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El 13 de marzo, cuando había 24 pacientes diagnosticados con coronavirus, volé a Bucaramanga para realizar una entrevista. Salvo la dependiente de Avianca que, en El Dorado, se desinfectó las manos, no vi que en el aeropuerto o en el avión se tomara alguna precaución o se indujera a los pasajeros a hacerlo. El 16, cuando había 57 casos de coronavirus confirmados, regresé a Bogotá y tampoco observé medidas de protección. Hoy 18 de marzo, al escribir esta columna, ya hay 93 casos de coronavirus. Entonces converso con mi ahijado Juan Pablo, quien hace una semana regresó de Tailandia, Vietnam y España, y me cuenta que en el aeropuerto se limitaron a tomarle la temperatura. Él está en confinamiento voluntario pues nadie le dijo que lo hiciera y tampoco nadie de los servicios de salud lo ha llamado para verificar si ha presentado síntomas. Lo mismo me dice mi amiga Lila, quien regresó de Madrid y París el pasado sábado, con la diferencia de que a ella sí le recomendaron que se confinara.
Es de esperar que con el llamado de atención de la Procuraduría y con la renuncia del gerente de la empresa operadora de El Dorado hayan mejorado los controles. Sin embargo, es indudable que ese aeropuerto constituye la principal puerta de entrada de la pandemia y cerrarlo por unos días podría ser la medida apropiada en este momento en que se requiere contener como sea ese virus que se está expandiendo a una velocidad vertiginosa en este país donde hay pocas camas y los servicios de urgencias no están preparados para atender una emergencia de las dimensiones que esta podría tener.
Y porque hay que hacer hasta lo imposible para evitar la propagación del virus, transcribo algunas de las recomendaciones que mi amigo, el médico y escritor Víctor de Currea Lugo, ha pedido que divulguemos:
Dice él que, además de no salir de la casa, hay que evitar recibir visitas, compartir cubiertos, platos, toallas y otros elementos de uso personal; tocarse las manos, la nariz y la boca; asistir a lugares de alto flujo de personas; movilizarse en transporte público y acariciar mascotas. Además, hay que lavarse las manos constantemente frotándose las palmas, los nudillos y los dedos y secándose con toallas desechables; hay que usar pañuelos desechables y meterlos en una bolsa antes de botarlos; usar mascarillas y no reutilizarlas; medirse diariamente la temperatura y llevar un registro; observar si se respira más rápido de lo normal; si suena o duele el pecho al respirar; si se tiene fiebre por más de 24 horas y si no se controla fácilmente con antipiréticos; si se presentan convulsiones o decaimiento; si se duerme mucho; y si se tiene dificultad para respirar. Hay que lograr una limpieza adecuada de todos los entornos mezclando 500 ml de agua y 5 ml de blanqueador; hay que usar toallas desechables humedecidas con alcohol antiséptico y limpiar con ellas los aparatos eléctricos. A los pacientes se les recomienda permanecer aislados en una habitación con ventanas abiertas, puerta cerrada y baño de uso exclusivo; y a los familiares mantenerse alejados y, si van a darles medicamentos o comida, utilizar tapabocas.
Espero que mis lectores me excusen por ocupar este espacio con estas recomendaciones, pero este no es el momento para discusiones políticas, sino para adoptar medidas de prevención de la pandemia.
¡Feliz encierro!
www.patricialarasalive.com, @patricialarasa