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La Unión Europea se erige como un poderoso instrumento geoeconómico para Occidente, gracias a sus abundantes recursos económicos que le permiten incentivar o sancionar las acciones de otros actores a escala global. Ejerce una gran influencia para promover comportamientos acordes con sus intereses, como la occidentalización de países, fomentando su liberalización o aislándolos si no se adaptan estructuralmente al mercado global.
Es evidente el interés de este bloque por impedir el progreso económico y cultural de potencias no occidentales como Rusia, China e Irán, a las cuales combate con sus recursos económicos. Aunque está pagando un alto precio por lograr objetivos políticos, solo el tiempo revelará el éxito de estas medidas, ya que la Unión Europea tiene proyectos a largo plazo en el escenario internacional. Cabe preguntarse si podría solucionar con mayor facilidad los problemas internos de sus miembros, dado que sus recursos, aunque abundantes, son limitados e implican sacrificar y priorizar otros asuntos políticos.
En el caso de Rusia, se libra una guerra proxy, donde ambos bandos se enfrentan a través de Ucrania por el control de un territorio con gasoductos que suministran a Europa un valioso recurso energético. Como en toda guerra, hay una dimensión mediática que busca justificar a un bando y demonizar al otro, cambiando la perspectiva de los demás. Por ello, intentan cerrar los medios de sus antagonistas, alegando que el otro se vale de la desinformación mediante sus canales de comunicación. Una vez más, Europa se encuentra dividida en bloques que no buscan la reconciliación, sino el dominio.
Es notable cómo organizaciones y naciones tienen el poder de determinar el progreso de otros dentro de la lógica capitalista mundial. Por ejemplo, la Unión Europea busca competir con China en materia de microchips, invirtiendo €43.000 millones en proyectos tecnológicos. Esta medida es bastante diplomática en comparación con las tomadas contra otros actores, ya que China es uno de los mayores socios comerciales de la Unión Europea, lo que genera una interdependencia que imposibilita o haría irracional toda confrontación abierta.
No se puede decir lo mismo en el caso de Irán, donde la Unión Europea no duda en sancionar directamente a este actor por sus actividades comerciales, como la venta de drones y misiles a Rusia, algo que consideran inaceptable. Por ello, propone sancionar al país y a las empresas que allí fabrican estos productos, para que la producción enfrente más obstáculos, como altos precios o la escasez de recursos necesarios.
El poder de la Unión Europea es tan importante que puede provocar conductas de acuerdo con sus intenciones. En la actualidad, sus ideales explícitos siguen siendo promover la democracia y los derechos humanos en el mundo. Sin embargo, un actor tan poderoso debe ser vigilado no solo por sus actores internos sino también por actores externos que puedan hacer críticas constructivas a la organización, para evitar que se desvíe de sus ideales y se convierta en un peligro no solo para Occidente sino para el mundo en general. Y es que, con tantos actores con incentivos para su desarrollo económico y tan pocos dispuestos a satisfacerlos, un actor tan poderoso como la Unión Europea podría quedar impune gracias a su capacidad de generar dependencia económica, siendo muy pocos los que se atreverían a confrontarla. Esos son los peligros de lo que denominaré “monopolios internacionales”, que concentran la mayor parte de la riqueza y el capital del mundo, sin un contrapeso efectivo hasta el momento.