del espectro electromagnético. Inclusive se apoderaron de la Presidencia de la República, pues al supuesto presidente Iván Duque lo tienen de firmón, de figurita de postín viajando por las regiones o recibiendo a cantantes mientras ellos hacen las leyes, sobornan al Congreso y nombran a su gente.

Sumado a que las instituciones han perdido toda credibilidad y están en peligro de colapsar bajo el embate de la gavilla uribista, ahora quieren acabar de apoderarse de las tierras que despojaron a sangre y fuego sus aliados los paracos (pregúntenle a María Fernanda Cabal), y le han metido un mico a la eufemística Ley de financiamiento para repartir la todavía más eufemística Inversión de Iniciativa Congresional, que consiste en remplazar la mermelada santista por abundante lechona para cebar al Congreso con una opípara quinta parte del parte del presupuesto nacional. ¿Y la paz? Hecha trizas, por supuesto.

El saqueo del país lo están haciendo a mansalva, sin miramientos de tipo ético, moral o jurídico. A la brava, cual arrieros en sus hatos de ganado, fusta en mano. Así deportaron a un venezolano con ideas de izquierda, Carlos Pino, casado con colombiana (Gloria Flórez, a quien le robaron su curul de senadora), y en modo bandidaje el 25 de diciembre le allanaron la casa al hombre que le consiguió a Gustavo Petro un dinero para una campaña, Juan Carlos Montes, sobre quien no recae ninguna sindicación que justifique semejante atropello “navideño”. Y cuya hija, Alejandra, debió huir del país por amenazas que nunca investigó la Fiscalía.

Vean además lo que ocurrió con Viviana Muñoz Marín, en fiel reflejo de cómo nos quieren acostumbrar al horror: 

Viviana era una bonita psicóloga contratada por la Agencia para la Reincorporación y Normalización (ARN), brindaba atención psicológica a excombatientes de las Farc en San Vicente del Caguán (ver noticia). Nada tenía que ver con ellos en lo político ni en lo ideológico, cumplía una tarea profesional hacía cuatro meses. Su cuerpo y el de Jesús Ignacio Gómez Ávila, líder cívico y comerciante de la región, fueron encontrados con varios impactos de bala. El mensaje que en esta ocasión mandan es claro: “Nadie está exento de morir, hombre o mujer, bonita o feo, cualquier persona que tenga que ver con desmovilizados o con la implementación de la paz será objetivo militar”. Ampliaron su radio de acción, mejor dicho. ¿Cómo? Sembrando la semilla del terror.

No se requiere ser adivino para saber quiénes son los asesinos de la joven y el comerciante. Son los mismos dedos de la “mano negra” que anda desbocada eliminando de modo sistemático a defensores de derechos humanos, líderes sociales y desmovilizados de la guerrilla, en macabra repetición del plan genocida que usaron para matar a más de 2.000 miembros de la Unión Patriótica. Son los mismos, sin duda.

Si ayer los nazis perseguían y eliminaban a los judíos con el aval del Reichstag, hoy en Colombia la “mano negra” actúa a sus anchas con la permisiva complicidad de las autoridades y bajo el silencio tolerante de los medios, que publican las noticias de los asesinatos casi diarios como si fuera el reporte del clima y no se atreven a enfrentar a la bestia asesina ni a exigir resultados judiciales con la contundencia que amerita tan alarmante situación.

Nos conmueve más un presidentico de la República recibiendo en Palacio a un niño con nombre bíblico rescatado de fantasmales secuestradores, que la sangre y el dolor regados por aquellos que desde los tiempos de los “falsos positivos” contaron y ahora vuelven a contar con la impunidad oficial requerida para seguir segando centenares de vidas inocentes, en una cadena de asesinatos selectivos que según Michel Forst, relator de la ONU sobre la situación de defensores de DD.HH., “es lo más horroroso que he visto en mi vida”. (Ver noticia).

Sin pretender posar de ave de mal agüero, esto se asemeja a lo que describió el dramaturgo alemán Bertolt Brecht durante los años del Tercer Reich: 

“Primero se llevaron a los judíos,

pero como yo no era judío, no me importó.

Después se llevaron a los comunistas,

pero como yo no era comunista, tampoco me importó.

Luego se llevaron a los obreros,

pero como yo no era obrero, tampoco me importó.

Más tarde se llevaron a los intelectuales,

pero como yo no era intelectual, tampoco me importó.

Después siguieron con los curas,

pero como yo no era cura, tampoco me importó.

Ahora vienen por mí, pero es demasiado tarde”.

En Colombia los jinetes del horror vienen por los que aún les falta asesinar, y cuando eso ocurra también será demasiado tarde, pues a nadie habrá de importarle. Y nada los detendrá, porque tienen todo a su alcance: el poder político, el poder económico, el poder militar.

La sombra fascista del arriero sub judice con ínfulas de sátrapa se cierne de nuevo, ominosa, sobre la faz de la nación. 

DE REMATE: Al cierre de esta columna surgió un tema coincidente en modo nazi: desde la cuenta de Twitter de la Superintendencia de Notariado y Registro, manejada por Carlos Alberto García, exjefe de prensa de Andrés Felipe Arias, salieron sendos trinos insultantes contra Daniel Coronell y Julián Martínez: “bandido judío de Tame” y… (el otro es impresentable). La supernotariado se disculpó, el ofensor renunció, el embajador de Israel le pidió a la ministra de Justicia aclarar lo ocurrido, esta repudió los tuits y “el comentario antisemita”. Pero García caerá parado porque lo que hizo es política institucional o modus operandi contra la prensa independiente. ¿Además, ustedes creen que Uribe dejará tirado al que sacó la cara (y hasta el c…) por su Uribito?

En Twitter: @Jorgomezpinilla

http://jorgegomezpinilla.blogspot.com/

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