#EconomíaParaMiPrima

No a la prima de Uribe, sí a la mía

Martín Jaramillo
22 de junio de 2019 - 07:00 a. m.

Cuando Hayek escribió su libro más famoso, Camino de servidumbre, se lo dedicó a “los socialistas de todos los partidos”. Esta sabia dedicación la he recordado mucho estos últimos días, pues hemos visto cómo el Centro Democrático, un partido al que muchos llaman de “extrema derecha”, promueve ideas populistas que perfectamente podrían ser de un partido socialista.

Primero apoyaron la idea, muy al estilo de Robledo, de imponerles aranceles a los textiles, una propuesta que por supuesto mi prima y yo criticamos, pues les aumentaría en un 25% el precio de la ropa a los colombianos. Después, uno de sus congresistas salió con que los bancos no deberían poder cobrar por los servicios que prestan; allí, de nuevo, expresamos nuestro rechazo contra el populismo. Ahora, es el mismo senador Uribe quien lidera la propuesta populista que, en contra de todos los empresarios, obliga a pagarles una prima adicional a los trabajadores formales.

Hace casi un año escribí en esta columna sobre la discusión que tuve con mi prima de 10 años alrededor del salario mínimo. Le expliqué que el salario era un precio, el precio del trabajo. Y así como todo, cuando el precio es más alto, la gente compra menos o, en este caso, emplea menos. Esta propuesta de obligar a los empresarios a pagar una prima adicional hace más caro el empleo formal: lo cual termina por hacer que muchas de esas personas a las que la ley buscaba beneficiar terminen en la informalidad o en el desempleo.

—Pero, primo, no se está proponiendo subir el salario mínimo, sino pagarles una prima a los trabajadores.

—Tienes razón, pero el efecto es el mismo. Un empresario ahora necesita pagarles más a los trabajadores para contratarlos formalmente. Y si no le alcanza para pagarles, el Estado les prohíbe a ambos acordar un sueldo menor.

—Tú ya me lo habías explicado, lo que termina pasando es que esas personas se ven obligadas a trabajar en la informalidad. ¿Cierto?

—Así es, prima. En el 2012 se empezaron a reducir esos “costos no salariales”, aumentando la libertad y reduciendo la informalidad. Ese es el camino…

—Pero, entonces, ¿no se puede hacer nada mejor?

Si Uribe quisiera transferir recursos a trabajadores que tienen salarios bajos, podría proponer un subsidio directo. Puede ser mala idea, pero esto lo que haría sería utilizar los impuestos de toda la población colombiana para transferírselos a esas personas. El costo sería igual de grande, pero ya no se dividiría entre las pocas personas en Colombia que crean empresa, generan empleo y dan valor a la sociedad, sino entre todos los colombianos, que son quienes escogen a los dirigentes.

Es muy fácil indignarse por la pobreza de nuestro país y exigirles a los otros pagar por nuestros deseos. Mi prima y yo creemos que eso es ridículo. Si los políticos quieren ayudar a una población (aunque sea en búsqueda de votos), lo deberían hacer con dinero de ellos. Ahora, si son los votantes los que quieren ayudar a la gente con bajos salarios, lo mínimo que deberían hacer es pagarlo con dinero de ellos aceptando impuestos más altos.

Así los votantes, por lo menos, asumirían los costos de sus propias decisiones, que según cálculos de Minhacienda llegarían a unos $1,8 billones. Pero permitir que las personas voten para que otros les financien sus deseos es una buena receta para lograr que las personas voten de manera irresponsable.

@tinojaramillo

martin.jaramillo@email.shc.edu

 

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