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El Eln confirmó su responsabilidad sobre la bomba de La Macarena en Bogotá, invocando la ausencia de una tregua bilateral y los ataques militares a sus unidades, lo que es cierto. También citan el asesinato de líderes sociales (lo que es una vergüenza para el país), así como las reprochables prácticas del Esmad contra las movilizaciones sociales. Todo eso es cierto, pero una bomba, que afectó edificios y personas civiles, no pude justificarse con esos argumentos.
El ataque en Bogotá no afecta a los asesinos del liderazgo social ni a sus redes de apoyo, pero sí beneficia a los enemigos de la paz e indigna a algunos sectores que apoyarían una salida negociada. Esa realidad no puede ser contestada diciendo que su enemigo “ha hecho cosas peores”; esa lógica mediática que no aclara sino confunde. La bomba es un disparo en el propio pie, una zancadilla al proceso de paz.
El Eln fue mediáticamente incapaz de responder ante noticias inventadas como la exposición de las piernas de un militar en Convención, el secuestro de pescadores en el Sur de Bolívar, el balón-bomba del Chocó o la masacre de Güicán... Si no pudo con esta lista de noticias fabricadas en su contra, mucho menos podrá con dar una respuesta satisfactoria frente a estos hechos que sí cometió.
Esta bomba, sumada al pésimo cumplimiento que da el Gobierno al acuerdo de La Habana, más la persistencia del fenómeno del paramilitarismo, disminuye las esperanzas frente a un proceso que mediáticamente no logra posicionarse.
Dolorosamente, para los medios hay víctimas de primera y de segunda, y no es lo mismo un ataque en Bogotá que un bombardeo en Simití (donde una fiscal acusa a toda la población de ser del Eln), pero esa terrible desigualdad y la persistente guerra en las regiones tampoco son argumentos.
El Eln les habla a los suyos y no al país, les habla a sus regiones y no a la nación; su nombre no es Ejército de Liberación Regional, pero su lógica política sí lo es.
No es conveniente negociar en medio de la guerra, pero eso no justifica ni todos los medios de guerra ni la torpeza en los medios (valga el juego de palabras). El ataque de La Macarena entra en contravía al proceso de paz que se quiere construir. Con todo y eso, solo queda persistir en la negociación política e insistir en la tregua bilateral que el gobierno evade.
* PhD, profesor Universidad Nacional