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La legalización del cannabis es una tendencia global. Son innegables a estas alturas sus beneficios terapéuticos y medicinales. El mundo, y América en particular, emprende una carrera lenta pero irreversible hacia la legalización de la marihuana.
Pero dicho proceso es lento, regulado en cada paso de su cadena productiva, aún en construcción. Esto nos trae desafíos tremendos en nuestra carrera a la competitividad. La coordinación de tantos agentes gubernamentales que figuran en la industria —como ministerios de Justicia y Salud, ICA, Invima y DIAN— implica una integración normativa compleja, que en Colombia nos está costando la ventaja fundamental que obtuvimos con la promulgación de la Ley 1787 de 2016: tiempo.
Para entender esta dicotomía del tiempo, en términos legales debemos remitirnos a la primera norma, la Constitución Política de Colombia, que en su artículo 49 indica que “el porte y consumo de sustancias estupefacientes o psicotrópicas está prohibido, salvo prescripción médica”. A través de sentencias de las diferentes cortes y leyes nacionales, se ha buscado configurar jurídicamente su legalidad. Pero nos ha costado cinco años, desde la promulgación de la Ley 1787 de 2016, integrar a los entes de control, cada uno con sus lineamientos, para construir una industria con una demanda mundial creciente.
Ahora, entrando en materia de lo que nos atañe en este artículo: ¿Colombia ha alcanzado el grado de legalidad que comprende toda la cadena productiva, que permita desarrollar competitivamente la industria del cannabis bajo estándares internacionales?
No es fácil de responder. Tras casi cinco años de decretos, modificaciones, circulares y conceptos de todos los entes, podríamos pensar que el engranaje legal se ha completado. Sin embargo, desde mi punto de vista, aún falta mucha tela por cortar. Mencionaré algunas de esas falencias institucionales que nos atrasan en competitividad. El acceso a la banca constituye uno de los primeros retos de los empresarios. La dependencia de los bancos a estándares y regulaciones internacionales debido a sus filiales hace que no permitan la apertura de cuentas y, por otro lado, el banco nacional y emblemático para el sector agro, el Banco Agrario, aún no posee políticas claras para las aperturas, por lo que generalmente no acceden a trabajar con emprendedores del cannabis. El segundo gran reto es el acceso a la semilla certificada; hasta ahora 68 empresas han conseguido obtener la licencia de semillas, lo que las convierte en las únicas autorizadas para su comercialización y estudio. La burbuja que ocasionó el cannabis en Colombia infló los precios de las semillas a valores insostenibles en el tiempo, costos de $50.000 por unidad y esquejes de hasta $5’000.000* sacan del mercado a pequeños y medianos cultivadores.
El tercer gran reto de nuestra industria deriva de que Colombia, con sus decretos y leyes, determinó que la legalización del cannabis se permitiría para usos medicinales y científicos. Por ello, los emprendedores de la industria debemos prepararnos técnicamente para la obtención de certificaciones internacionales que avalen el proceso de siembra y transformación (CUMS-GAP, Global GAP, SGS Medical Cannabis Certification, entre otros) y que para ser obtenidos requieren inversiones de capital muy altas.
Cuarto reto: en 2018, la JIFE le asignó a Colombia la posibilidad de producir 40,5 toneladas de cannabis psicoactivo de las 91,9 avaladas a escala mundial**. Dicha ventaja competitiva no se ha podido cumplir por varios aspectos, como dificultades para la exportación, vacíos legales en comercio internacional y la DIAN, entre otros.
Aún queda mucho camino por recorrer. En la actualidad existe un borrador de decreto que pretende legalizar la venta de flor seca del cannabis, logro que, en caso de ser aprobado, abriría otro abanico de posibilidades para los emprendedores e inversionistas del sector. Colombia tiene todo el potencial para ser un gran jugador en la industria. Su ventaja climática, legal y de recurso humano nos hace fuertes a escala internacional. El Gobierno nacional debe seguir apoyando esta industria en crecimiento como alternativa para la recuperación económica y la apertura de nuevos mercados que generen divisas y empleos al país.
* Presentación del diplomado “Cannabis medicinal: aspectos jurídicos, fitosanitarios y empresariales del cultivo”. Ingeniero Rodolfo Mejía Cruz.
** “Los desafíos del cannabis medicinal en Colombia, una mirada a los pequeños y medianos cultivadores”. Transnational Institute.