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Con la ley de TIC se avanza hacia una tríada urgente del futuro.
La aprobación de la ley de modernización del sector de las TIC es una gran noticia para la educación que necesitamos reinventar. El presidente Duque prometió en campaña: “Pondremos en funcionamiento a gran escala los esquemas de educación virtual” (punto 72). Con la actual conectividad del país, su implementación enfrentaría problemas de velocidad, cobertura y equidad.
La noticia, sin embargo, puede tener una relevancia más profunda y estratégica. Hoy la educación virtual es vista como un componente o recurso adicional, pero tiene el potencial de reestructurar y transformar la oferta de educación superior. La conectividad a internet es la autopista del futuro, también de la educación.
Parece que no lo advertimos, aunque esta semana hubo un encuentro futurista de la educación superior que sí. Con el apoyo del Icetex, Lina Zuluaga, desde Georgetown University, organizó seis mesas con 80 actores del subsector sobre sendos temas disruptivos en educación terciaria, todos relacionados con TIC y algunos con tecnologías de la cuarta revolución industrial.
Fue una afortunada coincidencia de contexto con la ley TIC en el Congreso. Tenemos chance de más equitativa y mejor conectividad gracias a las nuevas reglas de juego para el sector privado; tenemos un planteamiento de transformación productiva en el Plan de Desarrollo y nos toca repensar la educación a la luz de los retos de la nueva época. La tríada es TIC-productividad-educación.
Con el perdón de algunos, creo que para el cambio en la educación media y superior lo más importante es caracterizar la transformación productiva. Para el cambio en la educación inicial y básica es el proyecto de sociedad, pero son las apuestas productivas departamentales y regionales las que deben jalonar los incentivos en la educación postsecundaria.
Nuestra dificultad aquí radica en que no hemos terminado el ejercicio: no tenemos apuestas productivas nacionales y la identificación y priorización de apuestas productivas departamentales está incompleta (solo 22 departamentos han priorizado), y ha sido afectada por la política de pensar con el deseo. Nos falta aprender un poco de algunos países asiáticos para hacer intervención (en nuestro caso para resolver fallas de mercado o de gobierno y para proveer bienes públicos sectoriales).
Con el proceso de reinvención de la educación vamos más lentos. De hecho, no hay ansiedad en la educación superior por las apuestas productivas de mediano y largo plazo que redefinirán una parte importante de la pertinencia. Hoy qué competencias técnicas enseñar en la media para el doble título de bachiller enfrenta el problema de carencia de horizontes del desarrollo productivo.
En el encuentro futurista me correspondió presentar la idea del “semestre cero” de la Comisión de Empalme en Educación para dar una oportunidad a los bachilleres sin las competencias académicas para hacer tránsito directo a la educación terciaria y residentes en cientos de municipios sin oferta presencial de educación superior. La solución depende de la conectividad a internet: cursos masivos en línea con un componente de presencialidad periódica en determinadas cabeceras municipales, ofrecido por “consorcios” de IES públicas y privadas.
Con otras innovaciones: contenido básico por áreas comunes de conocimiento y la posibilidad de optar, si se aprueba el semestre cero, a sillas libres en las IES, aportadas a un fondo de cada IES en el Icetex, de modo que la matrícula no se cobra y en cambio se adopta un esquema de retribución dependiente del ingreso, donde la universidad hará su mejor esfuerzo para impulsar al beneficiario con éxito al mercado laboral, lo que nos lleva de vuelta a la necesidad de una transformación productiva que demande talento calificado.
En realidad, no es tan futurista. Ya en Manizales hay una experiencia que sirve mucho, liderada por Fundación Luker y las seis universidades acreditadas de la ciudad, pero el “sistema” todavía no se pone en modo de cambio ni de sistema.