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Formalizando pymes y micronegocios

Carlos Enrique Moreno
12 de julio de 2020 - 05:00 a. m.
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La acción del Estado en las actividades productivas se ha centrado más en los sectores formales, a pesar de que la relación de micronegocios informales (MICRON) frente a los registrados es mayor, cinco a uno.

Tomemos el caso hipotético de doña Soledad, dueña de la panadería La Esperanza, y expliquémosle qué hacer para formalizarse. Lo primero es matricular su establecimiento de comercio como persona natural o jurídica, diligenciar el formulario de Registro Único Empresarial (RUES) y verificar que no exista un establecimiento con el mismo nombre. Si es persona jurídica, debe redactar los estatutos para constituirse como empresa y hacer estas diligencias en las cámaras de comercio (CC); pero si vive en uno de los 1.050 municipios donde no hay CC, lo sentimos. Adicionalmente debe hacer el trámite pre-RUT, presentando los estatutos de la PJ, el documento de identificación del representante legal y otros documentos como el certificado de Sayco-Acinpro. Como su negocio no es turismo, no requiere el Registro Nacional de Turismo, pero necesita el concepto sanitario, cuyo certificado lo emite la autoridad sanitaria; si vive en un pueblo lejano, tiene que viajar. Debe verificar que la actividad económica se desarrolle cumpliendo normas de uso del suelo, intensidad auditiva, horario, ubicación, etc., todo de acuerdo con el POT. Como necesita un letrero, debe tener registro de publicidad exterior visual. Requiere también concepto técnico de seguridad humana y protección contra incendios, que lo emite el cuerpo de bomberos y es diferente en casi todos los 1.100 municipios de Colombia. La lista de precios debe estar en un lugar visible. Debe abrir una cuenta bancaria que a su vez requiere del certificado de existencia y representación legal y de apertura de cuenta, para ahora sí lograr el RUT definitivo. Con lo anterior puede obtener la resolución de facturación. Siguen entonces el Registro de Información Tributaria (RIT), el certificado de manipulación de alimentos, que se renueva anualmente, y no sobra recordar los permisos y autorizaciones ambientales, si tiene hornos, que se tramitan ante las CAR, que tienen diferentes interpretaciones. Luego vienen los registros en el sistema de seguridad social; salud y pensiones pueden ser diferentes para cada trabajador, pero faltan ARL, ICBF, SENA, registro de la empresa en la caja de compensación familiar y es posible que requiera certificado de trabajo en alturas.

Créame que no he terminado, y por fortuna no se trata de un negocio en una finca en el campo, alejada de un centro urbano. La pregunta es: ¿sí se justifica? La respuesta es sí, ya que permite acceder a alguno de los más de 150 fondos de innovación que existen, entre otros beneficios, y contratar con el Estado. ¿Por qué tan complejo? Porque estos trámites en su mayoría son redactados desde Bogotá, por funcionarios (muchos chupópteros) que nunca han trabajado en el sector productivo, que posiblemente han copiado “mejores prácticas” de otros países y que solo miran el impacto de su norma, no la integralidad del tema, sin ver el efecto que esta dispersión produce. Pero ni se le ocurra liquidar su negocio formal, es casi imposible. ¿Y por qué no tener una ventanilla única? Porque los ministerios y agencias no lo han permitido.

 

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