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En las carreras del periodismo

Guillermo Zuluaga
17 de noviembre de 2018 - 06:00 a. m.
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Desde hace 15 años, hay un día diferente a todos para los estudiantes de Comunicación Social en la Universidad Eafit. Suele ser un viernes, el primero de noviembre, cuando todos –sin distingo de semestre dejan sus confortables aulas de clase y detienen sus relojes para ser, por una jornada, periodistas en la carrera.

La primera versión fue en 2004, cuando los estudiantes de primero y segundo semestre se dedicaron a investigar y luego construir textos periodísticos sobre “Movilidad en Medellín y el Valle de Aburrá”. Desde entonces, esta actividad, promovida por los profesores de periodismo de Eafit, busca emular un poco lo hecho por el editor de origen húngaro, Joseph Pullitzer hace más de 100 años, cuando sacó a los periodistas de la sala de redacción de The New York World y los mandó a la calle a enterarse de los pálpitos de la ciudad y a escribir historias de interés humano, más allá de los boletines oficiales de prensa.

Periodistas en la carrera es una maratónica práctica periodística. Una propuesta pedagógica constructivista que, junto con la formación intelectual de carácter social y humanista, ha contribuido a vigorizar la educación de los estudiantes de Comunicación Social de EAFIT dándole la cara a su ciudad, pues a través de la búsqueda de contenidos informativos propios, en su papel de estudiantes reporteros aportan conocimiento y crean memoria social y cultural.

Periodistas en la carrera está inspirada en Gabriel García Márquez (¡siempre Gabo!) que, en tono pedagógico, invitaba a la formación de nuevos reporteros: “Ya sea en las aulas, en las salas de redacción o con escenarios construidos a propósito, como los simuladores aéreos que reproducen todos los incidentes del vuelo para que los estudiantes aprendan a sortear los desastres antes de que se los encuentren de verdad atravesados en el camino. Pues el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad. Nadie que no la haya padecido puede imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida”.

No obstante, esta actividad no es un simulacro, sino que es periodismo puro y duro: hecho en la carrera: que pueden ser las calles de Medellín o las veredas de pueblos cercanos del oriente y el occidente de Antioquia. Los estudiantes-aprendices de reporteros- llegan con un encargo previamente concertado con sus profesores-editores de encontrar historias que ayuden a entender dinámicas sociales, políticas, económicas, deportivas, y luego, valiéndose de los géneros narrativos o argumentativos construir textos con interés humano.

Periodistas en la carrera tiene incluido un “concurso” de periodismo el cual premia al ganador en cada categoría genérica o mediática. Sin embargo, el mayor reconocimiento, según los mismos estudiantes, es que ahí han recibido una primera e importante lección que quizás no puedan adquirir de sus profesores en el aula de clase y es que nadie los está esperando casi en ninguna parte para darles información. Son ellos quienes deben acercarse a la gente y a su mundo; quienes deben tomar contacto y sumergirse en el mundo de los demás y desde allí dar cuenta de su complejidad.

Cada año, entonces, antes que el sol se desperece, estudiantes y profesores están en pie, para cumplir con esta cita. Y ha sido también la oportunidad para que tanto los estudiantes reporteros como los profesores vuelvan a conjugar los verbos preguntar, indagar, conocer, dudar, confirmar…antes de correr a contar…que “son los verbos capitales de la profesión más arriesgada y más apasionante del mundo”, en palabras Tomás Eloy Martínez.

Periodistas en la carrera, si bien es “en la carrera”, tiene ritmo propio. Es dueña de su tensión, jerarquización, planeación y realización de historias, acompañamiento en edición por parte del equipo de profesores; hora de cierre de la edición; afanes de último hora, de últimos minuto, desesperos, estrés, adrenalina brotando por los poros de los estudiantes –reporteros… todo lo que en la realidad tendrán que enfrentar muy pronto los nuevos periodistas que llevarán el testimonio de un oficio que si bien parece anacrónico en estos tiempos, sigue teniendo su magia y su atractivo, precisamente en estas lides tan propias. Porque quizá en estos tiempos que todo se mide en términos de rentabilidad, los periodistas somos unos “loquitos” que vamos a las carreras por lugares de la ciudad, oficinas y aeropuertos, estadios, etc., persiguiendo a todo tipo de personajes armados de micrófonos, cables, cámaras, celulares, grabadoras…sin pensar…atropellándonos y poniéndonos zancadilla unos a otros…en manadas…

Hay nombres de nombres, dicen por ahí. Y pocos tan apropiados como el de esta actividad: el término “carrera” abarca tanto: es atractivo para la nostalgia, en tanto recuerda que la gente no aplicaba para matricularse en facultades sino a “la carrera de periodismo”. A las “carreras” se va para encontrarse con las gentes y las situaciones; a la carrera se reportea; a las carreras se escribe antes de que llegue el cierre o la emisión…

A las carreras se vive este oficio, y quizá este ejercicio, más que un antídoto para la nostalgia sea una posibilidad de reencontrarnos con este que es más una vocación o un apostolado.

En tiempos de afanes y de inmediateces, este laboratorio de periodismo se debería replicar en otras facultades. Periodistas en la carrera resume como pocas actividades aquel consejo del cronista Jon Lee Anderson, quien les dice a los noveles periodistas que el reto que tienen es salir al mundo, intentar comprenderlo y contarlo de la mejor manera.

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