Sobre el Telar de los Sueños y la impopularidad de Peñalosa
Sobre el Telar de los Sueños
Leyendo el antieditorial de Daniela Marcela Roncoso encuentro que su defensa de los llamados Telares de los Sueños es, cuando menos, ingenua, porque desconoce la proyección geométrica que debe tener su expansión para que cada participante que “dona” su dinero pase a ser una feliz receptora de los dineros de ocho mujeres más.
Es claro que el sistema no contempla el enriquecimiento de una sola cabeza, empero, esto no lo hace menos dañino con las bases que, al final, van a quedar defraudadas.
Empoderar económicamente a las mujeres es una frase maquillada que sustituye el término “usufructo de los dineros de ocho personas” —ingenuas o temerarias— que entran en el juego, aspirando a estar entre las ganadoras y no entre las indefectiblemente perdedoras finales.
Simplificando el esquema de las “mandalas” y sus sugestivos nombres de agua, tierra, viento y fuego, podemos concluir que: Para cada persona que ingresa al negocio deben existir ocho personas que con sus regalos le permitan a esta “empoderada” el disfrute de sus dineros.
Las próximas ocho aguas necesitan de 64 donantes, quienes, a su vez, van a necesitar 512 donaciones y estas 4.096. En el sexto nivel de mandalas se necesitan 32.768 donaciones, y en el séptimo 262.144.
Supongamos, en gracia de discusión, que para llenar esas 262.144 mandalas se alcanzaran a conseguir las 2’097.152 donaciones para que esas 262.144 “aguas” quedaran felices, y que allí en ese punto la saturación sería tal que el telar se rompiera...
Podríamos colegir entonces que más de 2’097.000 personas quedarían damnificadas o tumbadas, para que 262.000 quedaran “empoderadas”.
Las ganancias no aparecen por generación espontánea y el hecho de que no haya una sola cabeza visible no minimiza el daño final a miles de personas que se van a quedar sin recibir su “regalo” multiplicado por ocho después de haber dado el suyo.
Fernando Augusto Cortés, Cali.
La impopularidad de Peñalosa
En estos casi tres años he escuchado solo menciones negativas de la administración de Bogotá, pero he visto muchos logros en mi barrio y en los lugares por los cuales me desplazo. Noto el lugar común de criticar todo lo relacionado con la actual gestión de Bogotá.
La ciudad, obvio, tiene muchos problemas, pero veo una organización y una planificación para mejorar. Al final, pienso, el problema está en la actitud de cada uno, en endilgar las culpas en los otros; también eso ocurre a nivel nacional. El deporte nacional es criticar a los gobernantes, por qué no asumir nuestro rol de acompañar al servidor público en el logro de una mejor ciudad y un mejor país. ¡Dejemos la quejadera y avancemos!
Carlos Eduardo Guerra Londoño
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com.
Sobre el Telar de los Sueños
Leyendo el antieditorial de Daniela Marcela Roncoso encuentro que su defensa de los llamados Telares de los Sueños es, cuando menos, ingenua, porque desconoce la proyección geométrica que debe tener su expansión para que cada participante que “dona” su dinero pase a ser una feliz receptora de los dineros de ocho mujeres más.
Es claro que el sistema no contempla el enriquecimiento de una sola cabeza, empero, esto no lo hace menos dañino con las bases que, al final, van a quedar defraudadas.
Empoderar económicamente a las mujeres es una frase maquillada que sustituye el término “usufructo de los dineros de ocho personas” —ingenuas o temerarias— que entran en el juego, aspirando a estar entre las ganadoras y no entre las indefectiblemente perdedoras finales.
Simplificando el esquema de las “mandalas” y sus sugestivos nombres de agua, tierra, viento y fuego, podemos concluir que: Para cada persona que ingresa al negocio deben existir ocho personas que con sus regalos le permitan a esta “empoderada” el disfrute de sus dineros.
Las próximas ocho aguas necesitan de 64 donantes, quienes, a su vez, van a necesitar 512 donaciones y estas 4.096. En el sexto nivel de mandalas se necesitan 32.768 donaciones, y en el séptimo 262.144.
Supongamos, en gracia de discusión, que para llenar esas 262.144 mandalas se alcanzaran a conseguir las 2’097.152 donaciones para que esas 262.144 “aguas” quedaran felices, y que allí en ese punto la saturación sería tal que el telar se rompiera...
Podríamos colegir entonces que más de 2’097.000 personas quedarían damnificadas o tumbadas, para que 262.000 quedaran “empoderadas”.
Las ganancias no aparecen por generación espontánea y el hecho de que no haya una sola cabeza visible no minimiza el daño final a miles de personas que se van a quedar sin recibir su “regalo” multiplicado por ocho después de haber dado el suyo.
Fernando Augusto Cortés, Cali.
La impopularidad de Peñalosa
En estos casi tres años he escuchado solo menciones negativas de la administración de Bogotá, pero he visto muchos logros en mi barrio y en los lugares por los cuales me desplazo. Noto el lugar común de criticar todo lo relacionado con la actual gestión de Bogotá.
La ciudad, obvio, tiene muchos problemas, pero veo una organización y una planificación para mejorar. Al final, pienso, el problema está en la actitud de cada uno, en endilgar las culpas en los otros; también eso ocurre a nivel nacional. El deporte nacional es criticar a los gobernantes, por qué no asumir nuestro rol de acompañar al servidor público en el logro de una mejor ciudad y un mejor país. ¡Dejemos la quejadera y avancemos!
Carlos Eduardo Guerra Londoño
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