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El manifiesto liberal Mario Vargas Llosa, La llamada de la tribu (2018), ha despertado muy poco interés, si se tiene en cuenta la relevancia del autor, la calidad de la obra y la importancia de la temática. Una rápida búsqueda en Google muestra que, por ejemplo, en comparación con el tema de Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, el libro tuvo solo una quinta parte de las entradas.
Es muy lamentable que esto suceda, pues lo que reivindica en ese trabajo Vargas Llosa es la tradición liberal europea. Para ello habla de siete autores cuyo pensamiento político moldeó sus ideas políticas liberales: Adam Smith, Ortega y Gasset, Hayek, Popper, Aron, Berlin y Jean-François Revel. “Me fueron empujando… hacia el liberalismo ciertas experiencias políticas y, sobre todo, las ideas de los siete autores a los que están dedicadas estas páginas…”, nos informa en la introducción.
Es una selección desigual en cuanto a la jerarquía intelectual de los pensadores. Tal vez algunos dirán que Revel es más un popularizador. A mí me parece de interés el que John Rawls, tal vez el más destacado filósofo político de los últimos 50 años, no esté allí. Pero esto me parece que está relacionado con el talante liberal un poco a la derecha de Vargas Llosa. Además, es su selección personal y en eso no puede haber discusión.
El libro está escrito con la maestría narrativa de quien es tal vez el escritor más destacado de los que en la actualidad escriben en español. Combina el análisis de las ideas con anécdotas, detalles de la vida de los personajes y sus propias percepciones. Se lee en una sentada.
Hasta un humor corrosivo encontramos en estas páginas, como cuando dice refiriéndose a Karl Popper: “Sin Hitler y sin los nazis… probablemente su vida hubiera sido la de un oscuro profesor de filosofía de la ciencia confinado en su Viena natal”.
Hay temas que necesariamente serán controversiales en este libro, como el intento de defender a José Ortega y Gasset en su relación con el régimen franquista. Este es un asunto espinoso y que en un breve párrafo no se puede resolver, razón por la cual tal vez hubiera sido mejor no abordarlo. Ortega y Gasset parece haber creído en algún momento en la tesis del mal menor, que hemos visto que muchas veces lleva al “todo vale”.
La razón por la cual me llama tanto la atención este libro es que el autor invita a discutir las ideas de grandes pensadores que son pertinentes para la discusión política contemporánea.
El título que escogió Vargas Llosa es de Karl Popper, quien señaló, en palabras del mismo Vargas Llosa, el “... irracionalismo del ser humano primitivo que anida en el fondo más secreto de todos los civilizados, quienes nunca hemos superado del todo la añoranza de aquel mundo tradicional —la tribu— cuando el hombre era aún parte inseparable de la colectividad, subordinado al brujo o al cacique todopoderoso...”.