‘No me digan que las mujeres no están hechas de la materia de los héroes’
Mayor general (r) Ramsés Muñoz Martínez
Siglo y medio después, María Corina Machado comparte con Qiu Jin la misma acusación: conspirar para derrocar al gobierno. Qiu, hoy considerada heroína nacional en China, fue perseguida, torturada y ejecuta durante el gobierno dirigido por manchúes de la dinastía Quing, como represalia por su lucha a favor de las mujeres y la oposición a los crímenes de los gobernantes contra su pueblo. Podemos imaginar a esta joven madre en su lucha, solitaria y heroica, enfrentada al poder omnímodo del emperador, aferrada a la voz de su conciencia, al valor de la verdad, a la fuerza que otorga lo justo y lo ético.
A María Corina no la imaginamos, la vemos desde todas las latitudes del mundo, con la cabeza erguida, arrodillada solo ante Dios, luchando por devolverle a los venezolanos la esperanza y el derecho a vivir en un país libre, próspero y democrático. Sus ideas, su fortaleza y su carisma arrollador que congrega a millones de ciudadanos en el mundo atemorizan y alteran al tirano usurpador, apoltronado en las endebles columnas de corruptos, oportunistas y cobardes en uniforme.
La lucha de María Corina no se circunscribe tan solo a rescatar la democracia para Venezuela, o a liberar el ideario del gran Simón Bolívar, secuestrado, deformado y utilizado por la dictadura; su admirable causa se constituye hoy en el movimiento global que despierta multitudinaria solidaridad internacional por el inalienable derecho a la libertad y la vida. La lucha de María Corina y el pueblo venezolano hoy es la lucha de la humanidad contra la tiranía; en esta contienda tan desigual, una mujer se enfrenta no tan solo a un tirano, tanto como a la Hidra de mil cabezas que conforman el sindicato internacional de dictadores asiáticos, euroasiáticos, caribeños, centro americanos y sus gobiernos cómplices del sur, centro y Norteamérica; que al unísono cantan convenientes odas al tirano Nicolás Maduro y a las dictaduras que ellos mismos representan.
El ilegítimo gobierno de Venezuela se sustenta hoy en el apoyo y reconocimiento de un reducido grupo de disímiles países, cuyo común denominador es la ausencia de democracia y el totalitarismo, pero sobre todo, su voraz apetito por los recursos y riquezas de la nación venezolana, desangrada, hipotecada y supervisada en el permanente y silencioso secuestro de su economía, por parte del poderoso sindicato internacional, acaso la versión contemporánea de la oscura compañía británica de las indias orientales, que por siglos saqueo naciones, destruyo culturas y gobiernos e impuso la esclavitud a sangre y fuego a los más débiles.
Cincuenta millones de americanos viven hoy bajo la ignominia del sindicato internacional, cubanos, nicaragüenses y venezolanos, otras tantas naciones de nuestro continente en los cálculos totalitarios, sonoras voces de tiranos en perfecta armonía con el silencio cómplice de tantos, ¿acaso el silencio artero, su discreta estrategia, su esperanza oculta de dictaduras venideras?
Tiranos en la historia, la humanidad, caer ha visto. ¡Oh estupidez perfecta, la venda que los ojos del tirano tapa, pretender con infausta mano, desconocer el valor que en el alma de las madres Dios ha puesto! “No me digan que las mujeres no están hechas de la materia de los héroes”.
* Oficial reserva activa Policía Nacional de Colombia.
Siglo y medio después, María Corina Machado comparte con Qiu Jin la misma acusación: conspirar para derrocar al gobierno. Qiu, hoy considerada heroína nacional en China, fue perseguida, torturada y ejecuta durante el gobierno dirigido por manchúes de la dinastía Quing, como represalia por su lucha a favor de las mujeres y la oposición a los crímenes de los gobernantes contra su pueblo. Podemos imaginar a esta joven madre en su lucha, solitaria y heroica, enfrentada al poder omnímodo del emperador, aferrada a la voz de su conciencia, al valor de la verdad, a la fuerza que otorga lo justo y lo ético.
A María Corina no la imaginamos, la vemos desde todas las latitudes del mundo, con la cabeza erguida, arrodillada solo ante Dios, luchando por devolverle a los venezolanos la esperanza y el derecho a vivir en un país libre, próspero y democrático. Sus ideas, su fortaleza y su carisma arrollador que congrega a millones de ciudadanos en el mundo atemorizan y alteran al tirano usurpador, apoltronado en las endebles columnas de corruptos, oportunistas y cobardes en uniforme.
La lucha de María Corina no se circunscribe tan solo a rescatar la democracia para Venezuela, o a liberar el ideario del gran Simón Bolívar, secuestrado, deformado y utilizado por la dictadura; su admirable causa se constituye hoy en el movimiento global que despierta multitudinaria solidaridad internacional por el inalienable derecho a la libertad y la vida. La lucha de María Corina y el pueblo venezolano hoy es la lucha de la humanidad contra la tiranía; en esta contienda tan desigual, una mujer se enfrenta no tan solo a un tirano, tanto como a la Hidra de mil cabezas que conforman el sindicato internacional de dictadores asiáticos, euroasiáticos, caribeños, centro americanos y sus gobiernos cómplices del sur, centro y Norteamérica; que al unísono cantan convenientes odas al tirano Nicolás Maduro y a las dictaduras que ellos mismos representan.
El ilegítimo gobierno de Venezuela se sustenta hoy en el apoyo y reconocimiento de un reducido grupo de disímiles países, cuyo común denominador es la ausencia de democracia y el totalitarismo, pero sobre todo, su voraz apetito por los recursos y riquezas de la nación venezolana, desangrada, hipotecada y supervisada en el permanente y silencioso secuestro de su economía, por parte del poderoso sindicato internacional, acaso la versión contemporánea de la oscura compañía británica de las indias orientales, que por siglos saqueo naciones, destruyo culturas y gobiernos e impuso la esclavitud a sangre y fuego a los más débiles.
Cincuenta millones de americanos viven hoy bajo la ignominia del sindicato internacional, cubanos, nicaragüenses y venezolanos, otras tantas naciones de nuestro continente en los cálculos totalitarios, sonoras voces de tiranos en perfecta armonía con el silencio cómplice de tantos, ¿acaso el silencio artero, su discreta estrategia, su esperanza oculta de dictaduras venideras?
Tiranos en la historia, la humanidad, caer ha visto. ¡Oh estupidez perfecta, la venda que los ojos del tirano tapa, pretender con infausta mano, desconocer el valor que en el alma de las madres Dios ha puesto! “No me digan que las mujeres no están hechas de la materia de los héroes”.
* Oficial reserva activa Policía Nacional de Colombia.