La negación

Marc Hofstetter
09 de junio de 2019 - 06:55 a. m.

La negación es un mecanismo de defensa mediante el cual nos enfrentamos a los problemas negando su existencia. Esa parece ser la estrategia del Gobierno ante la creciente evidencia de cifras económicas preocupantes en diferentes frentes.

En abril, la cifra de desempleo (promedio de los últimos 12 meses) nos devolvió, por primera vez en 68 meses, a la ignominiosa lista de países con tasas de dos dígitos. El empleo (tasa de ocupación promedio de 12 meses) reportó la peor caída anual en más de una década. Los ingresos de los colombianos, medidos por el PIB, crecieron 2,3 % en el primer trimestre, cifra inferior incluso a la de hace un año y que vuelve francamente complejo lograr las metas anuales de 2019 que tenían tanto el Gobierno como el Banco de la República. Y para completar, una cifra que acaba de salir del horno: el déficit en cuenta corriente del primer trimestre creció a 4,6 %% del PIB, una vulnerabilidad que requeriría toda la atención de las autoridades económicas.

El gerente del Banco de la República, en buena hora, puso el dedo en la llaga en su discurso en la convención bancaria. La frase que caló en los medios fue aquella en que calificó la situación como de “estancamiento”.

Esto desató episodios de negación en el Gobierno y en miembros de su partido. “Tenemos que superar la fracasitis, no puedo creer que la economía está estancada”, dijo el mincomercio; el viceministro técnico de Hacienda discutió la semántica del estancamiento: “Es una exageración que tiene matices, ¿en qué indicador? ¿En qué período?”; el expresidente Uribe dijo que “el Banco de la República debió prender las alarmas cuando las políticas de Santos frenaron la inversión en Colombia, y no ahora cuando la inversión extranjera crece un 68%”. Y la senadora a la que le gusta mandarnos a estudiar decidió controvertir al mensajero: “Qué curioso que este mismo personaje en épocas de su amigo Santos guardaba profundo silencio del caos económico”.

Si el Gobierno niega los problemas de la economía, si mata a los mensajeros de las malas noticias, si cree que todos los que resaltan las señales de alarma pertenecen a sofisticadas plataformas conspirativas, no tendrá nunca un diagnóstico de sus causas ni mucho menos recetarios para enfrentarlos.

El Gobierno está metido en el mar. Estas cifras de ingresos, mercado laboral y externo indican que tiene la pantaloneta en los tobillos. El Gobierno lo niega. Si fuera un juego, sería gracioso que arribara algún evento que baje súbitamente la marea: que Trump blanda su bate de los aranceles contra Colombia con el argumento de que no hacemos suficiente para combatir el narcotráfico, que alguna de las tres principales economías de América Latina termine hundida en alguno de sus respectivos proyectos populistas, que la situación en Venezuela empeore.

Pero no es juego y no es gracioso. Lo que requeriríamos es sentido común del Gobierno y su partido para estudiar los problemas y construir sus soluciones, no a un psiquiatra para lidiar con la negación.

@mahofste

 

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