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Guantánamo: tortura en Occidente y defensa de la democracia

Luis Guiovanni Herrera Hurtado
23 de mayo de 2022 - 05:00 a. m.
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La lucha contra el terrorismo ha representado la mayor infamia del terror estadounidense. Considerando los derechos humanos como símbolo de progreso social en Occidente, los mecanismos de tortura son el reflejo del regreso de la tiranía de un imperio que busca consolidarse mediante el miedo.

Localizado en la Base Naval de la Bahía de Guantánamo, en la isla de Cuba, el Centro de Detención de Guantánamo es el epicentro de lo que ha representado la política internacional en la lucha contra el terrorismo. Este centro de detención de alta seguridad ha sido el reflejo de la guerra total que le ha impuesto Estados Unidos al mundo. Y de mil maneras, pues se han puesto al descubierto las torturas llevadas a cabo de manera física o psicológica.

Los atentados en el World Trade Center, epicentro del sistema mundial de comercio, dieron inicio a este centro de tortura. Fue George W. Bush quien denominó la cruzada contra Oriente como lucha contra el terrorismo.

El Centro de Detención de Guantánamo ha encerrado personas sin ningún tipo de garantía ni proceso judicial y de allí surge el cuestionamiento. ¿Representará la lucha contra el terrorismo la pérdida absoluta del sentido de la democracia que tanto se destaca desde los Estados Unidos? La lucha contra el terror, que se ampara bajo la defensa de los derechos humanos, solo puede recordar los años más crueles del absolutismo, cuando la vida no tenía ningún valor.

Este centro de tortura llegó a albergar a 780 prisioneros en tiempos de George W. Bush (2001-2009) y hoy se habla de 39 que siguen en prisión. Estos olvidados por el mundo han sido condenados por la democracia occidental, negándoles el debido proceso y llenándolos de odio y resentimiento contra el ciudadano estadounidense.

Luego de la retirada militar de los Estados Unidos en Afganistán, la política contra el terrorismo muy posiblemente se transforme. Pero la ubicación de Guantánamo como centro de tortura en la isla de Cuba es el reflejo del saldo histórico del colonialismo, siendo Cuba hoy en día el principal referente del socialismo en el mundo. En algún momento el cierre llegará, evidenciando la infame condición democrática que refleja la existencia de este lugar para Estados Unidos.

Se le atribuyó el Premio Nobel de Paz a Barack Obama en parte por proponer el cierre del Centro de Detención de Guantánamo, aunque este nunca materializó. Bush llegó a reconocer que allí se practicaba la tortura justificándolo de esta manera: “Esto ayudó a salvar vidas y prevenir ataques”. Es de sospechar que Joe Biden abordará el problema de Guantánamo y debe reconocer las barbaridades perpetradas por el Estado que defiende la democracia a escala mundial.

Por la extraterritorialidad de Guantánamo del territorio de los Estados Unidos, se cuestiona la existencia de este centro de detención. ¿Es una prisión, base naval estadounidense o territorio cubano? Situada al este de Cuba, puede ser entendida como la continuidad histórica de un espacio colonial. Por ello, se debe recordar que Guantánamo fue arrendada en 1903 a Estados Unidos como resultado del apoyo estadounidense a Cuba durante la Guerra Hispanoamericana en 1898. Es un territorio que refleja contradicciones y evidencia el descaro de Occidente al generar puntos estratégicos para la guerra.

Se suele justificar la existencia del centro de detención de Guantánamo a partir de los atentados del 11 de septiembre del 2001, mientras que los detractores del centro de detención en Guantánamo argumentan el enorme gasto que ha representado para los estadounidenses —más de US$6.000 millones—. Parece que la defensa de la democracia se construye a partir de la tortura.

Por ello, el cierre del Centro de Detención de Guantánamo debe ser una reivindicación de quienes asumimos la lucha contra el colonialismo y la guerra total. Guantánamo debe ser recordado en la historia del capitalismo como un símbolo mundial de tortura y violación a los derechos humanos. Fiel reflejo de la manera como Occidente defiende la democracia.

Por Luis Guiovanni Herrera Hurtado

 

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