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En respuesta al editorial del 4 de febrero de 2023, titulado “¿A quién le importa Haití?”.
Elogio el hecho de que, en su editorial del sábado 4 de febrero, se hayan ocupado de la muy dolorosa situación que viven nuestros hermanos haitianos. Considero bastante acertado su diagnóstico, pero no puedo compartir ese dejo de pesimismo que se limita a formular, sin respuesta, la pregunta que sirve de título al editorial: “¿A quién le importa Haití?”. Pues yo pienso que Haití debe importarnos a todos los seres humanos y en especial a los demócratas que conformamos la comunidad de pueblos latinoamericanos y del Caribe, e inmoral me parece la indiferencia ante el sufrimiento inmenso de 12 millones de haitianos.
Los colombianos tenemos una vieja deuda con Haití, que ya es tiempo de empezar a saldar. Las gestas independentistas, lideradas por Bolívar, difícilmente hubiesen llegado a buen término sin la estratégica ayuda que el Libertador recibió de Alexandre Pétion, entonces presidente de la segunda república surgida en nuestro continente americano. El héroe haitiano merece un monumento de gratitud, superior al escondido busto con que se honra su memoria en la Quinta de Bolívar en nuestra capital. Y el repudiable hecho reciente de la participación de mercenarios colombianos en el magnicidio del presidente Jovenel Moïse debería ser motivo para que encontremos una forma de resarcir la gran colaboración de esa sufrida nación caribeña en nuestro proceso independentista.
Muy preciso el diagnóstico contenido en su editorial, ¿pero no será también tiempo de empezar a construir una terapia adecuada ante el dramatismo de los males diagnosticados? No encuentro satisfactoria la pregunta con la que termina el texto de su editorial: “¿Qué se va a hacer para aliviar la situación de los haitianos?”.
En frecuentes charlas con el embajador de Haití en Colombia, un grupo de amigos hemos planteado la necesidad de construir un colectivo en defensa de nuestros hermanos haitianos, orientado a hacer cabildeo (“lobby”) ante las autoridades colombianas para que, en desarrollo del mandato vinculante del preámbulo de nuestra Constitución Política de “impulsar la integración de la comunidad latinoamericana”, se emprendan acciones inmediatas, ahora que es el momento propicio para que los demócratas de la gran patria latinoamericana respondamos a su pregunta con la afirmación categórica de que ¡sí nos importa Haití!
En la actual coyuntura, cuando contamos con un gobernante colombiano de clara proyección integracionista en nuestro subcontinente, hay que pedirle que use ese liderazgo regional a favor de una ayuda masiva a ese pueblo valeroso que en su momento derrotó al imperio francés para surgir, en 1803, como la segunda nación independiente del continente americano y que de inmediato proyectó sus luces libertarias sobre las colonias europeas en Latinoamérica y el Caribe.