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Mis sueños se han hecho livianitos

José Daniel Quiroga González
04 de diciembre de 2023 - 02:00 a. m.

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Tras ver cómo Camus evidencia la felicidad de Meursault al saber que será ejecutado y así formular la idea que lo vivido durante su vida carece de valor y significado, empecé a pensar en la inutilidad de aferrarse a lo que se conoce como una vida bien vivida. Y precisamente aquí fue donde empezó mi obsesión desbordada por el pensamiento de “vivir”. Me imagino recurrentemente a mí mismo en un escenario: en mi lecho de muerte pensando una y otra vez: ¿viví realmente? y cuanto mas le hallo razón al postulado de Camus, más quiero rebatirlo, pues he llegado a pensar, que si al final, nos vamos a llevar de equipaje nada más que recuerdos, valdría la pena darnos la satisfacción de saber que estos producen placer y no un profundo agobio. Guiándome por las creencias populares, la mejor manera de nutrir este equipaje es sentirse realizado, y el camino más rápido para llegar a ello es el cumplimiento de los sueños y metas. Estos varían y en particular es imposible que dos personas tengan exactamente los mismos sueños a realizar. Y es aquí donde Camus vuelve a tomar valor, pues el complimiento de los sueños es una empresa que desde el pensamiento se torna utópica, pues esa es su naturaleza. La manera de realizar esta tarea es algo tan volátil que no se podría dar un manual exacto de cómo lograrlo, ya que cada pequeño detalle interviene en ello, la suerte incluida. Y es aquí donde entra la tesis de esta columna, la casi que imposibilidad de cumplir los sueños en Colombia.

Desde pequeño me he visto en variados escenarios, desde enloqueciendo estadios con goles y gambetas hasta recorriendo el mundo con mis películas. Ahora veo que mis sueños se hacen cada vez más livianos, pues analizando mi contexto cercano, lleno de personas con sueños irrealizados, junto con los ocho de cada diez colombianos que están insatisfechos con sus trabajos (según la firma Plurum) veo cómo el horizonte se aleja cada vez más, como Sísifo, se siente como cargar una y otra vez la piedra hacia el mismo punto. Basándome en esto he empezado a tener una obsesión en darle respuesta a por qué en este contexto es tan difícil lograr cumplir las metas trazadas (en especial si están ligadas al mundo del arte). He barajado varias hipótesis, basándome en cuestiones cualitativas y percepciones propias basadas en mi entorno. La más fuerte es que es cuestión de clase y apellido, pues muchos de los impedimentos en todos los campos de vida se reducen a una cuestión de privilegios. Es evidente que en un país como Colombia el apellido es un aspecto que es de un peso enorme. Voy a tomar un único escenario que sirve como ejemplo generalizado, pues cuando una persona de clase trabajadora debe velar por el sustento, pierde la mayor parte de tiempo y esfuerzo en esta tarea, haciendo más difícil trazarse metas, pues debe centrarse en el presente inmediato, y así se le va la vida, viviendo un día a la vez. La mayoría de hipótesis que he pensado giran en torno al mismo punto.

Así que, para concluir, en Colombia, la realización como persona es una tarea que no esta dada para la gran mayoría y se decanta por muchos factores externos a los que uno puede controlar, pero, aun así, el camino a esa realización es lo que le da sentido a vivir, pues trazarse un camino y un horizonte dará siempre motivación para seguir el camino que desembocará en el final de la existencia.

Por José Daniel Quiroga González

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José(9532)06 de diciembre de 2023 - 03:07 a. m.
Que buena conclusión señor columnista: en Colombia cuando una persona de clase trabajadora debe velar por el sustento, pierde la mayor parte de tiempo y esfuerzo en esta tarea, haciendo más difícil trazarse metas, pues debe centrarse en el presente inmediato, y así se le va la vida, viviendo un día a la vez.
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