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Día a día aparecen noticias y episodios de inseguridad: hurtos, lesiones, homicidios, extorsiones, estafas y hasta secuestros de animales de compañía, y la difusión por redes sociales lleva a que estos eventos se conozcan rápidamente y a que el debate público se fije en las autoridades de policía como los responsables de salvar la situación o permitir que empeore.
Es allí cuando se debe insistir en la necesidad de analizar cada una de las problemáticas, que se categorizan rápidamente como inseguridad, con una nueva óptica que lleve a develar que quizá dichos episodios, en su mayoría trágicos, son en realidad consecuencias de otros factores y sectores que no están funcionado como la educación, vivienda, empleo, entre otros.
Desde la Universidad Central se ha venido realizando un seguimiento en los últimos tres años sobre los préstamos gota a gota en Colombia, una dinámica que es el resultado de un contexto que cuenta con los ingredientes perfectos para propiciarlos: 1. La informalidad en las transacciones, una de las principales formas de negociación en el país, y no es para menos que así se mueve cerca del 36,5 % del PIB nacional. 2. Las múltiples barreras de acceso a préstamos en las entidades financieras. 3. La informalidad laboral reúne más del 45 % de la ocupación en Colombia, provocando que la única alternativa sea el acceso a préstamos informales.
A la fecha no se cuenta con una cifra oficial sobre la cantidad de dinero que se mueve de esta manera, pero al hacer la proyección estadística, se estima que solo en intereses, sin contar los desembolsos de los préstamos, estas redes pueden llegar a mover $2.800 millones cada día en las principales capitales colombianas, sin contar zonas rurales.
Durante la pandemia, entre marzo y junio, en un proceso de rastreo de publicaciones en redes sociales, la oferta de estos préstamos aumentó en un 39 %, lo que indicaría que podrían llegar a mover $3.892 millones al día, solo en recolección de intereses en las grandes urbes.
La dinámica gota a gota se divide en tres tipologías: 1. Por gremios (tenderos, vendedores informales, transportadores, etc.). 2. Por sectores comerciales consolidados donde son reconocidos. 3. Por recomendación o encargo.
Es importante destacar que los préstamos gota a gota NO son un delito en sí mismo; sin embargo, se incurre en ilegalidad cuando se comete “usura”, es decir, cuando el cobro de intereses supera el interés promedio bancario acordado cada año o cuando se usan actos delictivos como la amenaza o extorsión para el cobro de sumas o intereses de las mismas.
La distinción anterior provoca que sean pocas las denuncias formales por parte de la ciudadanía. Generalmente los reportes llegan por mecanismos violentos en los cobros, desconociendo que es la usura el delito inicial y que tipificado en el artículo 305 del Código Penal (Ley 599 de 2000) podría llevar a prisión de dos (2) a cinco (5) años más una multa de cincuenta (50) a doscientos (200) salarios mínimos legales mensuales vigentes.
En definitiva, esta como otras problemáticas de “inseguridad” deben analizarse con cuidado y detalle, pues como en la mayoría de casos se trata de invertir la fórmula pasando de decir “estamos inseguros y por ello estamos muy mal en todo” a “estamos muy mal en todo y por eso estamos inseguros”.
* Periodista, especialista en gerencia en gobierno y gestión pública, posgraduado en investigación, magíster en investigación social interdisciplinaria, candidato a doctor en estudios sociales y consultor internacional en seguridad y convivencia.