¡Lujuria!, eso es la cocina. Es la posibilidad de mezclar, soñar y crear. Es enamorarse en un mordisco de una textura, sabor o simplemente de un aroma. Nada en la cocina es blanco o negro. La simplicidad no permite un extremo, pero sí un juego constante con lo que nos comemos. Las abuelas sabiamente decían que uno se enamora por el estómago, no por el corazón, y es cierto. Uno encuentra parte importante de su felicidad en poder compartir un buen vino, cocinar, probar y enamorarse.
Estoy enamorada, sí; de levantarme y recoger mis hierbas frescas para los huevos, de pasear por las plazas y descubrir mis papas nativas junto a unos buenos aguacates. De perder el tiempo en la panadería de mi vereda mientras sale el pan de queso o la empanada del horno. La vida es un constante enamorarse, es encontrar esas mariposas que sentimos cuando miramos a los ojos y sabemos que el beso apasionado terminará en un momento de pasión exacerbada.
La pasión es el arma infalible para que el arroz tenga la sal precisa, el ponqué suba y salga del horno perfecto, y el desayuno le sepa a uno a gloria. Arrunche de domingo sin desayuno es un pecado capital. Así como perder cualquier oportunidad de probar y conocer un sabor nuevo. Pensar en aquellas imágenes de jardines de dulce o fábricas de chocolate nos hacen suspirar al saber que siempre el jardín de las delicias será ese espacio lúdico donde la cocina, la pasión y la lujuria tendrán cabida para darnos felicidad en la vida.
Hoy quiero recomendarles a Lola (@lolarestbar) en Barranquilla. En esta cálida y desparpajada ciudad donde la movida gastronómica cada día cobra mayor fuerza, Lola es un gran jardín de delicias. Pocas mesas al interior pero una gran terraza dan la posibilidad de dedicarle un muy buen rato a brindar, comer y proponer… Una carta pequeña de comida donde sin dudarlo la Octo Burger y Lola Pepper los hará volver a enamorarse de este lugar. Carne tierna en su punto y con una deliciosa mantequilla de bourbon, pulpo a la plancha con pesto y aguacate, y un postre maravilloso de milo hicieron de una mesa de amigas el momento perfecto hasta para tomarse un trago al mediodía. La experiencia de la terraza, con un frondoso árbol en el medio, le da el espacio para quedarse y seguir con la carta de cocteles y ginebras, un excelente plan para pasar la tarde y seguir enamorándose.
¡Lujuria!, eso es la cocina. Es la posibilidad de mezclar, soñar y crear. Es enamorarse en un mordisco de una textura, sabor o simplemente de un aroma. Nada en la cocina es blanco o negro. La simplicidad no permite un extremo, pero sí un juego constante con lo que nos comemos. Las abuelas sabiamente decían que uno se enamora por el estómago, no por el corazón, y es cierto. Uno encuentra parte importante de su felicidad en poder compartir un buen vino, cocinar, probar y enamorarse.
Estoy enamorada, sí; de levantarme y recoger mis hierbas frescas para los huevos, de pasear por las plazas y descubrir mis papas nativas junto a unos buenos aguacates. De perder el tiempo en la panadería de mi vereda mientras sale el pan de queso o la empanada del horno. La vida es un constante enamorarse, es encontrar esas mariposas que sentimos cuando miramos a los ojos y sabemos que el beso apasionado terminará en un momento de pasión exacerbada.
La pasión es el arma infalible para que el arroz tenga la sal precisa, el ponqué suba y salga del horno perfecto, y el desayuno le sepa a uno a gloria. Arrunche de domingo sin desayuno es un pecado capital. Así como perder cualquier oportunidad de probar y conocer un sabor nuevo. Pensar en aquellas imágenes de jardines de dulce o fábricas de chocolate nos hacen suspirar al saber que siempre el jardín de las delicias será ese espacio lúdico donde la cocina, la pasión y la lujuria tendrán cabida para darnos felicidad en la vida.
Hoy quiero recomendarles a Lola (@lolarestbar) en Barranquilla. En esta cálida y desparpajada ciudad donde la movida gastronómica cada día cobra mayor fuerza, Lola es un gran jardín de delicias. Pocas mesas al interior pero una gran terraza dan la posibilidad de dedicarle un muy buen rato a brindar, comer y proponer… Una carta pequeña de comida donde sin dudarlo la Octo Burger y Lola Pepper los hará volver a enamorarse de este lugar. Carne tierna en su punto y con una deliciosa mantequilla de bourbon, pulpo a la plancha con pesto y aguacate, y un postre maravilloso de milo hicieron de una mesa de amigas el momento perfecto hasta para tomarse un trago al mediodía. La experiencia de la terraza, con un frondoso árbol en el medio, le da el espacio para quedarse y seguir con la carta de cocteles y ginebras, un excelente plan para pasar la tarde y seguir enamorándose.