En Colombia estamos mejor que nunca, pero no nos damos cuenta

Luis Carlos Vélez
06 de enero de 2020 - 05:00 a. m.

Es cierto que nuestro país tiene muchos problemas y cada uno es más preocupante que el otro, pero cuando se hace una mirada fría de los indicadores básicos no cuesta darse cuenta de que estamos en la mejor época histórica de la nación y que hoy es más fácil y mejor vivir en Colombia de lo que era hace tan solo dos o tres décadas atrás.

Para asimilar esta realidad basta con darle una revisada al extraordinario banco de indicadores económicos y sociales del planeta que constantemente se actualiza en www.ourworldindata.org y que mantiene la prestigiosa Universidad de Oxford. Magnífico.

Empecemos con la mortalidad infantil. Según documentos oficiales, la tasa de muertes de niños en nuestro país en 2018 fue de 14,2 por cada 1.000 nacimientos, mientras que en 1969 fue de 101,5. Si damos un vistazo a la expectativa de vida, los avances también son extraordinarios. Mientras que hoy por hoy un colombiano puede esperar vivir unos 74 años, en 1960 la esperanza era alcanzar a duras penas los 56. Lo mismo ocurre con la tasa de pobreza, que actualmente está en su nivel más bajo en la historia, según datos reportados por el DANE.

La lista de avances continúa a nivel del tamaño de la economía. Mientras que el PIB per cápita ajustado por PPP era de US$2.772 en 1980, en 2019 habría alcanzado superar los US$14.930. Y, finalmente, si usted se concentra en acceso a internet como indicador de calidad de vida, puede notar que según datos entregados por el Mintic, la penetración a la red en nuestra nación es hoy por hoy del 60 %, mientras que hace cinco años era de apenas el 15 %. Genial.

Entonces, ¿por qué sentimos que todo está peor que antes? Esta semana hablé con el columnista británico Mark Littewood sobre el tema y me dijo que fundamentalmente la respuesta está en los medios y las redes sociales. El escritor del diario The Times sostiene que la prensa tiende a concentrarse en los sucesos, pero no en las tendencias, mientras que las redes hacen ahínco en los hechos sin contexto y bajo la lente oportunista de la política, algo que tiene todo el sentido si nos ponemos a pensar que las elecciones no necesariamente se ganan hablando bien de los demás y sus logros.

El escritor de The New York Times Nicholas Kristof también abordó el tema la semana pasada. Su columna “Este ha sido el mejor año de la historia” anota que nunca la humanidad ha estado en un mejor momento y destaca que cada día durante los últimos diez años hemos visto cómo por lo menos 325.000 personas tienen por primera vez acceso a la electricidad, más de 200.000 logran agua potable y más de 650.000 estrenan conexión a internet.

Lo que nos lleva a preguntarnos: entonces, ¿por qué las protestas? La respuesta puede estar en la velocidad en la que queremos que ocurran las cosas. Gracias a este mundo hiperconectado es cada vez más fácil comparar nuestro estado de vida con el de los demás, y eso también pasa colectivamente. Alguien sentado en cualquier esquina de Colombia puede ver fácilmente qué está haciendo otra persona en otro rincón del planeta y se puede preguntar las razones de no tener un entorno similar. Cuando no encuentra una respuesta satisfactoria, ahí inicia la frustración. Pero que las cosas no sean mejores no significa que estén mal y que no exista evolución. Clave.

Por eso el llamado para todos, en este 2020 que comienza, es el de entender que hay razones para ser optimistas en nuestro país. Colombia no será la nación más rica ni la más desarrollada, pero cuando se miran fríamente los números es evidente que vamos para delante.

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