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En respuesta al editorial del 24 de julio de 2024, titulado “Condiciones dignas para los profesionales de la salud”.
El editorial, si bien menciona que existe una “cultura de explotación” de los médicos residentes, infortunadamente no se detiene a precisar en qué consiste esa explotación laboral. Al dejar en un plano secundario ese aspecto fundamental, íntimamente asociado con el problema de maltrato a los médicos residentes que hizo erupción con el dolor e indignación de la sociedad por el suicidio de la doctora Catalina Gutiérrez, el editorial se queda corto en el diagnóstico y en las propuestas de solución.
Conviene recordar que los residentes son ya médicos graduados (Ley 1917, art. 4) que han cursado una carrera de seis años con un año de internado y la gran mayoría, ya con su diploma de médico, han prestado un año de servicio social o año rural. Durante la residencia (cuatro años de tiempo completo y dedicación exclusiva en el caso de cirugía general o ginecobstetricia), los residentes no solo desarrollan actividades académicas, sino que diariamente atienden pacientes en el marco de los contratos con los especialistas que los supervisan.
A un médico especialista en formación no se le paga un salario, sino que se le considera un “residente beneficiario del apoyo de sostenimiento educativo mensual” (Resolución1872/2019), que por ley es de tres salarios mínimos vigentes, mientras que en las universidades privadas deben pagar unos $27 millones por semestre. Para obtener el “apoyo de sostenimiento” se necesitaron muchas luchas de los internos y residentes, pues por años Colombia fue un país donde los médicos residentes pagaban altas matriculas y atendían pacientes, pero no tenían remuneración.
El énfasis en que los residentes son estudiantes o especialistas en formación y no profesionales graduados que prestan servicios médicos y la elegante denominación de “talento humano en salud” encubre que, en los sistemas de salud donde rige una economía de mercado, el sostenimiento financiero solo es posible si se reduce el plan de beneficios para los pacientes (por tanto, se aumenta el gasto de bolsillo), si se aumentan las contribuciones por afiliación y si no hay condiciones salariales y de contratación dignas para el personal de salud.
Esto se corrobora al observar la evolución en años recientes del Servicio Nacional de Salud (NHS) en Inglaterra. A medida que se lo tomó el modelo norteamericano de aseguramiento (modelo Kaiser Permanente), los Junior Doctors (médicos residentes) vieron reducida su remuneración y endurecidas sus condiciones laborales. No es coincidencia que desde marzo 2023 los médicos residentes ingleses han entrado en huelga 11 veces, reclamando un aumento salarial del 35 %.
La reforma a la salud que se discutirá en esta nueva legislatura debe abordar con prioridad este problema de las condiciones de trabajo y la inequidad salarial con los profesionales y trabajadores de la salud, caldo de cultivo del matoneo jerarquizado y las condiciones donde se incuban todo tipo de problemas y trastornos de salud mental.
*Psicólogo de la Universidad Nacional y Ph. D. en Salud Pública de la Universidad de Texas.