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En Colombia, desde hace más de un siglo, es legal el matrimonio entre menores de edad. El artículo 117 del Código Civil establece que, si los padres dan el consentimiento pertinente, a partir de los 14 años los niños pueden vincularse en unión marital. Sin embargo, a pesar de que existe la protección de los derechos de los niños, la lucha por un territorio en el que los juguetes no sean reemplazados por argollas ha sido ardua.
Desde 2007, se han presentado nueve proyectos de ley para prohibir el matrimonio infantil y todos han sido archivados. A pesar de ello, en 2024 se vislumbra esperanza respecto al tema. Alexandra Vásquez y Jennifer Pedraza, integrantes de la Cámara de Representantes, presentaron el proyecto de ley “Son niñas, no esposas” que busca prohibir el matrimonio infantil y, además, generar programas para garantizar infancias cobijadas en derechos humanos y dignidad. Este proyecto necesita ser aprobado en un último debate que se llevará a cabo en la plenaria del Senado.
La modificación se necesita con urgencia por varias razones. En primer lugar, bajo esta práctica se produce abuso. Según el informe publicado en septiembre de 2023, denominado Análisis de situación de los matrimonios infantiles y las uniones tempranas en Colombia, realizado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el 73,4 % de las niñas casadas menores de edad se han vinculado con hombres que son, al menos, 20 años mayores que ellas. La diferencia de edad es abismal y esto ubica al hombre en una posición de poder de la cual surge subordinación en el ámbito económico, sexual y personal.
Este abuso se permite bajo el argumento de que existe un consentimiento libre y que el Estado lo avala. No obstante, en realidad, no hay un consentimiento autónomo. El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar dice que, aunque se trate de un joven mayor de 14 años, el consentimiento se afecta cuando: “hay condiciones de poder inequitativas, desigualdad o inequidad; estas pueden ser en relación con la edad, rol social, entre otras”. A pesar de que estas condiciones inequitativas existen, nadie rompe estas cadenas. Incluso, a veces desde el mismo hogar de los menores se construyen motivadas por factores económicos.
Según el informe ya mencionado de UNICEF, Colombia ocupa el puesto 20 a nivel mundial respecto al número de niñas casadas o unidas antes de cumplir los 15 años. El Índice de Pobreza Multidimensional, publicado en 2022 por el Dane, demuestra que: “las regiones con mayor índice de pobreza multidimensional son la Orinoquía-Amazonía y la Pacífica”, las mismas que cuentan con el mayor número de casos de uniones tempranas en población menor de 14 años. Estas son variables correlacionadas porque, al no tener los recursos monetarios suficientes, las familias ven en el matrimonio una forma de solventar aquellas carencias.
En conclusión, el matrimonio infantil en Colombia evidencia diversas vulneraciones a las niñas que son obligadas a asumir responsabilidades para las cuales no están preparadas, truncando su desarrollo y exponiéndolas a situaciones de abuso. Prohibir esta práctica es necesario para garantizar que vivan libres, escojan sus proyectos de vida y se desarrollen integralmente. Al ser menores de edad, deben disfrutar su camino, un camino en el que, como decía Mario Benedetti, “aún les queda ser jóvenes sin prisa y con memoria, situarse en una historia que es la suya” y trazar una ruta de vida que no pertenezca a nadie más.