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Lecciones desde EE. UU.

Patricia Lara Salive
05 de junio de 2020 - 05:30 a. m.
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Luego de décadas, es más, de siglos… de un racismo que parece indomable, Estados Unidos despertó por fin. Y con rabia… El hecho de que en millones de celulares y de televisores los ciudadanos de ese país hayan visto morir al afroamericano George Floyd, después de que durante ocho minutos y medio le repitiera al policía blanco de Mineápolis Derek Chauvin que no podía respirar, pues la rodilla que le mantenía clavada en el cuello le impedía hacerlo, ha generado la mayor ola de protestas en Estados Unidos desde 1968, cuando fue asesinado Martin Luther King. Las protestas, que ya llevan más de una semana, han sido tan masivas y violentas que en Washington, Nueva York, Boston y otras ciudades importantes ha habido toque de queda, no obstante lo cual almacenes emblemáticos como Apple, Coach, Chanel, Louis Vuitton y otros han sido saqueados.

Esos asesinatos cometidos por policías blancos contra negros acusados de cualquier tontería (a Floyd lo acusaban de que supuestamente había pagado un paquete de cigarrillos con un billete falso) son frecuentes en ese país: recuerdo que en 2015, durante una temporada que pasé allá, se dieron disturbios en Baltimore a raíz de las protestas desatadas luego del funeral de Freddie Gray, un afroamericano muerto porque un policía blanco le rompió la columna vertebral. Hacía poco había ocurrido la muerte de Eric Garner, un corpulento negro de 27 años, asmático y padre de seis hijos, quien en Staten Island (Nueva York), desarmado, había discutido con un policía porque fue acusado de vender cigarrillos en la calle de manera ilegal, y cuando forcejeaba para evitar que lo esposaran fue asfixiado por el agente Daniel Pantaleo, no obstante que Garner también había dicho con insistencia, igual que Floyd: “No puedo respirar”. El policía no fue procesado por su muerte, como tampoco lo fue el agente blanco Darren Wilson, quien un mes después, en Ferguson (Misuri), mató a tiros a Michael Brown, un negro de 18 años que, desarmado, fue baleado por robarse unos cigarrillos. Como estos, ha habido muchos casos.

Pero el asesinato de Floyd se dio en un momento distinto, justo cuando la mayor proporción de los más de 100.000 muertos dejados por el coronavirus está conformada por negros y latinos, justo cuando la crisis económica generada por la pandemia ha dejado 20 millones de desempleados, y justo cuando hay un presidente cercano a los supremacistas blancos que está en plan de reelección y quien, en lugar de apaciguar a la gente, se ha dedicado a echarle leña al fuego y a amenazar con sacar al ejército a la calle.

¿Qué pasará? Seguro las protestas acabarán por apaciguarse. Pero si la lógica política funciona, con lo que ha ocurrido y con los desaciertos de Trump en el manejo de la pandemia, tendría que hundirse su reelección, caso en el cual Colombia quedaría muy mal parada por haberse ligado exclusivamente con los republicanos y haberse olvidado de los demócratas.

Y a propósito de Colombia: ¿por qué aquí nos enteramos de que en Puerto Tejada un policía mató a bolillazos en la cabeza al joven negro Ánderson Arboleda por salir a la calle en medio de la cuarentena, y no pasa nada? ¿Por qué vemos que este año han matado a 117 líderes sociales y no reaccionamos? La violencia nos ha vuelto ciegos…

Nota. Por fin reaccionó Cuba de manera drástica ante la ingratitud de Colombia. Por fin le cantó la tabla al gobierno de Iván Duque por tanta deslealtad, por tanta manipulación, por tanta ignorancia, por tanta perfidia…

www.patricialarasalive.com, @patricialarasa

 

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