El otro día me levanté mirando al cielo desde el decimoséptimo piso en que vivo y me dije: “Quiero dejarle una inquietud a todo aquel que lea este texto”. Lo escribí un día después de la final de la Copa del Mundo 2022, inspirada en el alboroto que se sentía por las calles de la capital colombiana, con caravanas, camisetas argentinas y euforia en su máxima expresión. En ese momento pensé lo siguiente: es impresionante el olvido del colombiano.
Esta vez lo relacioné con el deporte, porque se dieron las cosas, pero se han olvidado sucesos importantes con el paso del tiempo, como la guerra de guerrillas, las diferentes masacres y atentados de los años 80, la toma del Palacio de Justicia y todas sus víctimas; no recordamos esos años 80 y 90 sumidos en el dinero fácil producto del narcotráfico, el cual dañó gran parte de la mente colectiva del pueblo colombiano, sumergiéndolo en el facilismo sin mucho esfuerzo.
Imagínense ustedes, si nos hemos olvidado de estos temas tan fuertes de la historia de nuestro país, por qué no olvidarnos de otros tan triviales como los acontecidos en eventos deportivos anteriormente, por ejemplo el partido Colombia-Argentina de la Copa América 2021. Sin ser conocedora del fútbol —porque, lo confieso, lo único que sé es que gana el que mete más goles y de tecnicismos no tengo ni idea—, ese día sentí dolor de patria cuando veía la burla y humillación, encabezada por el mismísimo Messi, a nuestro querido Yerry Mina, por citarlo concretamente, pero en realidad era dedicada a todos nuestros jugadores colombianos tanto en el campo de juego como en los camerinos. Así lo evidencian los videos que se encuentran a la orden del día en las redes sociales: “Bailá ahora, bailá ahora”, “nos vemos, gordito”, más las imitaciones burlonas de los bailes de celebración que realiza nuestra tricolor. Estas fueron algunas de las demostraciones del equipo gaucho con Colombia, aunque ni en la época del Pibe Valderrama o Asprilla, jugadores que eran mucho más lanzados a la hora de expresarse, se vio una falta de respeto de este nivel de Colombia hacia Argentina.
Pero durante la final del Mundial de este año en Colombia había más argentinos eufóricos que en la misma Argentina. “Ganamos”, gritaban los colombianos. Me preguntaba: ¿ganamos qué? ¿De verdad vale la pena que se enfrenten amigos y familiares entre sí por un partido de Argentina, país que de acuerdo con su actuar al parecer siempre verá como menos a nuestros jugadores? Es en serio. ¿Cuándo han visto a los argentinos celebrando de manera eufórica un triunfo de Colombia? ¿O que se peleen entre sí por nuestra selección? Pregúntenles de verdad cuánto les importa el futuro del fútbol colombiano a ellos.
Esto se da hoy como análisis sobre un tema deportivo, pero sucede todo el tiempo, como cuando te arrodillas ante cualquiera y ya quieres ponerte de tapete para que pasen por encima tuyo o cuando teniendo tantas riquezas en el país les entregas todo a los extranjeros para que se vayan con sus bolsillos llenos. ¿Cuál será la diferencia entre la época de la Conquista y hoy día? Ahí les dejo esta reflexión. Hoy salió de un simple partido de fútbol, pero analicemos la historia y veremos que lo repetimos todo el tiempo, en automático. Colombianos, cambiemos nuestros pensamientos y cambiará nuestra realidad.
Gloria Isabel González Rivera.
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