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En marzo de 2018 Álvaro Uribe Vélez trinó: “Daniel Coronell, político y contratista de Santos, tiene pánico y con razón; un Gbno. de Iván Duque manejará con transparencia las concesiones de televisión”. Pues bien: Noticias Uno, el noticiero al que el expresidente amenazaba así tácitamente, acaba de anunciar que se retira por dificultades económicas; pero todos sabemos que esto no sucedería si al Gobierno le interesara respetar el pluralismo informativo, y si no tuviera presiones para dejar que se ahogue un medio crítico, que ha hecho denuncias relacionadas con el propio Álvaro Uribe. El cierre del noticiero, dirigido con acierto desde 2011 por Cecilia Orozco, se ha tratado de explicar de varias maneras, todas de cierto peso. Me gustaría examinar algunas:
La incapacidad de renovación de lenguajes de los medios más tradicionales, en un mundo informativo con muchas otras opciones. Esto puede ser cierto —a pesar de ser un espacio tan premiado—, pero sobre todo se explica por el atrapamiento en un círculo vicioso: sin buena financiación es difícil estarse renovando. Con imaginación no basta.
La baja audiencia. En un país conservador, poco crítico, capaz de votar No a los acuerdos de paz, que fácilmente sucumbe a la frivolidad y que les come cuento a las noticias falsas, es natural que mucha gente prefiera ver noticieros “light” o con sesgos políticos que manipulan la noticia. Pero no creo que en estas bajas audiencias esté el origen de la crisis. O si no, ¿por qué no se acabó el noticiero durante el gobierno anterior si había el mismo rating? Con una buena pauta el noticiero mejora, las audiencias aumentan y los colombianos tenemos derecho a otras visiones informativas.
La pauta. ¿Recuerdan ustedes el veto publicitario que el Grupo Grancolombiano le hizo a El Espectador por las investigaciones que lo comprometían? Es muy fácil ahorcar a un medio quitándole la pauta cuando este no se pliega a los intereses de los que detentan el poder económico. Parte de la crisis de Noticias Uno deriva, según comunicado de la FLIP, de que el Grupo Aval, “anunciante histórico y muy importante de este espacio”, le retiró al noticiero la totalidad de la pauta. Golpes matreros como este —que tienen que ver con los señalamientos de Cecilia Orozco sobre Néstor Humberto Martínez, protegido de ese grupo— son el precio de la independencia. Pablo Escobar ponía bombas a los medios, los empresarios optan por la mezquindad, igualmente aniquiladora.
Presiones. El canal desmiente que haya habido presiones políticas. Pero es claro que las circunstancias estaban dadas para desaparecer el noticiero, como querían Álvaro Uribe y los miembros del Centro Democrático, empeñados en enlodar a Daniel Coronell y en desprestigiar el noticiero. Y todo estaba dado porque este Gobierno, desentendiéndose, le hace el juego a su jefe máximo, en vísperas de su indagatoria en la Corte Suprema de Justicia.
Durante años he visto Noticias Uno porque su independencia y su valentía nos han garantizado a los televidentes tener acceso a investigaciones y denuncias que de otro modo no conoceríamos. El hecho es que el silenciamiento de un medio crítico manejado por un equipo periodístico altamente competente es una pérdida enorme para la democracia, sobre todo en un país sumido en la violencia y la corrupción.