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Estas fechas, para muchos, significan balances, cierres, proyecciones y mucho trabajo, porque, como dicen desde agosto, “ya no fue más, este año se acabó”; y entre las agendas tan complejas y el cansancio al final del día, poco tiempo nos queda de cocinar en casa. Así que mis mejores amigos por estas fechas son los domicilios y las aplicaciones que nos conectan con nuestros restaurantes favoritos y nuevos emprendimientos gastronómicos.
No es nada fácil confiar nuestro disfrute y alimentación a cualquier lugar que no hayamos pisado nunca, ni conocido su servicio, su cocina, pero la verdad es que he descubierto maravillas en distintas ciudades y gracias a estas citas a ciegas he sido muy feliz.
En muchas cosas, aunque no me lo crean, yo soy bastante básica, y eso se eleva a la enésima potencia cuando doy alaridos a media tarde por un delicioso chaufa mixto y unos rollos de verduras del restaurante chino de toda la vida; siempre atendido por chinos, siempre con el mismo sabor y con la satisfacción absoluta. Otro de mis placeres culposos es ese pollo que da vueltas en el asadero, con papas saladas, guacamole y un buen ají criollo. Y es que a la hora de antojarse vuelan el arroz con pollo, ajiacos, sancochos, empanadas, hamburguesas y, en estas fechas, natillas, buñuelos, perniles y pavos o cualquier otro antojo.
Sin mencionar los deliciosos y extraños antojos conseguidos a domicilio: postres de todas las regiones del país, mochis, arepas venecas, comida mexicana que uno pensaría que no llega porque se riega, noodles y hasta lechona… del sartén a mi boca que salten esos manjares.
La vida es simple en la medida de ser recursivos, flexibles y glotones. En esta Navidad hay muchos y muy buenos emprendimientos gastronómicos que podrán encontrar en las redes sociales, en una cadena de WhatsApp o simplemente cacharreando. Llegó la Navidad y con ella los buñuelos, las novenas y la alegría.