El empleo y el COVID-19

Columnista invitado EE
07 de abril de 2020 - 12:25 a. m.
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Por: Jaime Tenjo G.*

Aunque el último boletín de empleo del DANE solo tiene información hasta el mes de febrero y por lo tanto no capta el efecto de la emergencia causada por el COVID-19, sí nos sirve como línea de base para posteriormente evaluar los efectos de la pandemia y de la abismal caída de los precios del petróleo.

Lo que venía pasando

Hasta febrero pasado la economía venía atravesando una etapa de serias dificultades en el mercado laboral. La capacidad de generación de empleo se había venido reduciendo desde 2015 y ese proceso hizo crisis en 2019 cuando las tasas de desempleo aumentaron de manera importante y, lo que es peor, se destruyeron empleos (170 mil en promedio durante el año). En los primeros dos meses de este 2020 esta tendencia a destruir empleos se mantuvo. Un factor que posiblemente llevó a que se subestimara el desempleo fue la caída en las tasas de participación laboral que probablemente sirvió para esconder algún desempleo (fenómeno del trabajador desalentado).

Las 13 áreas metropolitanas mostraron mejor comportamiento que el resto de la economía, pero no alcanzaron a revertir las tendencias nacionales. En los primeros tres trimestres de 2019 su comportamiento fue como en el resto de la economía, pero a partir de septiembre comenzó a mejorar. En el último trimestre mostraron una ligera caída en el desempleo con tasas de participación más o menos constantes. En promedio las áreas metropolitanas terminaron 2019 con niveles de empleo muy similares a los de 2018. 

En los dos primeros meses del 2020 se mantuvieron las tendencias anteriores: las 13 áreas continuaron jalonando el mercado laboral y mejoraron su generación de empleo de manera importante. Además, las tasas de participación laboral en esas áreas volvieron a comenzar a subir, probablemente reflejando las expectativas de empleo de los grupos que se habían alejado del mercado laboral. El mercado laboral del resto de la economía, por el contrario, siguió estancado perdiendo empleos y con tasas de participación a la baja.

Según el boletín del DANE, en los primeros dos meses de 2020 el sector de la construcción había retomado su posición de líder en la generación de empleo en las 13 áreas metropolitanas mientras el comercio y la manufactura mostraban buenos desempeños en este campo. Casi el 70% del nuevo empleo generado en estas áreas fue de trabajadores por cuenta propia (dentro de los cuales hay muchos informales y contratistas del gobierno y de empresas grandes en general).

En el resto de la economía, aunque el empleo disminuyó, hubo sectores como la construcción y el de alojamiento y servicios de comida (turismo) que tuvieron un comportamiento bueno, aunque no alcanzaron a compensar el mal desempeño del comercio y la agricultura. Al contrario de lo que pasó en las 13 áreas, en el resto de la economía la mayoría de los empleos que se perdieron fueron de trabajadores por cuenta propia.

En general se puede decir que la cuarentena y el choque de la estrepitosa caída en los precios del petróleo nos encontró en un momento en que parecía haber alguna recuperación tímida del mercado laboral en las áreas metropolitanas pero se mantenían los problemas de generación de empleo en el resto del país.

El efecto de la pandemia

Desde el punto de vista económico el efecto del COVID-19 está relacionado con la cuarentena que limita de manera seria la actividad económica. El primer impacto que yo veo es que precisamente los sectores y el tipo de ocupaciones donde parecía que se comenzaban a presentar mejoras de generación de empleo, la construcción y los servicios de alimentación y hospedaje son posiblemente los que se verán más afectados por la cuarentena (la temporada vacacional de Semana Santa ya se canceló) y la aparente mejora en el empleo de los trabajadores independientes posiblemente también se verá afectado porque muchos de esos requieren la movilidad que la cuarentena restringe.

Algunos grupos posiblemente van a tener buenos ingresos (por ejemplo, los dueños de tiendas de barrio) pero muchos otros van a ver sus ingresos disminuidos en forma importante. Los trabajadores asalariados, especialmente los del sector gobierno y las empresas grandes, posiblemente van a mantener sus ingresos laborales pero una proporción muy grande de trabajadores por cuenta propia, que representan el 50% del empleo, posiblemente no va a recibir ingresos. Este grupo incluye tanto personas del sector informal como del sector formal (clase media). Muchos pequeños empresarios que generan bastante empleo tendrán que cerrar sus negocios y muchos de ellos posiblemente no volverán a abrirlos.

Es muy difícil estimar la magnitud del efecto total porque no hay un precedente que nos sirva de punto de referencia, pero posiblemente el efecto va a ser grande y va a implicar el empobrecimiento de una parte importante de las clases medias y más pobres. Posiblemente cuando termine la emergencia vamos a tener tasas de desempleo muy altas (puede que llegaremos a los niveles de 20 % de principios de siglo), un aumento importante de la pobreza y un empeoramiento de la distribución de ingresos. La magnitud de estos efectos dependerá de qué tanto prolongue el gobierno la cuarentena y de las políticas que emplee para aliviar sus efectos.

Qué podemos esperar para el futuro

Es muy difícil saber con seguridad. Posiblemente la economía va a quedar muy debilitada por los dos choques simultáneos (pandemia y caída del petróleo) y la recuperación va a ser muy lenta. El gobierno también va a estar muy limitado en su capacidad de adelantar políticas expansionistas. Nuestra esperanza es que la recuperación del mundo sea bastante robusta y nos arrastre porque internamente no parece haber factores dinamizadores. La crisis en la que estamos es muy dura y, desde luego, salir de ella es la prioridad, pero los dos años siguientes no van a ser fáciles.

* Director, Departamento de Economía de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

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