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“Mi trabajo es un grito de denuncia de la guerra (...). En la pintura mural en la que estoy trabajando, y que titularé Guernica, y en todas mis últimas obras, expreso claramente mi repulsión hacia la casta militar que ha sumido a España en un océano de dolor y muerte”. Lo dijo el pintor y escultor español Pablo Picasso, hace 82 años.
Denunciar como una de las formas de resistir ante las atrocidades que nos rodean. Los profesores colombianos Sally González, Juan Carlos Colmenares y Viviana Ramírez publicaron el artículo de reflexión La resistencia social: una resistencia para la paz, del que rescato el siguiente fragmento:
“La resistencia social, como potencializadora de reflexiones éticas y creadoras de vida en el sujeto, es funcional a éste para cuestionar, subvertir y dar golpe de opinión y de acciones afirmativas ante las injusticias de un Estado despótico, que ha olvidado su dependencia a los intereses del ciudadano. Este tipo de resistencias superan disidencias o desacuerdos individuales… buscando sobreponer valores de humanidad favorables al colectivo sin que de ninguna manera se haga uso sistemático de la violencia”.
El arte, entonces, ¿puede crear muestras pacíficas de resistencia social? Pienso que sí y, para sustentar mi afirmación, me remito, además del ejemplo de Guernica, a otras creaciones de grandes artistas. Con esto, quiero hacer un homenaje a quienes en el mundo y en nuestro país han sido exponentes de resistencia y de denuncia. Gracias a ellos ampliamos las narrativas sobre lo que nos rodea, agudizamos nuestra conciencia crítica y, sobre todo, nos sentimos menos desamparados.
Doris Salcedo nos ha hablado a través de sus instalaciones sobre el dolor, la muerte, la violencia, las desapariciones y, con Fragmentos, nos invitó a pensar con humildad en el perdón. Con el arte de la fotografía, Jesús Abad y Federico Ríos nos han llevado de viaje por los territorios olvidados, y, con el arte de la música, Marta Gómez ha cantado que “para la guerra, nada”, y las cantadoras del Pacífico están construyendo paz.
Beatriz González usó una serie de 500 copias de afiches en tipografía de mujeres en duelo, que exhibió en Bogotá y Zúrich; pintó en carboncillo la violencia de los paramilitares en Barrancabermeja, y representó también la tragedia de los venezolanos migrantes. En una entrevista en Arcadia, la artista señaló: “A lo que quiere llevar mi obra es a una reflexión: que se dé el duelo, que se haga genuinamente, que no sea solo pelotera política”. Hacer el duelo para resistir, para exigir, para seguir construyendo.
Volviendo al mundo, recordemos los murales del mexicano Diego Rivera y las líneas de su coterráneo José Revueltas, que nunca suavizó su pluma porque era a través de ella que escribía sobre los ciudadanos más vulnerables. En el presente, la persona detrás del seudónimo “Banksy” ha pintado las paredes de las grandes capitales del mundo con grafitis que exponen las crudas realidades sociales.
Bienvenidas la música, las fotografías, las esculturas, la pintura, la poesía. Abrazo en Colombia a todo aquel que haga resistencia social con esas armas pacíficas. Queremos más que un “collar de perlas finas”. Necesitamos ser oídos y creer en una generación de soñadores que piensa en “la construcción del mundo, las mariposas y los ruiseñores”, como lo escribió la novelista nicaragüense Gioconda Belli. Si no persistimos en la transformación a través de las artes, de la palabra pensada y las ideas serenas, serán la injusticia, la guerra y sus señores quienes nos seguirán dominando.
*Periodista.