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JOSÉ GELVEZ ALBARRACÍN, ALIAS EL Canoso, no era un paramilitar común.
Administrador de empresas, fue empleado de la Alcaldía y la Registraduría de Santa Marta. Sin embargo ahora que, enfermo y resentido con sus viejos patrones que lo dejaron seco, resolvió develar sus relaciones con personalidades nacionales, nadie lo recuerda.
El Canoso dijo ante Justicia y Paz que Art Coco —una empresa de Ignacio ‘Nacho’ Rodríguez, concejal de Santa Marta elegido con los votos ‘paras’ que manejaba Hernán Giraldo en la Sierra Nevada— era proveedora de artesanías para Salvarte, la empresa de los hijos del expresidente Uribe, Tomás y Jerónimo. Y que él, con Rodríguez y los Uribe, parrandearon tres veces juntos, una de ellas en un paseo al Parque Tayrona en 2004. En 2007 el exconcejal fue extraditado a Estados Unidos por narcotráfico.
Los Uribe aceptaron que fueron al Tayrona en 2004 con Rodríguez y que Salvarte le compraba artesanías a Art Coco. Negaron conocer a El Canoso y haber ido al Carnaval de Barranquilla disfrazados de fiebre amarilla, como dijo el desmovilizado. Y explicaron que “tanto al señor Rodríguez como a su familia los precedía una excelente reputación, la cual pueden corroborar distinguidas personas de la sociedad samaria”.
¿Podían los hijos del presidente, en Santa Marta, donde todo se dice, no saber que Rodríguez era concejal de los paramilitares? ¿A quién llamarán los Uribe “personas distinguidas” como para que les recomendaran a un político que se jactaba de ser ficha de El Patrón Giraldo? ¿Por qué los hijos del expresidente tuvieron tantos negocios en Santa Marta, cuando su dirigencia estaba casi cooptada por el paramilitarismo?
El Canoso dijo también que los paramilitares Jorge 40 y Hernán Giraldo y su sobrino estaban detrás del socio samario de Aviatur en la concesión del Parque Tayrona, vigente hasta 2015. Que para sellar el trato se reunieron él, el mismo concejal Rodríguez, el gobernador Trino Luna y Elías George, dueño de la agencia turística local que figuraría como socia, con Jean Claude Bessudo, en su oficina, cuando éste hacía un reality en televisión, a mediados de 2005. Dijo que los Giraldo pusieron 800 millones de pesos.
Bessudo admitió que sí recibió el consejo del presidente de asociarse con una empresa local y que sí se reunió con George y con Rodríguez para concretar el negocio, pero que no recuerda a El Canoso. Dijo que supuso que sus socios sólo eran los hermanos George y que ellos apenas aportaron 300 millones. Y que en 2008, después de que recibió una carta de Jorge 40 reclamando sus acciones de la concesión, le dijo a George que “Aviatur no quería tener esa clase de socios” y le compró su parte en 2009.
Puede que Bessudo haya sido asaltado en su buena fe, y más con recomendación presidencial de por medio. ¿Pero en tres años de sociedad con estos delincuentes nunca sospechó nada, ni cuando extraditaron a Rodríguez en 2007? ¿Es creíble que en 2008 cuando Jorge 40, el gran criminal de lesa humanidad, quiso recuperar su parte sólo mandó una cartica? ¿Y cuando Bessudo le compró a George su parte, no temió que su pago fuera para los ‘paras’? ¿Por qué no lo denunció, ni devolvió la concesión? Sin importar sus méritos para lidiar con tiburones, ¿no existe un grave conflicto ético para que Sandra Bessudo, hija del dueño de la oscura concesión del parque natural, siga en su cargo de consejera presidencial para el medio ambiente?
¿Eran tan aceptados los ‘paras’ en la clase dirigente que los Uribe y Bessudo en realidad no le vieron problema a hacer negocios con ellos?